Cientos de hondureños partieron la noche del lunes de la ciudad de San Pedro Sula determinados a huir de la violencia en su país y encontrar un mejor futuro en Estados Unidos, formando una nueva caravana que Donald Trump espera que sea la “mas grande” vista hasta ahora.
“Nos vamos por falta de trabajo y por la delincuencia”, afirmó a la AFP Juan García, de 52 años, mientras caminaba a la orilla de la carretera en medio de la oscuridad y con la ropa empapada por una fuerte lluvia.
Bajo un aguacero, más de 500 hondureños, según estimaciones de periodistas, salieron de la central metropolitana de transporte de San Pedro Sula, 180 km al norte de Tegucigalpa, hacia las 19H00 locales (01H00 GMT).
De esa terminal salió la primera caravana de unos 2.000 hondureños el pasado 13 de octubre y una segunda con un número menor partió cuatro días después desde la zona sur del país. Luego otras salieron de El Salvador y Guatemala.
Alrededor de 13.000 hondureños han partido en estas caravanas, de los cuales 7.270 han retornado a su país, según la cancillería. Once hondureños han muerto, el último un joven de 23 años que se separó del grupo y fue arrollado por un tren en México.
En redes sociales, personas anónimas convocaron en un afiche a la “Caravana migrante (el) 15 de enero” saliendo de la terminal de la segunda ciudad de Honduras. Pero algunos de los que empezaron a concentrarse en horas de la tarde del lunes, no esperaron a que amaneciera y salieron sin consultar a nadie.
“Buscamos refugio. En Honduras nos matan”, decía el afiche escrito con letras rojas y negras.
Pero los chances de lograr el objetivo son, como mínimo, exiguos. Según la embajada de Honduras en México, de unos 2.500 hondureños que están en albergues en México, sólo el 3% tiene probabilidades de lograr asilo en Estados Unidos.
– Huyendo de la muerte –
Las primeras caravanas se enfrentaron con la férrea resistencia de las autoridades de Estados Unidos a permitirles el paso en la frontera y un duro discurso antimigratorio de Trump, que evocó una “invasión”, y sugirió inicialmente que los soldados podrían disparar a los migrantes si éstos tiraban piedras al lado estadounidense.
Trump insiste en la construcción de un millonario muro en la frontera con México para bloquear el ingreso de los migrantes, pero los demócratas en el Congreso se niegan a financiarlo, un punto muerto en las negociaciones que ha causado el cierre más largo del gobierno federal.
El pasado jueves al visitar la frontera en la zona McAllen, Texas, Trump se quejó que “Honduras Guatemala y El Salvador “no hacen nada por Estados Unidos” para impedir la migración, y amenazó con suspender la millonaria ayuda a los tres países si no detienen las corrientes migratorias.
“Hay otra gigantesca caravana formándose ahora mismo en Honduras, hemos intentado detenerla; pero hasta ahora es la más grande que hemos visto”, aseguró Trump.
Pero los migrantes se muestran determinados.
“Yo me voy porque no se puede hacer nada aquí (…) nos vamos buscando el sueño americano”, afirmó a la AFP José Ramírez, de 17 años, en la central metropolitana de transporte.
También denunció la violencia criminal: “a las cuatro de la tarde hay que estar recluido en la casa porque si uno anda en la calle lo matan los pandilleros”.
José formaba parte de un grupo de ocho miembros de su familia, incluyendo un hermano y dos tías, una de ellas llevando un niño en los brazos.
Con mochilas, grupos de personas, hombres, mujeres y niños, llegaba en buses o vehículos particulares y se sentaban en el área verde de la terminal de buses de San Pedro Sula, a pasar la noche. Aún después de la salida del primer grupo, el número seguía aumentado.
– Migrantes viajan con ilusiones –
Israel Inestroza, un soldador de 57 años, está consciente de las dificultades. “Vamos a ver si pasamos, si no retornamos de nuevo a país”, afirmó el padre de ocho hijos, ya mayores de edad.
“Tenemos muchas expectativas (en la caravana), muchas ilusiones, tenemos que salir del país”, expresó José Varela, de 22 años, quien se quejó que el presidente Juan Orlando Hernández ha incumplido las promesas de generar empleo y combatir la violencia.
La directora del estatal Instituto de la Niñez, Lolis Salas, advirtió en una declaración de prensa que los padres que traten de sacar a sus hijos del país en la caravana, sin permiso de ambos padres y autenticado por abogados, serán castigados con tres años de reclusión.