El “gringo” Pedro Pablo Kuczynski apostó darle a Perú un gobierno “de lujo”. Pero la ola de corrupción de Odebrecht le hizo renunciar en 2018 a la presidencia, que ejerció solo 20 meses, y este viernes un juez dictó prisión preventiva en su contra.
Con 80 años, este exitoso exbanquero de Wall Street de espíritu bromista, ha visto alterado radicalmente su modo de vida desde el pasado 10 de abril cuando debió dejar su cómoda residencia limeña para ir detenido de forma preliminar -por 10 días- por presunto lavado de activos.
Ahora, lo que parecía una pesadilla corta durará 36 meses, tras el fallo judicial que acogió el pedido de prisión preventiva hecho por la fiscalía del caso LavaJato/Odebrecht.
Kuczynski recibió la noticia internado en una clínica por una dolencia cardíaca derivada de una crisis de presión alta.
Hijo de un médico alemán que huyó del nazismo, Kuczynski llegó al poder con dos lastres: escaso respaldo político en un Congreso que actúa como un contrapoder y su condición de empresario. Sus opositores lo acusaban de mantener vínculos con grandes trasnacionales y de actuar como lobista.
Han sido precisamente los vínculos con la brasileña Odebrecht, que ha repartido decenas de millones de dólares a políticos latinoamericanos a cambio de obras públicas, los que culminaron abruptamente con su presidencia, corolario de una exitosa carrera al servicio de su país desde 1968, cuando fue nombrado gerente del Banco Central de Reserva, antes de ser ministro en varias ocasiones, avezado inversor de Wall Street y economista del Banco Mundial.