Una "marea roja" diezma la población acuática de la costa oeste de Florida

Una "marea roja" diezma la población acuática de la costa oeste de Florida
Una devastadora "marea roja" oscurece el agua del mar y está matando a delfines, tortugas y peces a un ritmo frenético en la costa oeste de Florida, donde autoridades estadounidenses han declarado estado de emergencia. Foto/AFP

Una devastadora “marea roja” oscurece el agua del mar y está matando a delfines, tortugas y peces a un ritmo frenético en la costa oeste de Florida, donde autoridades estadounidenses han declarado estado de emergencia.

Nada más este mes, más de 100 toneladas de animales marinos muertos han sido recogidos de las playas de la costa oeste de Florida, un área normalmente llena de turistas ahora impregnada de un olor nauseabundo.

En la última semana, 12 delfines aparecieron muertos en la costa del condado de Sarasota. Normalmente, ese es el balance de delfines muertos en todo un año.

“Es física y mentalmente agotador”, dijo Gretchen Lovewell, quien está a cargo de un equipo del Mote Marine Laboratory que recoge tortugas y mamíferos marinos en peligro o muertos.

Ella y otros dos colegas han estado “trabajando literalmente día y noche”, añadió Lovewell.

El domingo, cerca de la esponjosa arena de Siesta Key -clasificada por la industria turística como una de las playas más bonitas de Estados Unidos-, Lovewell recogió los restos de un delfín descompuesto. Tenía un número sellado en su aleta dorsal: 252.

Era un macho de 12 años llamado Speck que había sido visto más de 300 veces por investigadores que vigilan generaciones de delfines nariz de botella en la bahía de Sarasota.

“Fue devastador”, dijo Randall Wells, director del programa de investigación de delfines de Sarasota. Iniciada en 1970, es la investigación más larga que se realiza sobre población de delfines salvajes.

El científico sacó un mapa que mostraba los puntos donde había sido visto Speck los últimos años. Normalmente nadaba en aguas justo cerca de la casa del propio Wells.

Los investigadores también rastreaban a la madre y la abuela de Speck, que murieron por tragar equipos de pesca.

“Conocíamos a Speck desde que nació”, dijo Wells, quien comenzó a estudiar delfines desde que tenía 16 años. “Le habíamos dado el nombre de mi padre”.

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