La ONU informó este jueves que las solicitudes de patentes para innovaciones basadas en la inteligencia artificial (IA) han aumentado de manera exponencial en los últimos años, al punto que más de la mitad de éstas se han registrado desde 2013.
Según los nuevos datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), este aumento masivo reciente indica que estas tecnologías han dado un paso de gigante fuera del ámbito estrictamente teórico.
“Ha habido un gran ‘salto cuantitativo’ más o menos desde 2013”, declaró en Ginebra ante periodistas el director general de la OMPI, Francis Gurry.
“La actividad de patentamiento en el ámbito de la inteligencia artificial está avanzando a un paso rápido, con lo que es previsible que se produzca un número muy importante de nuevos productos, aplicaciones y técnicas basados en la IA que transformarán nuestro quehacer cotidiano, y que determinarán la forma en que nos relacionaremos con las máquinas que creemos”, añadió en un comunicado.
La inteligencia artificial es un elemento clave de muchos productos de computación fabricados por empresas de alta tecnología e instituciones en Estados Unidos, Japón y China, lo que incluye teléfonos móviles, altavoces inalámbricos y automóviles sin conductor. La inteligencia artificial también puede utilizarse en aplicaciones con fines militares y sanitarios, entre otros.
En este primer informe, titulado “Tendencias de la tecnología”, la OMPI informa que han sido presentadas unas 340.000 solicitudes de patentes vinculadas con la Inteligencia artificial (IA) desde que se acuñara esta terminología en 1956, y más de la mitad de éstas lo fueron desde 2013. Asimismo, se han publicado aproximadamente 1,6 millones de artículos sobre el tema.
Este estudio se apoya en datos de 2016, pero Gurry afirma que no existe ningún motivo para pensar este aumento astronómico de estas solicitudes no haya continuado desde entonces.
“Dudo mucho que esté disminuyendo”, aseveró.
El alto funcionario de la ONU hizo hincapié en que no concierne a la OMPI emitir un juicio sobre si estas nuevas tecnologías son buenas o malas, puesto que la función de la agencia es proporcionar la mayor cantidad de datos empíricos para así brindar “inputs” para las importantes y necesarias discusiones sobre la IA y sus implicaciones sociales.