Durante milenios, los ecosistemas han soportado incendios, inundaciones, olas de calor, sequías e incluso enfermedades mediante la adaptación y la reconstrucción de sus comunidades biodiversas.
MELBOURNE, Australia — De acuerdo con nuevas investigaciones, hay un límite para lo que pueden soportar incluso los lugares más grandes y resistentes, y el cambio climático está poniendo a prueba ese límite al perturbar continuamente uno de los hábitats más valiosos de la Tierra: la Gran Barrera de Coral.
El estudio, publicado el miércoles en la revista Nature por investigadores del Centro ARC de Excelencia para Estudios de Arrecifes de Coral en Australia, monitoreó la muerte y el nacimiento de los corales tras las olas de calor oceánicas que causaron la decoloración masiva de la Gran Barrera de Coral en 2016 y 2017.
No solo murieron muchos corales adultos, sino que los investigadores observaron por primera vez un declive considerable en los nuevos corales que se establecen en el arrecife, lo cual pone en peligro su capacidad para recuperarse.
“Hay tantos corales y el arrecife se ha visto alterado tantas veces antes”, dijo Andrew Baird, investigador en jefe en el centro de investigaciones y uno de los autores principales del estudio.
“Nunca pensamos que seríamos testigos de esto”, admitió.
Este estudio es el primero en mostrar el colapso de los procesos fundamentales de los ecosistemas en un entorno marino, explicó Baird.
“Pensábamos que la Gran Barrera era demasiado grande para derrumbarse, pero no lo es”, admitió.
La Gran Barrera de Coral, cerca de la costa este de Australia, abarca 344.468 kilómetros cuadrados y puede observarse desde el espacio. Genera 6400 millones de dólares australianos (4500 millones de dólares) al año para la economía australiana y les da empleo a decenas de miles de personas, de acuerdo con las cifras de 2017 recabadas por Deloitte.
Sin embargo, en años recientes, las investigaciones han demostrado que el tiempo que queda para salvarla se está acabando.
Desde 1998, la Gran Barrera de Coral ha sufrido cuatro episodios de decoloración masiva, dos de ellos de manera consecutiva en 2016 y 2017. Si bien las poblaciones de coral pueden recuperarse de un episodio de decoloración, el cual ejerce presión sobre los corales individuales y les quita su color vibrante, necesitan una década para lograrlo. Además, si las emisiones de carbono siguen siendo elevadas, el blanqueamiento ocurrirá dos veces cada década a partir de 2035 y cada año de 2044 en adelante, de acuerdo con los modelos climáticos de la Unesco.
“No es demasiado tarde para actuar, pero se nos está acabando el tiempo”, dijo Baird, y agregó que si no se toman medidas drásticas, los arrecifes “cambiarán fundamentalmente, al igual que todo lo demás”.
Los arrecifes coralinos fueron de los primeros ecosistemas en reaccionar al aumento de las temperaturas globales, comentó, “pero es solo cuestión de tiempo para que estos cambios lleguen a nuestro patio trasero”.
De acuerdo con los hallazgos de los investigadores, el asentamiento de los corales bebés en el arrecife disminuyó un 89 por ciento el año pasado. El coral más afectado en cuanto al declive de nuevos organismos, de un 93 por ciento, fue el tipo llamado acropora, el cual constituye la mayor parte del hábitat de arrecife que alberga a miles de otras especies, entre ellas la trucha de coral, el pez payaso y el pez ballesta.
Los corales adultos que se encontraban más al sur lograron escapar de la decoloración, pero estaban demasiado alejados de los arrecifes blanqueados del norte como para ayudar a repoblarlos, según descubrieron los científicos. Así mismo, exploraron el impacto que tuvieron los ciclones consecutivos de 2014 y 2015 en el área norte del arrecife en la isla Lagarto, los cuales, pese a haber matado al 80 por ciento de los corales adultos, no causaron una reducción en el establecimiento de nuevos corales.
“Los ciclones actúan de manera muy irregular”, dijo Baird, mientras que el calentamiento y el blanqueamiento “solo acaban con todo”.
Sin embargo, los corales que logran sobrevivir a tal trauma son más resistentes a los periodos de calor extremo, según se descubrió en un estudio aparte realizado por Baird y sus colegas el año pasado. Los científicos han intentado criar las formas más resistentes del coral con la esperanza de poder usarlas para repoblar el arrecife.
Estos proyectos son limitados, a pesar de ser cruciales, comentó Mark Eakin, coordinador del programa de Protección de los Arrecifes Coralinos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, quien no fue parte del estudio pero ya ha trabajado con los investigadores australianos.
“Se realizan a la escala de un jardín familiar grande”, dijo acerca de la labor de restauración, mientras que el colapso de la Gran Barrera de Coral significaría “la pérdida de todo un ámbito marino”, parecida a la caída del Imperio romano, sentenció.
“Esta es solo una prueba más de cuánto daño está provocando el cambio climático”, dijo Eakin.
Russ Babcock, investigador científico sénior en una agencia gubernamental australiana llamada Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth, dijo que el estudio, en el cual tampoco participó, había confirmado lo que más temían muchos científicos.
“Todos los ecosistemas tienen algunas cosas en común y una de ellas es la habilidad para recuperarse”, dijo. “No habrá una salida fácil”.