El gobierno de Ortega tomó control esta semana de la ciudad rebelde de Masaya, el último feudo controlado por sus opositores, tras un violento enfrentamiento de seis horas que dejó al menos dos muertos, según un organismo de derechos humanos
Nicaragua conmemora este jueves el 39 aniversario de la Revolución Sandinista, que encabezó el actual presidente Daniel Ortega, mientras su gobierno proclama un triunfo sobre los manifestantes que desde hace tres meses demandan la salida del poder del mandatario.
El gobierno de Ortega tomó control esta semana de la ciudad rebelde de Masaya, el último feudo controlado por sus opositores, tras un violento enfrentamiento de seis horas que dejó al menos dos muertos, según un organismo de derechos humanos.
“Proclamamos nuestra victoria, nuestro avance sobre esas fuerzas tenebrosas, diabólicas, que durante tres meses azotaron y secuestraron la paz, pero no pudieron”, dijo la vicepresidenta Rosario Murillo este miércoles, en su alocución diaria con medios oficiales.
La celebración del 19 de julio suele ser una fiesta multitudinaria en Nicaragua, pero Murillo fue parca en anunciar las conmemoraciones, y se limitó a decir que se celebraría “en cada municipio”.
En las últimas semanas, el gobierno de Ortega endureció la represión contra los opositores que bloquearon carreteras y controlaron ciudades, hasta desalojar por la fuerza a sus adversarios.
Grupos de derechos humanos calculan que unas 280 personas han muerto en la represión a las manifestaciones antigubernamentales.
Para el sociólogo independiente Melvin Sotelo, la victoria del gobierno sobre los manifestantes llegó a expensas de derechos fundamentales de la población nicaragüense.
“Lo hizo ahogando el derecho de las personas a manifestarse en repudio al gobierno. No permite ejercer el derecho de los nicaragüenses a organizarse, a elegir libremente a sus autoridades, cerró todas los espacios y posibilidades políticas” de participación, dijo Sotelo a AFP.
Con la policía y paramilitares encapuchados fuertemente armados, el gobierno de Ortega acabó con los tranques (bloqueos) de carreteras que sus opositores llegaron a colocar en hasta 70% de las vías principales de Nicaragua, y les arrebató el control de las ciudades que tuvieron bajo su control.
– El precio del triunfo –
Sin embargo, Sotelo consideró que la victoria contra los tranques llegó a un precio alto para Ortega.
“El presidente políticamente y moralmente perdió mucho. Esto es una guerra de un Estado supuesto a proteger las vidas de las personas contra una población indefensa. Lo que ha creado es rechazo en la población”, sostuvo el sociólogo.
Adicionalmente, enfrentó al presidente a la Iglesia católica de Nicaragua, cuyos principales jerarcas se han erguido como las principales voces de crítica y defensa de la población ante la represión de las fuerzas gubernamentales, al tiempo que median en el diálogo entre el gobierno y sus adversarios.
Ese diálogo no ha prosperado, principalmente por la negativa de Ortega de aceptar la propuesta de los obispos católicos de adelantar las elecciones de 2021 a 2019, para acelerar la salida del poder del mandatario.
Adicionalmente, las tropas oficiales han irrumpido por la fuerza en los templos y agredido a sacerdotes y obispos cuando éstos han defendido a los manifestantes.
– Líder revolucionario –
Así, el Daniel Ortega actual dista de la figura que emergió de la Revolución Sandinista de 1979, cuando encabezó al movimiento guerrillero que libró a Nicaragua de la dinastía de los Somoza.
Tras dejar el poder por la vía electoral en 1990, Ortega volvió a la presidencia por las urnas en 2007 y desde entonces se reeligió en dos ocasiones, la última en 2016, con su esposa Murillo como vicepresidenta.
Aliado de los empresarios, Ortega despertó críticas por tomar pleno control de los poderes del Estado: el parlamento, la justicia y el tribunal electoral.
Sus detractores lo acusan de conformar, junto a su esposa, un régimen marcado por el nepotismo y el autoritarismo.
– Presión externa –
Las protestas en contra del gobierno de Ortega estallaron el 18 de abril contra una reforma a la seguridad social, pero la represión hizo que se propagaran hasta convertirse en un amplio movimiento que reclamó su salida del poder.
La violencia contra los manifestantes generó el repudio internacional que hizo poco por ablandar la mano del mandatario contra sus opositores.
La Organización de los Estados Americanos (OEA) aprobó el miércoles una resolución que condena la represión a manifestantes y exhortó al gobierno de acordar un calendario electoral con los opositores.
El vicepresidente estadounidense Mike Pence celebró en Twitter la votación de la OEA como “una posición firme contra la violencia patrocinada por el Estado en Nicaragua“.
En tanto, el senador demócrata Bob Menendez junto a otros legisladores estadounidenses, presentaron un proyecto de ley para imponer sanciones, como el bloqueo de bienes y el cancelamiento de visas, a los responsables de violaciones de derechos humanos en Nicaragua.