Junto con las ruinas de las cámaras de gas y de los crematorios, estos edificios recuerdan que los nazis exterminaron a aproximadamente 1,1 millones de personas, de las cuales un millón eran judíos en este campo instalado en el sur de Polonia
Ladrillo a ladrillo y viga a viga, los restauradores se esmeran en limpiar los barracones 7 y 8 del campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau con el fin de preservar este símbolo del Holocausto para las futuras generaciones.
“Es el mayor proyecto de restauración en la historia del museo de Auschwitz-Birkenau”, afirmó a la Pawel Sawicki, portavoz del mismo, una tarea “sin precedentes en el mundo”.
Junto con las ruinas de las cámaras de gas y de los crematorios, estos edificios recuerdan que los nazis exterminaron a aproximadamente 1,1 millones de personas, de las cuales un millón de judíos en este campo instalado en el sur de Polonia ocupada por los nazis.
“La restauración de un barracón exige un enfoque completamente diferente al de una iglesia, por ejemplo, en la que el objetivo es devolverle el aspecto original, o sea el más bello posible”, explica Ewa Cyrulik, la restauradora a cargo de la obra. “Aquí la meta es dejar todo como está”.
“El mayor halago para nosotros es cuando nos dicen que nuestra tarea no se nota”, recalca. Es complicado porque nadie, antes, se ha dedicado a la preservación de estos edificios.
“Mis colegas, especialistas en construcción, se rieron cuando les expliqué lo que hacía. Me dijeron que sería más fácil tumbar este muro y reconstruirlo ladrillo a ladrillo que restaurarlo como lo estamos haciendo”, explica Szymon Jancia, al frente de las obras.
Pero como recalca Cyrulik: “La gente viene justo para ver objetos y edificios auténticos”.
Estos dos barracones son algunos de los más antiguos del campo de concentración. Están cubiertos por inmensas carpas blancas de 12 metros de alto, para protegerlos.
Las obras de restauración comenzaron en septiembre de 2015 y durarán dos o tres años, pero el proyecto en su conjunto se prolongará décadas. Por el momento costó 12 millions de zlotys (2,7 millones de euros, 2,8 millones de dólares).
A diferencia del campo de Auschwitz, en Birkenau, otro cuya construcción comenzó en 1941, sólo se llevaron a cabo tareas de mantenimiento, y no de restauración, en los barracones de ladrillo.
Los edificios de Birkenau son mucho más frágiles. Se construyeron con materiales de peor calidad que los de Auschwitz, situado a tres kilómetros de allí y que, antes de la guerra, era un cuartel.
Sus muros tienen el espesor de un ladrillo y están abombados -debido sobre todo al peso del tejado – la estructura de madera se encuentra deteriorada y los cimientos, en mal estado por las aguas subterráneas.
“Es un verdadero milagro que se mantengan en pie”, afirma Jancia.
Un total de 45 edificios de ladrillo serán restaurados en Birkenau. Los mejor conservados se mantendrán pero los otros, especialmente los que suponen una amenaza para el conjunto de la construcción, serán sustituidos.
“Cuando remplazamos un elemento, tiene que verse a primera vista, para que no se pueda confundir con los originales”, hace hincapié Ewa Cyrulik, mostrando las capas de pintura de un color ligeramente distinto.
De rodillas en un agujero estrecho, unos obreros sacan tierra para dejar a la vista los cimientos, debilitados por las aguas subterráneas. “Todas las obras se hacen a mano, sin recurrir a máquinas”, explica Jancia.
Bajo una carpa se oculta un muro de seis metros de largo. Una estructura metálica lo mantiene derecho. “Es un muro que hemos construido con los mismos materiales, las mismas deformaciones que los originales de los barracones”.
Permite poner a prueba los métodos de restauración. Los muros se levantan con gatos (crics), “los mismos que se emplean para cambiar una rueda”, explica Jancia.
La financiación corre a cargo de la Fundación Auschwitz-Birkenau, creada en 2009 y que administra el fondo destinado a preservar el antiguo campo de concentración nazi.
Hasta ahora los donantes contribuyeron con 101 millones de euros, de los cuales Alemania aportó 60 millones.