Nicaragua vivía este jueves un panorama incierto tras la suspensión de un diálogo nacional en busca de salidas a la crisis política que vive el país, mientras estudiantes y pobladores volvieron a las calles a reclamar justicia y democratización
Las conversaciones entre el gobierno y la oposición entraron el miércoles en un impasse, luego que la mediación de los obispos católicos no logró acercar las posiciones para avanzar en la discusión, centrada en la propuesta de anticipar las elecciones para acortar el mandato del presidente Daniel Ortega.
El gobierno, por su parte, reclama despejar las carreteras bloqueadas por campesinos y manifestantes en varios puntos del país.
Tras la suspensión del diálogo se produjeron ataques de grupos afines a Ortega en las ciudades de León, Chinandega (oeste), Juigalpa (centro) y Nueva Segovia (norte).
En la ciudad colonial de León (noroeste) se registraron incidentes violentos la noche del miércoles, que dejaron unos 35 heridos por disparos de armas de fuego, piedras y morteros artesanales, dijeron dirigentes de la protesta en redes sociales.
Centenares de estudiantes y pobladores salieron a primera hora del jueves a marchar sobre la concurrida carretera a Masaya (sur) agitando banderas y pidiendo la renuncia de Ortega y su esposa y vicepresidente Rosario Murillo. También se anunciaban movilizaciones en otras ciudades del interior.
“Nos estamos manifestando de forma pacífica y condenamos los ataques en Chinandega y León. El gobierno ya nos tiene cansados con su doble discurso”, reclamó Edwin Carcache, dirigente del estudiantil Movimiento 19 de Abril.
El canciller Denis Moncada aseguró tras la suspensión del diálogo que el gobierno tiene “buena voluntad”, pero reiteró que la agenda propuesta por la jerarquía es una forma “camuflada” de derrocar al gobierno de Ortega.
La propuesta de adelantar las elecciones es “una ruta para un golpe de Estado (…) para derrocar al gobierno haciendo aparentar un proceso legal”, alegó Moncada.
– Crisis se agrava –
Las protestas contra el gobierno comenzaron el 18 de abril cuando estudiantes se opusieron a una reforma al sistema de pensiones, pero se extendió a otros sectores tras la represión que a la fecha deja 76 muertos, 868 heridos y 438 detenidos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La suspensión de las sesiones plenarias de parte de los obispos “viene a agravar la crisis porque el pueblo tenía muchas esperanzas y confianza de que el diálogo nacional puede ser una salida cívica y pacífica”, dijo a la AFP el académico Carlos Tunnermann.
El gobierno insiste en pedir el despeje de las carreteras, pero “el uso de estos tranques (bloqueos) están contemplados como formas de protesta. Los que están en los tranques son ciudadanos, campesinos, estudiantes que no están armados”, subrayó Tunnermann, delegado de la sociedad civil en el diálogo.
Defendió la agenda presentada por los obispos y aseguró que “no se trata de un golpe de Estado” como dijo la delegación del gobierno.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, se pronunció el miércoles por una salida electoral a la crisis en Nicaragua.
“Cualquiera que piense que Nicaragua tiene una solución diferente a la electoral se equivoca gravemente. Cuando la sociedad esta polarizada, la decisión debe volver en forma urgente al soberano: el pueblo”, dijo Almagro en un mensaje divulgada por la OEA.
La dirigente del opositor Frente Amplio por la Democracia (FAD), Violeta Granera, consideró que “el dialogo nos tenía con un nivel de esperanza” de encontrar una solución a la crisis y detener la represión.
“Ahora lo que nos queda es no dejarnos desenfocar y ser mas audaces, creativos y mas fuertes con las protestas”. Ortega “quiere tiempo para ganar impunidad (…) él ya esta claro que sus días en el poder están contados”, agregó.