En cuestiones de carisma está lejos de ser Cary Grant, pero el anfibio humanoide y algo torpe de “La forma del agua” perpetúa una tradición de películas de monstruos que ha capturado la imaginación del público desde los primeros tiempos del cine
La historia de amor genéticamente modificado de Guillermo del Toro, entre una suerte de sirena masculina y una mujer muda, dejó sentado el domingo la popularidad del género, al alzarse con los Óscar a mejor película y mejor director.
Pero las películas de monstruos van mucho más allá del terror, desde la comedia y la fantasía a la ciencia ficción, y Del Toro ha sabido capitalizar ese romance del cine.
“Los monstruos no siempre son aterradores o malvados. Los monstruos de Pixar en ‘Monsters Inc.’, así como el personaje principal de ‘Pie grande y los Henderson’, eran encantadores y dulces”, escribe John Landis, director de “Un hombre lobo americano en Londres” (1981), en su libro “Monsters in the Movies”.
“Incluso el monstruo más famoso de todos, el Frankenstein retratado por Boris Karloff” en 1931, “es vulnerable y compasivo”.
La película muda alemana “The Golem” (1915), de Paul Wegener, es considerada el primer filme de criaturas, mientras que “Nosferatu”, una de las cintas de terror más emblemáticas de Alemania, llegó siete años después.
En los años 30, los cineastas estadounidenses se entusiasmaron con el tema y realizaron una serie de cuentos góticos con influencia alemana sobre Drácula, Frankenstein, la Momia y el Hombre Invisible.
Décadas después, cintas como “Parque Jurásico” (1993), “Cloverfield” (2008), “Troll Hunter” (2010) y la propia “Titanes del Pacífico” (2013), de Del Toro, resultaron éxitos de la crítica y comerciales.
“King Kong” (1933), quizás la bestia más famosa de todas, se ha convertido en un ícono cultural a través de varias películas, con las versiones más recientes, “King Kong” (2005) y “Kong: la Isla Calavera” (2017), recaudando más de mil millones de dólares en todo el mundo.