Nicaragua, sumida en una ola de violencia, entierra a víctimas de protestas

Nicaragua, sumida en una ola de violencia, entierra a víctimas de protestas
La matanza motivó una enérgica respuesta internacional. Foto/AFP

Nicaragua, sacudida por violentos choques en las protestas que ya dejan más de un centenar de muertos, ve alejarse la posibilidad de un diálogo mientras entierra este viernes a los 16 muertos de los últimos dos días

“Señor dame paz en mi corazón (…) yo nunca me esperaba esto”, lloraba desconsolada Yadira Córdoba, aferrada al ataúd de su hijo Orlando Córdoba, en momentos que salía el sepelio hacia el cementerio en Managua acompañado de centenares de amigos.

Córdoba, de 14 años, estudiante de primaria, fue alcanzado por una bala en el sector de la Universidad Centroamericana (UCA) cuando participaba el miércoles en una marcha de solidaridad con la madre de muertos en las protestas antigubernamentales.

El cuerpo del joven abatido fue cubierto por una pañoleta azul y blanca donde se leía: “patria libre” y le fue depositada una playera con la que jugaba al fútbol, firmada por sus compañeros de equipo y de estudio.

Escenas de dolor y consternación se repiten en otras 15 familias que perdieron a sus familiares, en lo que la Alianza Cívica que agrupa a opositores han calificado como la “peor masacre” desde que estalló la ola de protestas el 18 de abril.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) solicitó a Nicaragua protección para el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, uno de los más críticos al gobierno y miembro de la comisión de mediación en el diálogo entre el gobierno y la oposición.

“Los derechos a la vida e integridad personal de Silvio José Báez Ortega y sus familiares se encuentran en grave riesgo”, indicó la CIDH en un comunicado divulgado en Washington.

El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), que contabilizó 16 muertos el miércoles, señaló que “los agresores fueron la policía represiva y las fuerzas de choque” que responden al presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.

Decenas de miles de nicaragüenses que participaron en la noche del miércoles en marchas en varias ciudades, en apoyo a las madres que han perdido a sus hijos en las protestas, fueron emboscados por francotiradores, mientras hombres armados trataban de disolverlos a balazos en tierra.

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