El sábado pasado me fui a tomar un baño de pueblo.
A eso se le llama cuando caminas por los barrios populares de la ciudad. El mío es la Avenida Central. Esa que va desde la Plaza Cinco de Mayo hasta el Parque de Santa Ana. Tenía años de no caminar por la peatonal. Yo viví la Avenida Central cuando estaba llena de elegantes tiendas, los carros transitaban por sus calles, no existían los centros comerciales y era el paso obligado de todos los turistas que llegaban a Panama por aire o mar.
Así es. Los viajes por mar eran frecuentes y los barcos de pasajeros un medio de transporte. La Avenida Central la transformaron en peatonal, las elegantes tiendas fueron desapareciendo poco a poco. De la era de las grandes tiendas como Salomons, La Parisien, Chambonett y la Quinta Avenida, Bazar Imperial, Bazar Frances, El Corte Inglés entre otros no quedan rastros. La Central hoy cuenta inclusive con mini super, abarroterías y salones de bellezas algo inimaginable una décadas atrás.
De esa era no quedan resabios, solo el recuerdo de un Panamá que se fue. Yo viví esa Avenida Central gloriosa. Hoy caminando por sus calles debo reconocer quien ha cambiado soy yo. La educación me ha llevado como a muchos que vivimos en sus casas de madera y mampostería, viajando en bus y taxi a otros barrios y a otras realidades. La Avenida Central ya no es la ruta de las elegantes tiendas ni el lugar obligado de paso de los turistas. Hoy es predominantemente un área de venta de cosas baratas made in China. Hay un deterioro de sus un día elegantes edificios.
El Alcalde Blandón detuvo el deterioro y logro salvar algo de su pasada gloria. Yo sigo caminando con un poco de nostalgia. Hay en mi algo, los portugueses lo denominan “Saudade”. Me sigue atrayendo su bullicia, su gente, su manera de ver la vida. La gente de mi barrio de Santa Ana no han cambiado. El que ha cambiado soy yo. Allí siguen las billeteras, los vendedores ambulantes, los pequeños buhoneros, los que todavía acostumbran a ir a los parques a coger un aire o encontrarse con los usuales conocidos.
Las cantinas se han trasladado, ahora se concentran en la Calle 18. La puteria de la Calle K dejo de existir. La Calle J es un gran solar, los cines han desaparecido y los antiguos nights clubs desaparecieron. Lo que queda es el Santanero. La 4 de julio y luego bautizada Avenida de los Mártires es un fantasma de lo que fue.
Originario o Adoptivo, Santa Ana mantiene su aire popular y eso no ha cambiado. Mientras lo mantenga tendré un pedazo de mi corazón adherido a ese barrio. Mi barrio. El único al cual puedo decir del cual soy. Santanero.