El presidente estadounidense no ha dejado el camino fácil a quienes investigan un posible nexo irregular entré él y el gobierno ruso
WASHINGTON — El presidente estadounidense, Donald Trump, ha llamado a la investigación sobre Rusia una farsa, una cacería de brujas y noticias falsas. Sin embargo, desde que asumió el cargo, Trump ha tratado de poner fin a la indagatoria sobre la posible coordinación de su campaña con Rusia durante la elección presidencial de 2016, lo que lo deja expuesto a cuestionamientos sobre si esos esfuerzos constituyen intentos de obstrucción a la justicia.
Un análisis de The New York Times encontró un esfuerzo continuo –alejado de las cámaras y los micrófonos– por parte de Trump para socavar las múltiples investigaciones que han tocado su presidencia. Eso incluye el intento de descarrilar a las autoridades federales a través de nombramientos políticos estratégicos y una campaña pública para desacreditar la investigación sobre Rusia, encabezada por el fiscal especial, Robert Mueller.
A continuación, algunos puntos claves del informe del Times sobre la presión dentro del gobierno de Trump para proteger al presidente de esas investigaciones.
Después de someter a su primer fiscal general, Jeff Sessions, a una prolongada humillación por la decisión de Sessions de rehusarse a supervisar la investigación sobre Rusia y después despedirlo, Trump preguntó a su recién instalado fiscal general interino, Matthew G. Whitaker, si uno de los aliados del presidente podía asumir el control de la investigación federal en Nueva York que involucra al mandatario.
Whitaker, un funcionario fiel a Trump que dijo a las personas que su trabajo era proteger al presidente, dijo que no. La persona que Trump deseaba poner a cargo, Geoffrey S. Berman, el fiscal de Estados Unidos para el distrito sur de Nueva York, ya se había rehusado debido a otro conflicto de interés.
Whitaker dijo a asociados que parte de su trabajo era “arrojarse sobre una granada” para proteger al presidente, un comentario del que no se había informado previamente. Sin embargo, no hay evidencia de que Whitaker tomó medidas extraordinarias para combatir la creciente indagatoria de los fiscales del Departamento de Justicia. Aunque Whitaker sí mencionó a algunos asociados que los fiscales de Nueva York necesitaban la “supervisión de un adulto”.
Los ataques del presidente contra los investigadores a través de Twitter y en entrevistas públicas rebasaron los límites de su crítica habitual a individuos y se convirtieron en un mosaico de esfuerzos para socavar cada faceta de la investigación. Eso incluye atacar a los investigadores, cuestionar la legitimidad de las herramientas de investigación de las autoridades y desacreditar a los testigos, la mayoría de los cuales eran aliados cercanos a los que anteriormente alabó.
El presidente aplaudió los esfuerzos de los congresistas republicanos fieles a él que comenzaron a investigar los casos y presionaron para obtener detalles sobre los procedimientos confidenciales de la investigación del Departamento de Justicia. Una de las personas fieles a él, el congresista Matt Gaetz, un republicano de Florida en su segundo periodo, lideró esta campaña en julio de 2017 mientras esperaba un vuelo y mataba el tiempo en el aeropuerto.
A los abogados de Trump les gustó la campaña de los legisladores para erosionar la confianza de los estadounidenses en el FBI, la principal agencia de aplicación de la ley en el gobierno federal. Especialmente les gustó que Trump haya sido un participante persistente y público en dicha campaña, porque, los abogados afirman, es poco probable que Trump pudiera ser parte de una conspiración secreta.
Los abogados de la Casa Blanca estaban preocupados sobre las distintas versiones públicas en torno a las razones detrás de la repentina partida. Michael Flynn renunció el 13 de febrero de 2017, después de que se informó que estuvo en contacto con el embajador ruso en Estados Unidos a finales de 2016 y hablaron sobre las sanciones recientes al gobierno de Barack Obama. Flynn dijo que renunció porque “de manera inadvertida” engañó al vicepresidente Mike Pence y otros altos funcionarios de la Casa Blanca sobre sus conversaciones con el embajador ruso.
Al día siguiente, el presidente y sus asesores se reunieron en el Despacho Oval para discutir cómo explicar la partida de Flynn. Uno de los asesores mencionó de paso que el presidente de la Cámara de Representantes en ese entonces, Paul Ryan de Wisconsin, dijo a los reporteros que el presidente había pedido la renuncia de Flynn. A Trump le gustó más esa versión que la explicación de que Flynn entregó su carta de renuncia, e instruyó a su secretario de prensa en ese momento, Sean Spicer, a “decir eso” cuando informara a los medios.
Durante un almuerzo con uno de sus aliados desde hace mucho tiempo, Chris Christie, el exgobernador republicano de Nueva Jersey, Trump dijo que despedir a Flynn acabaría con la indagatoria sobre Rusia.
“Este asunto sobre Rusia está totalmente terminado porque despedí a Flynn”, dijo Trump, de acuerdo con nuevo libro de Christie.
Christie no estuvo de acuerdo con esa evaluación. “Este asunto sobre Rusia no está cerca de terminar”, escribió Christie que le dijo a Trump. El presidente estadounidense respondió: “¿A qué te refieres? Flynn se reunió con los rusos. Ese era el problema. Yo despedí a Flynn. Se acabó”.
Jared Kushner, el yerno y principal asesor del presidente, también estaba en el almuerzo con Christie y vio el despido de la misma manera que su suegro. “Así es, despedir a Flynn acaba con todo el asunto ruso”, dijo Kushner, de acuerdo con el libro de Christie.