El tercer día de Francisco en Panamá en tres momentos

El tercer día de Francisco en Panamá en tres momentos
El papa Francisco. Foto/AFP

En su tercer día en Panamá, el papa Francisco tuvo tiempo de “liberar” a jóvenes presos de un penal y cantarle el cumpleaños feliz a una viejita que buscaba “lío”, mientras la comunidad LGBT se hacía sentir a punta de besos.

– “Todos pecadores” –

A Luis, un joven panameño detenido que quiere ser chef, no se le apareció la Virgen, se le apareció el papa Francisco en el centro de detención para menores donde se encontraba recluido.

El pontífice no sólo lo confesó, si no que obró el milagro de acortar a la mitad la condena que cumplía el joven panameño.

“No hay palabras para describir la libertad que siento en este momento”, había dicho Luis ante el pontífice poco antes de obtener la libertad condicional.

Como Luis, otros ocho jóvenes quedaron este viernes en libertad. Ya lo había dicho el papa minutos antes ante los propios reclusos y las autoridades: “Todos somos pecadores, todos”

– Viejita rebelde –

Cuando la “viejita” Hayera Mollik salió esta mañana de su casa con un cartel con el mensaje “los abuelos arman lío”, nunca pensó que un papa le iba a cantar el “cumpleaños feliz”.

Pero con Francisco, el papa de la espontaneidad, todo es posible, y cuando iba camino de un centro de reclusión a confesar a unos menores, se fijó en Mollik y su letrero.

“¿Leyeron lo que dice esto?”, les dijo el papa a los eufóricos fieles que lo aclamaban. “Que los viejos arman lío pero con sabiduría”, añadió el papa.

Pero el asunto no quedó ahí. Mollik estaba de cumpleaños, y Francisco no dejó pasar la oportunidad para cantarle.

“Esta viejita, que es más joven que yo, es valiente y es su cumpleaños, así que le cantamos cumpleaños feliz”, dijo el papa antes de acercarse y zamparle dos besos en la mejilla.

– “Existimos” –

Uno de los temas más polémicos de la Iglesia católica es su oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo.

Y ese detalle no pasó desapercibido para la comunidad LGBT, que aprovechó la presencia papal para exigir el respeto a sus derechos de una manera muy especial: besándose frente a la iglesia más emblemática de Ciudad de Panamá.

“Nosotros existimos”, dijo Samirah Armengol mientras besaba a su novia Basch Beitia.

“¡Amor es amor!, ¡Amor es amor!”, gritaban unos 20 manifestantes de esta particular “besatón”.

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