Los investigadores compilaron 40 años de trabajos sobre la exposición de los osos, pero también de las focas y el bacalao, sobre todo en la región que abarca desde el archipiélago ártico de Svalbard hasta Alaska
Además de estar amenazados por el cambio climático, los osos polares, grandes carnívoros del Ártico, son víctimas de los contaminantes químicos utilizados en la agricultura y la industria, según un estudio
Estos contaminantes representan un riesgo para su salud 100 veces superior a lo considerado como aceptable para los osos adultos, y mil veces superior para los pequeños.
“Se trata del primer estudio que cuantifica el riesgo que representa para el ecosistema ártico los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP)”, subraya su principal autora, Sara Villa, toxicóloga de la Universidad de Bicocca en Milán.
Los investigadores compilaron 40 años de trabajos sobre la exposición de los osos, pero también de las focas y el bacalao, sobre todo en la región que abarca desde el archipiélago ártico de Svalbard hasta Alaska.
“Las concentraciones de COP son sorprendentemente más elevadas entre los osos polares”, 100 veces más que en el caso de las focas, subraya el estudio, publicado el jueves en la revista Environmental Toxicology and Chemistry.
Utilizados en la agricultura y la industria, los COP, unos contaminantes que perturban el sistema endocrino, persisten durante décadas en la naturaleza y se concentran remontando la cadena alimenticia: pasan por ejemplo del plancton a los peces, luego a las focas y finalmente a los osos, acumulándose hasta alcanzar dosis muy tóxicas.
Los osos más pequeños están muy expuestos, sobre todo a través de la leche contaminada de su madre.
Aunque algunos COP fueron prohibidos en los años 1970, luego fueron reemplazados por otros agentes contaminantes, según los investigadores.
Estas sustancias son utilizadas sobre todo para impermeabilizar papel, tejidos, muebles, y evitar las manchas de agua o de grasa.
Esta amenaza se suma a las que ya pesan sobre el oso polar, un tercio de cuya población está abocada a desaparecer de aquí a mediados del siglo. Actualmente, existen alrededor de 26.000 ejemplares.
El problema más importante es el deshielo de la banquisa, donde el oso se procura su alimento principal, las focas.
En el Ártico, donde la temperatura aumenta dos veces más rápido que en el resto del planeta, el calentamiento climático podría generar veranos sin hielo de aquí a unos 20 años, estiman los científicos.