Cristiano Ronaldo es igualmente adulado por su brillante carrera deportiva como criticado por su gusto por el lujo y sus estallidos de ira, reflejo de una personalidad forjada en a la adversidad y que ahora enfrenta su prueba más difícil con las acusaciones de violación en Estados Unidos.
“Niego firmemente las acusaciones en mi contra. La violación es un delito abominable que va en contra de todo lo que soy y aquello en lo que creo”, se defendió en Twitter el futbolista portugués de 33 años.
La demanda, que se refiere a supuestos hechos ocurridos en 2009, amenazan con ensombrecer la historia de Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro: un hombre hecho a sí mismo, huérfano de padre y una adolescencia difícil antes de convertirse en una estrella planetaria.
Para alcanzar el éxito, el delantero de la Juventus de Turín ha tenido que mostrar una ambición casi “anormal”, en palabras de Zinédine Zidane, su antiguo entrenador en el Real Madrid. Fue este impulso el que lo llevó desde la pequeña isla de Madeira en el océano Atlántico hasta Lisboa, con tan solo 12 años.
Un desarraigo muy difícil para el frágil niño, blanco de las burlas de sus compañeros en el Sporting de Portugal debido a su fuerte acento isleño.
“Se enojaba y peleaba mucho. Traté de protegerlo, pero a veces regresaba llorando a casa”, contó a la AFP José Semedo, también futbolista y uno de los mejores amigos de la estrella.