A bordo de un auto de 1928, una familia argentina recorre los 5 continentes

A bordo de un auto de 1928, una familia argentina recorre los 5 continentes
La familia Zapp se dio un año más antes de regresar a Argentina. Un último viaje que los hará recorrer Marruecos, las islas Canarias y Brasil. Foto/Redes Sociales

A bordo de un auto de 1928, la familia Zapp no pasa desapercibida. Desde el desierto de Atacama, pasando por las tierras de los masáis y la campiña bretona, esta pareja argentina y sus cuatro hijos nacidos en el camino viven desde hace 18 años un “sueño”.

“Nuestro plan inicial era viajar durante seis meses desde Argentina hasta Alaska y luego volver”, cuenta Candelaria Chovet-Zapp, de 48 años. Pero ese proyecto que había imaginado con su esposo, Herman, tomó otro rumbo.

Un conocido escuchó hablar de su viaje y les ofreció un auto. “La idea era ir con mochilas así que le dije ‘no’. Pero me dijo ‘vení a verlo’ y me enamoré de este coche”, confiesa Herman Zapp, de 50 años.

“Sin saber nada de mecánica”, la pareja se lanzó a la aventura el 25 de enero de 2000 a bordo de un Graham-Paige azul oscuro, con 3.000 euros en los bolsillos. “Al principio nuestras familias nos trataban de locos, nos dijeron: ‘dentro de dos días nos van a llamar para que los vayamos a remolcar'”, cuenta, sonriente.

Con su motor chirriante, el auto de fabricación estadounidense ha recorrido en cerca de dos décadas decenas de miles de kilómetros. En la localidad francesa de Montauban-de-Bretagne, situada en la región de Bretaña (noroeste), donde la familia hizo un alto, varios curiosos se agolpan alrededor del coche, que tiene encima una carpa. Alrededor, hay un adhesivo “Family driving around the world” (“una familia conduciendo alrededor del mundo”).

“El primer día pudimos hacer solamente 50 kilómetros porque el auto se rompió”, recuerda Herman entre risas. Tres hermanos que conocieron en el camino los ayudaron. “Cuando les pregunté cuánto me iba a costar el trabajo me dijeron ‘no te vamos a cobrar porque queremos ser parte de su sueño’. Los primeros angelitos del camino ya nos estaban esperando”, rememora este antiguo electricista.

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