La serie se pasea por distintos escenarios: montañas, océanos, praderas, desiertos.
Antes de saltar al cine y ganar un Óscar, el mexicano Guillermo Navarro comenzó haciendo documentales, un género que retoma para mostrar cómo el planeta Tierra es cada vez más hostil.
En esta oportunidad, dejó a un lado la cámara y, como productor ejecutivo, se enfocó en diseñar para NatGeo un concepto distinto para el documental de seis capítulos “Planeta Hostil”.
“Esa fue mi contribución más importante, de venir de cineasta de la ficción y acostumbrado a contar arcos dramáticos, quise que la narrativa no fuera solo la voz en off, que es la tradicional, y darle mucho más peso al lenguaje cinematográfico, al lenguaje visual”, indicó Navarro, cuyo trabajo como director de fotografía de “El laberinto del fauno” le valió el premio de la Academia en 2007.
Lejos de ver los animales a distancia “como si fuera una pecera”, su propuesta buscaba construir “una experiencia más inmersiva”. Para ello, necesitaron hacer muchos planos para construir las secuencias.
Se trata “no solo de observarlos, sino de que el lente esté donde debe estar para poder contar la historia”, añade, al explicar que esto es posible gracias a que hoy los equipos son más manejables, pesan menos y la cámara se puede mover con más facilidad.
La serie se pasea por distintos escenarios: montañas, océanos, praderas, desiertos. Requirió 200 personas, hasta 15 o 16 equipos de filmación operando simultáneamente y 1.300 horas de filmación para terminar el proyecto, que tomó unos tres años.
Allí se puede ver la lucha de un leopardo de nieve en el Himalaya, o de los jabalís en las montañas rocosas de Estados Unidos, tigres, gacelas, monos, felinos, tiburones y ballenas… todos buscando una cosa: sobrevivir a los rápidos y dramáticos cambios que su hábitat está sufriendo por la mano del hombre.
“Hicimos mucha investigación” para elegir los lugares donde filmar. “Simplemente encontrar los animales es un desafío increíble y luego obtener los planos que obtuvimos fue milagroso”, indicó el cineasta de 64 años, que en esta oportunidad se mantuvo alejado de la cámara.
“Son unidades muy pequeñas de rodaje que salen a sobrevivir, es casi un operativo militar, imagínate irte a acampar al Himalaya a ver si encuentras a un leopardo, te puedes estar allí tres semanas”, añadió, al relatar que tanto el Ártico como el Himalaya fueron de los escenarios más desafiantes para la producción.