La esperanzadora técnica experimental Crispr-Cas9, utilizada para modificar genes defectuosos, es menos precisa de lo que se creía y causa mutaciones inesperadas, según un estudio divulgado este lunes
Estas tijeras genéticas provocaron durante unos experimentos mutaciones “importantes” y “frecuentes” en ratones y en células humanas, según el estudio publicado en la revista Nature Biotechnology.
Sus autores defienden que los cambios involuntarios que esta técnica causa en el ADN “han sido ampliamente subestimados hasta ahora”, declaró en un comunicado Allan Bradley, del Instituto Wellcome Sanger de Inglaterra, donde se llevó a cabo el estudio.
“Cualquier intento de utilizar esta técnica en terapia genética debe acompañarse de muchas precauciones, vigilando los eventuales efectos negativos”, agregó.
Crispr-Cas9 supuso un gran descubrimiento en 2012, atribuido al dúo franco-estadounidense de Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, citadas con frecuencia en las apuestas para el Nobel.
Se basa en una enzima que actúa como unas tijeras moleculares, capaces de retirar partes indeseables de un genoma para reemplazarlas por nuevos trozos de ADN, como si se corrigiera un error tipográfico en un programa de tratamiento de texto.
La técnica, en estado de investigación, no ha sido utilizada por ahora en humanos.
Pero los investigadores lograron corregir una anomalía genética en embriones humanos, abriendo potencialmente la vía a grandes progresos de tratamiento de enfermedades genéticas, no sin plantear grandes cuestiones éticas.
Y es que teóricamente, esta técnica podría servir para crear bebés genéticamente modificados, con el fin de elegir por ejemplo el color de su pelo o aumentar su fuerza física.
El estudio publicado el lunes evidenció cambios en el ADN de algunas células que podrían activar o desactivar genes importantes.
Para Robin Lovell-Badge, del Instituto Francis Crick de Londres, el informe ratifica que en la edición genética, “hay que verificar que las modificaciones que se producen sean únicamente las deseadas”.
“Estos resultados no justifican que se entre en pánico o que se pierda la fe en estas técnicas”, afirmó este investigador, que no participó en el estudio.