Islandia inició la lucha en 1997 con enérgicos toques de queda que todavía se mantienen vigentes para adolescentes entre 13 y 16 años
Con toques de queda, prevención, un aumento de la mayoría de edad y deporte por doquier, Islandia casi erradicó en pocos años el consumo de alcohol, tabaco y droga entre sus adolescentes.
A finales de los años 1990, una serie de estudios puso de manifiesto la deriva de los jóvenes islandeses. Por aquel entonces, más del 40% de los adolescentes de 15 y 16 años declaraban haber bebido durante el mes anterior, uno de cada cuatro fumaba y un 17% reconocía haber consumido cannabis -una tasa que por aquel entonces era de las más elevadas de Europa.
“Los datos eran inaceptables”, analiza hoy el sociólogo Helgi Gunnlaugsson. “Fue un choque pero sobre todo un detonante”.
“¡Cualquiera que anduviera por las calles de Reikiavik un viernes o sábado por la noche hubiese tenido miedo! Los adolescentes deambulaban borrachos, desagradables, eran ruidosos… Parecía incluso peligroso. Toda la sociedad se preocupó, no solo los padres”, recuerda Harvey Milkman, profesor de Psicología en Denver e implicado en el proyecto desde sus inicios.