La obra, en forma de vitral, presidirá el día 27 la última misa que oficiará el papa Francisco durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
Concentrada mirando el lienzo, con un delantal para no mancharse la ropa y en completo silencio, la panameña Maritza Camargo desliza con agilidad el pincel sobre la tela en una pequeña sala reconvertida en taller de pintura en Ciudad de Panamá.
Allí, entre un montón de bastidores, paletas improvisadas de colores y un sofocante calor, un grupo de artistas noveles trabajan en un mural bajo la dirección del pintor ecuatoriano, Iván Delgado.
La obra, en forma de vitral, presidirá el día 27 la última misa que oficiará el papa Francisco durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
En la pintura aparecen Jesús, María y una barca con cinco jóvenes representativos de los cinco continentes, detalle que es interpretado por Camargo y sus compañeros como un mensaje contra la xenofobia y el racismo.
El mural “tiene un mensaje de solidaridad”, afirmó a AFP el creador de la obra, Rolando Domingo.
“Nosotros no podemos olvidar nuestras raíces y nuestro origen poliétnico. Panamá es chino, indio, negro, europeo, hemos tenido presencia de todas las culturas y razas a través de toda nuestra historia”, añadió.
– Papa “cachimbón” –
El papa Francisco llegará el día 23 a Panamá para participar en la JMJ, donde está previsto que se refiera a la xenofobia y a la crisis migratoria que vive Centroamérica.
La migración ha estado en el centro de la agenda centroamericana por la salida de miles de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños en caravana rumbo a Estados Unidos, huyendo de la pobreza y la violencia.
“Todos somos iguales, todos podemos estar juntos” porque “el color de la piel, la raza, el origen, eso al final del camino no es lo que nos hace más grandes ni más pequeños”, indicó a AFP Camargo, una enamorada del arte renacentista.
Los pintores panameños creen que su cuadro y los discursos del papa, sumados a su carisma, pueden ayudar a concientizar contra la discriminación de los migrantes.
El papa “va a llegar a los corazones de todos para evitar que el mundo siga llenándose de odio, de xenofobia y racismo”, afirmó Gabriela Pérez, otra de las pintoras.
El Santo Padre “es un hombre cachimbón (muy bueno)” que ha sabido “llegar a la gente con naturalidad, espontaneidad y lo más importante, con humildad”, dijo Delgado.
– “Ha sido difícil” –
El mural de 10 metros de ancho y 8,1 metros de alto está compuesto por 153 panales pintados en acrílico. Los lienzos son trabajados por separado para unirse posteriormente.
Cada tarde, los aprendices acuden a la casa de Delgado, un inmigrante ecuatoriano que lleva más de 40 años en Panamá y que ya regaló un cuadro al papa San Juan Pablo II.
El proyecto “nos puso a tambalear un poquito y a dudar porque no ha sido fácil el concatenar tantas piezas en manos de alumnos que muchos están comenzando”, afirmó Delgado.
El pintor sudamericano dirige a sus discípulos, que se enfrentan por primera vez con una pintura en acrílico.
“Este es un trabajo de equipo, donde yo me meto en el lienzo de mi compañero para que el color y el trazo quede igual, ya que al juntarlos no puede haber un trazo distinto al otro”, explicó Cecilia Crespo, una decoradora amante de Pablo Picasso y Claude Monet.
Mientras tanto, algunos tratan de imaginar qué pasará por sus mentes cuando vean su mural al lado del papa.
“Estoy convencida de que pegaré gritos y les diré a los que están conmigo que esa mano la pinté yo, ese pie o el pescadito”, dijo Pérez.
“Ojalá que esto no sea solamente un fuego artificial”, sentenció Domingo.