Jugadores estrella se enfrentaban a golpe de mando en las pantallas del Tokyo Game Show este jueves: Japón, país puntero en la tecnología y especialmente en los videojuegos, tiene como reto recuperar su retraso en el eSport, una disciplina en plena emergencia mundialmente
En el entorno del Este asiático, Corea del Sur tiene una gran ventaja sobre Japón: suministra actualmente el principal contingente de jugadores profesionales de eSport y organiza grandes eventos. Por ello es especialmente llamativo el retraso que tiene Japón en este campo, aunque hay varias explicaciones.
La legislación japonesa sobre los juegos con dinero ha frenado durante mucho tiempo la profesionalización de los jugadores, limitando sus eventuales beneficios. También las normas sobre la difusión de contenidos digitales.
Existe también un motivo cultural: el modo de consumo de los videojuegos en Japón -teléfono, consolas- no se corresponde con la práctica del eSport, que es más bien en ordenadores. Y los juegos más populares en Japón no son en gran medida los del eSport.
En el salón anual Tokyo Game Show se espera la visita de 250.000 personas. Es el mayor dedicado a los videojuegos en Asia y tendrá lugar hasta el domingo en la periferia de la capital nipona.
Habrá una sección para torneos y combates virtuales en este inmenso centro de exposiciones de Makuhari, en Chiba. El eSport atrajo primero a periodistas y profesionales, en el inicio del salón, y el sábado y el domingo será el turno del gran público, que podrá ver en directo a los mejores de las artes marciales electrónicas con el Street Fighter V o partidos de fútbol en la pantalla.
Las estrellas de estos ‘deportes’ electrónicos participan en competiciones de un impacto mediático creciente en todo el mundo, en estadios que acogen en ocasiones a decenas de miles de espectadores.
El eSport será una disciplina de pleno derecho en los Juegos Asiáticos de 2022 en China e incluso tiene la ambición de pasar a formar parte próximamente de los Juegos Olímpicos. Tony Estanguet, el presidente del comité de París-2024, estimó unas semanas antes de la designación de la capital francesa como sede para dentro de siete años que había que plantearse la cuestión y no hacer como si el asunto no existiera.