El deshielo primaveral del Ártico empezó muy de golpe esta temporada, pues ha habido un derretimiento considerable del casquete glaciar de Groenlandia y una pérdida de hielo marino que ya está adelantada por varias semanas al promedio normal.
A mediados de junio, una zona donde se estanca aire de alta presión sobre Groenlandia trajo aire cálido del sur, por lo que las temperaturas se elevaron unos 4 grados Celsius más de lo normal. Esa situación, junto con cielos despejados, provocaron un aumento del deshielo en gran parte de la superficie del casquete glaciar.
El derretimiento tuvo su punto más pronunciado el 13 de junio, pues abarcó unos 712.000 kilómetros cuadrados, o alrededor del 45 por ciento de la superficie, dijo Marco Tedesco, geofísico del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty, que pertenece a la Universidad de Columbia.
El deshielo actual ya rompió récords debido a lo temprano que está sucediendo con tal extensión, a partir de las mediciones satelitales que se realizan desde 1979. En 2012, un año excepcionalmente caluroso en el Ártico, el deshielo fue un poco mayor, pero aquella vez empezó hacia finales de junio en vez de mediados del mes.
Tal derretimiento temprano mantiene la tendencia general observada en el Ártico, donde se amplifican los efectos del calentamiento global. En total, la región se está calentando casi el doble de rápido que el promedio mundial.
En 2012, el aire de alta presión de junio regresó en julio y en agosto, y hubo un derretimiento récord del casquete glaciar ese año; en total, Groenlandia tuvo una pérdida neta de casi 200 mil millones de toneladas de hielo ese año.
No hay manera de saber si ese tipo de patrón ocurrirá de nueva cuenta en 2019, pero el deshielo amplio y temprano de este año “abre camino a que la isla tenga más deshielo mientras comienza el verano” boreal, comentó Ted Scambos, investigador principal del Centro de Observación y de la Ciencia Terrestre en la Universidad de Colorado.
Un factor que contribuye al deshielo temprano que ha habido este 2019 fue la nevada relativamente ligera del invierno pasado, especialmente en el norte de Groenlandia. Las capas de nieve más delgadas se derriten más rápidamente y eso deja expuesto el hielo antiguo, que es más oscuro que la nieve fresca y absorbe más luz solar, lo cual acelera el deshielo.
“Estas pulsadas de derretimiento cambian la apariencia de la nieve”, dijo Tedesco. “Pueden hacer que la nieve se derrita con más y más velocidad”.
El casquete glaciar de Groenlandia tiene un grosor de más de 1,6 kilómetros. Aunque un estudio reciente mostró que se estaba derritiendo más rápido de lo pensado, no está en peligro de desaparecer pronto. Si todo el casquete glaciar se derritiera eso elevaría los niveles del mar casi seis metros. El mismo estudio mostró que el deshielo desde principios de la década de 1970 había elevado los niveles del mar en poco más de un centímetro.
Un deshielo muy temprano en la temporada, como este, generalmente no contribuye al aumento del nivel del mar, pues la mayor parte del agua permanece cerca de la superficie del casquete glaciar. Sin embargo, conforme avanza la temporada de calor, la hidrología del casquete cambia y el agua de deshielo baja a través del hielo hasta alcanzar el océano. Tedesco dijo que era como destapar el atoro en un sistema de tubería.
En cuanto al resto del hielo marino de la zona ártica, la extensión promedio de la superficie en mayo estuvo casi 1,2 millones de kilómetros cuadrados por debajo del promedio registrado de 1981 a 2010, de acuerdo con el Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve, de la Universidad de Colorado. Partes del Ártico, entre ellas el mar de Bering al oeste de Alaska, han tenido una capa superficial de hielo excepcionalmente baja durante meses.
El investigador Scambos dijo que la pérdida de hielo marino del Ártico puede relacionarse con las temperaturas en Siberia. “Se está volviendo bastante drástico en este momento”, comentó. “Hay mucho calentamiento en Siberia”.
Aun así, nadie sabe si este año se romperá el récord de la superficie más baja de hielo marino, que fue de alrededor de 3,3 millones de kilómetros cuadrados, también en 2012. Scambos indicó que las condiciones pueden cambiar desde este momento hasta el final del deshielo de verano: “julio y agosto serán muy interesantes”.