Pocos acogieron el llamado de sus líderes a “una gran toma” de Venezuela contra la elección el domingo de una Asamblea Constituyente, luego de que el gobierno de Nicolás Maduro prohibiera las manifestaciones que afecten la votación
Tras concluir en la mañana una huelga general de 48 horas que dejó ocho muertos, pequeños grupos bloqueaban este viernes con barricadas de basura y con cuerdas algunas vías del este y oeste de Caracas y de ciudades como Maracaibo, segunda del país, y San Cristóbal, en la frontera con Colombia.
A ratos con fuerte lluvia, varias calles, sobre todo del este capitalino, bastión opositor, estaban desoladas, sin tránsito vehicular y con poca gente caminando, pero el comercio estaba abierto. El transporte en otros sectores funcionaba normalmente.
“Es normal que haya temor, pero la gente sigue en la calle a pesar de todo. Ellos decidieron avanzar con esa locura. A partir del lunes, si hay alguien que está en aprietos, es el señor Nicolás Maduro”, declaró el diputado Freddy Guevara, en uno de los bloqueos en Caracas.
La oposición llamó a mantener las protestas hasta el domingo, en desafío a la prohibición del gobierno de movilizaciones que afecten la elección de los 545 asambleístas, y a su amenaza de cárcel de 5 a 10 años a quienes la boicoteen, lo que fue rechazado por Amnistía Internacional.
“Dice la derecha que le va a impedir al pueblo salir a votar. ¿Ustedes creen que eso es posible? Jamás”, afirmó este viernes Maduro en un acto de entrega de viviendas.
La Constituyente aumentó la tensión en un país polarizado y sumido -pese a su riqueza petrolera- en una profunda crisis, con brutal inflación y grave escasez de alimentos y medicinas.
Desde que iniciaron hace cuatro meses, las protestas opositoras que exigen la salida de Maduro dejan 113 muertos, miles de heridos y detenidos.
La ONG Foro Penal reportó medio centenar de detenidos el jueves, entre ellos Wuilly Arteaga, un joven de 23 años que habitualmente toca el violín en las manifestaciones, arrestado por militares en Caracas.