Voluntarios indonesios empezaron el lunes a enterrar en una inmensa fosa común los cuerpos de las víctimas del sismo y el tsunami que golpearon la isla de Célebes, donde la ONU estima que 191.000 personas necesitan ayuda urgente.
La catástrofe causó al menos 844 muertos y 59.000 desplazados, según un último balance este lunes de la agencia de gestión de desastres y el gobierno.
La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) estimó por su parte que 191.000 personas necesitan ayuda humanitaria urgente.
Las autoridades temen que el balance final sea mucho más alto, pues gran parte de la región afectada sigue siendo inaccesible.
Decenas de agencias humanitarias y de oenegés se brindaron para dar asistencia al país, pero el envío de ayuda a la zona resulta complicado porque numerosas carreteras están cortadas y los aeropuertos dañados.
“No tenemos mucha comida. Sólo pudimos tomar lo que teníamos en casa. Y necesitamos agua potable”, declaró a la AFP Samsinar Zaid Moga, una mujer de 46 años.
“Lo más importante son las tiendas, porque ha llovido y hay muchos niños aquí”, añadió su hermana, Siti Damra.
Oxfam “prevé aportar ayuda a, potencialmente, 100.000 personas”, en especial alimentos instantáneos, equipos de purificación del agua y tiendas, indicó Ancilla Bere, una responsable de esa oenegé en Indonesia.
Pero “el acceso es un gran problema”, destacó el director del programa de Save The Children, Tom Howells. “Las organizaciones de ayuda y las autoridades locales se esfuerzan por alcanzar varias comunidades alrededor de Donggala, donde se prevé que habrá grandes daños materiales y posibles pérdidas de vidas humanas a gran escala”, explicó.