Sentado junto a decenas de obreros con cascos y uniformes amarillos, el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, sonríe para una selfie tras inaugurar una megaobra ferroviaria de la constructora brasileña Odebrecht, empresa que reconoció haber pagado millonarios sobornos en el país centroamericano.
Radio en mano, Varela dio la orden para el inicio de operaciones de la línea dos del metro, un monorriel elevado al este de Ciudad de Panamá realizado por Odebrecht junto con la española FCC Construcción.
El mandatario ha sido duramente criticado por no cancelar los contratos con Odebrecht, que ha reconocido haber pagado en Panamá al menos 59 millones de dólares en sobornos entre 2010 y 2014.
“El tema Odebrecht va a ser la papa caliente para cualquiera que llegue al gobierno. Va a ser un problema no tan sencillo de resolver”, señaló Magaly Castillo, exdirectora de la organización Alianza Ciudadana ProJusticia.
La compañía brasileña ha sido uno de los principales contratistas en el país centroamericano.
Desde 2005 ha ejecutado 17 proyectos, entre carreteras, autopistas, paseos marítimos, líneas de metro, hidroeléctricas o renovaciones urbanas por un monto aproximado de 10.000 millones de dólares.
“Hemos estado pagando en todos estos megaproyectos un sobreprecio significativo”, lamentó Annette Planells, del Movimiento Independiente (Movin), uno de los grupos que propuso cambiar la legislación de contrataciones públicas.
La ley fue modificada pero a última hora se agregó que, para inhabilitar a una empresa por corrupción, debía ser condenada en tribunales panameños, por lo que Odebrecht puede seguir licitando.