La droga estaba oculta en un envase de plástico, que tenía carne guisada.
Tanto los 22 envoltorios de sustancia ilícita, como los otros artículos, iban a ser ingresados al centro penitenciario, camuflajeándola como alimentos de consumo, que se entrega a los internos.
Sin embargo, gracias al registro minucioso de los custodios de este penal, las féminas no pudieron completar su misión.
También se conoció que, iban a introducir municiones de un arma calibre 22.