Entre gritos de “¡unidad, unidad!”, Podemos abrió este sábado en Madrid un esperado congreso que decidirá la pugna entre su líder Pablo Iglesias y su número dos, Íñigo Errejón, que defienden proyectos distintos para este partido español de izquierda radical
Miles de militantes acudieron al palacio de congresos de Vistalegre, donde no dejaban de corear el lema “¡unidad, unidad!”, mas aún que su tradicional “Si se puede”.
En un breve y pugnaz discurso de bienvenida, Iglesias advirtió que “el ensimismamiento y la división trabajan para el enemigo”, y señaló que “hoy no nos hablamos a nosotros mismos, hoy hablamos a un pueblo”.
Acto seguido, Iglesias y Errejón intervinieron para defender sus respectivos programas, la víspera de que se anuncie el resultado de una votación interna que fijará los equilibrios de poder dentro de la formación.
El número dos, de 33 años, hizo un nuevo llamamiento a la transversalidad para captar electores de una izquierda más moderada, afirmando que Podemos debe inspirar “coraje” y “confianza” a “todo nuestro pueblo, venga de donde venga, haya votado lo que haya votado”.
“Tenemos un proyecto patriótico (…) que se hace cargo de los anhelos, de las esperanzas y de los dolores de nuestra gente, sin esperar a si nos votan o no”, añadió Errejón.
“La tranversalidad no es parecerse a los viejos partidos políticos, sino parecerse a la gente que trabaja”, observó poco antes Pablo Iglesias (38 años), que defiende en su programa priorizar la acción en la calle, de manera que sus miembros estén “en todos y cada uno de los conflictos sociales”.
En los últimos meses, los entornos de Iglesias y Errejón han mantenido una fuerte rivalidad, que ha dejado mella en la militancia.
“Errejón se ha dedicado más a hacer un partido dentro del partido”, y eso deja una “cicatriz”, criticó Rafael Burguillo, que dice apoyar a Iglesias y vino desde Barcelona con su hijo de ocho años y su mujer Eva Campos, consejera de Podemos en el ayuntamiento de la capital catalana.
“Es un partido muy joven”, y “es muy difícil organizar”, valoró en declaraciones a AFP María García Martínez, una auxiliar de enfermería de 60 años.
Entre gritos continuos de “¡unidad, unidad!”, Miguel Urbán, líder de una tercera corriente, los anticapitalistas, señaló desde la tarima en un vigoroso discurso que “aquí en Vistalegre no hay enemigos”, sino que los “enemigos están fuera de Vistalegre y son poderosos”.
“Todos y todas somos remeros y remeras”, apostilló a su lado Teresa Rodríguez, representante de la misma corriente y líder de Podemos en Andalucía.
En Vistalegre se juega el liderazgo de la tercera fuerza política española, que nació en 2014 al calor de la crisis económica y gobierna en coalición varias de las principales ciudades del país, como Madrid, Barcelona, Zaragoza, La Coruña o Cádiz.
Pero también se dirime el rumbo que tome en el futuro inmediato, en un país donde gobiernan en minoría los conservadores del Partido Popular (PP), obligados sistemáticamente a dialogar con la oposición de izquierda en el Parlamento.
Los sondeos colocan a Podemos como segunda fuerza política. Sin embargo, en las dos elecciones legislativas organizadas en España en los últimos 14 meses fue incapaz de superar a los socialistas del PSOE, también inmersos en una crisis de liderazgo.
Iglesias se juega su futuro
Desde el pasado 4 de febrero y hasta este sábado por la noche, los militantes inscritos están invitados a votar online los programas de las cuatro corrientes que compiten, así como los asientos del órgano de dirección (el llamado Consejo Ciudadano) y la secretaría general.
Iglesias quiere renovar como secretario general del partido, y sólo tendrá un contrincante poco conocido, Juan Ignacio Moreno Yagüe, diputado de Podemos en el parlamento regional de Andalucía. Errejón no quiso postularse.
Iglesias ha advertido no obstante que renunciará si pierde su proyecto de programa, lo que abriría una segunda crisis en Podemos para reemplazarlo.
En los meses previos al congreso, la figura política de Iglesias se ha visto envuelta en una polémica, ya que según los partidarios de Errejón y los anticapitalistas, éste estaría concentrando demasiado poder dentro de la organización, por lo que urge descentralizar la misma.