El día que el odio llegó al santuario de la tolerancia
WELLINGTON, Nueva Zelanda — Musulmanes en toda Nueva Zelanda, integrantes de una pequeña comunidad muy unida compuesta por alrededor de cincuenta mil personas, pasaban momentos amargos mientras averiguaban el 15 de marzo si sus seres queridos estaban entre las víctimas de un ataque a dos mezquitas en la ciudad de Christchurch, que hasta el momento ha causado la muerte de 49 personas y ha dejado lesionadas a 50.
“Nadie contesta sus teléfonos”, dijo Nasreen Hanif, una vocera del Consejo de Mujeres Islámicas de Nueva Zelanda, con sede en Auckland, a 85 minutos en avión de Christchurch. “No sabemos si están en el hospital o si no nos podemos comunicar con ellos. Algunos han publicado que están a salvo, pero otros no lo han hecho”.
Dijo que unos padres esperaban a tener noticias de su hijo, a quien no localizaban.
“Se suponía que irían a almorzar después de los rezos”, dijo la vocera. Fue durante los rezos del viernes que dos mezquitas fueron atacadas por al menos un tirador. Los nombres de las víctimas no se han dado a conocer.
Durante la noche del viernes, los cuerpos permanecían en las dos mezquitas, las cuales fueron acordonadas por la policía, y decenas de personas eran atendidas en el hospital Christchurch.
La primera ministra Jacinda Ardern calificó las ejecuciones como un ataque terrorista “bien planeado”.
Para los musulmanes en Nueva Zelanda y en el extranjero, la masacre generó tristeza e indignación: fue un crimen y una tragedia, pero también, ante los ojos de muchos, un evidente acto de odio generado por años de opiniones antimusulmanas.
Funcionarios en varios países de mayoría musulmana —incluidos Indonesia, Malasia y Pakistán— condenaron los ataques como una consecuencia de los prejuicios religiosos y racistas.
Retno Marsudi, ministra de Relaciones Exteriores de Indonesia, enfatizó el horror de los tiroteos ocurridos durante los rezos del viernes.
Un portavoz de Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco, calificó los ataques de “racistas y fascistas”.
“Este cobarde acto muestra cómo la retórica antimusulmana y el odio conducen a actos de asesinatos”, escribió en Twitter el vocero, Ibrahim Kalin. “El mundo debe romper el silencio sobre el odio islamofóbico”.
No obstante, líderes musulmanes en todo el territorio de Nueva Zelanda subrayaron que los ataques no eran característicos del país, un lugar que muchos de ellos asocian con la paz.
“Los musulmanes han estado en Nueva Zelanda durante mucho tiempo y los musulmanes nunca han tenido ningún problema en Nueva Zelanda”, dijo Ibrar Sheikh, secretario de la mezquita Al Mustafa Jamia Masjid en Auckland. “Solo porque uno o dos individuos han tomado esta postura, no significa que exista un ataque contra las personas que viven en Nueva Zelanda”.
Dijo que las muertes afectarían a los musulmanes en todo el país. “Todos se conocían”, dijo, y agregó que no había podido contactar a amigos que habían asistido a los rezos en las mezquitas de Christchurch el viernes.
Las dos mezquitas atacadas en Christchurch eran, como la mayoría de las mezquitas en Nueva Zelanda, “unas Naciones Unidas” de etnicidades, dijo Sheikh, en vez de albergar a miembros de un grupo étnico en particular.
Los primeros musulmanes que llegaron a Nueva Zelanda —una familia indobritánica— se establecieron en Christchurch en 1854. Una inmigración musulmana a mayor escala comenzó en la década de los setenta, con el arribo de familias y estudiantes de las islas del Pacífico. La región de Canterbury, que incluye a Christchurch, ha sido un área en constante crecimiento.
De acuerdo con Abdullah Drury, un académico que completó hace dos años una historia de la migración musulmana en Nueva Zelanda, la población musulmana en Canterbury llegó a un punto en 1977 en el que una asociación formal podía ser registrada y formada. El grupo instaló tres años después el primer lugar de oración en la isla Sur de Nueva Zelanda en Christchurch.
La migración musulmana se aceleró durante las décadas de los noventa y la de los dos mil con inmigración proveniente de países devastados por la guerra como Irak y Afganistán. En un país de casi cinco millones de habitantes, más de 46.000 se identifican como musulmanes, de acuerdo con el censo de 2013, un incremento del 30 por ciento desde 2006.
La investigación muestra que la mayoría de los musulmanes en Nueva Zelanda son sunitas, con una gran minoría chiita y algunos musulmanes ahmadíes.
Ahora, dice Hanif, una comunidad unida debe volverse aún más cercana: las dos mezquitas que fueron atacadas el viernes ya habían solicitado ayuda con la organización de los funerales.
Ardern, la primera ministra, destacó que muchas de las víctimas eran inmigrantes.
“Para muchos puede ser que este no haya sido el lugar donde nacieron”, dijo. “Para muchos, Nueva Zelanda fue su elección, el lugar que escogieron para llegar y con el cual comprometerse, el lugar que eligieron para criar a sus familias”.
Ardern agregó que Nueva Zelanda no había sido un objetivo porque era un lugar a salvo del odio, del racismo y del extremismo.
“Fuimos escogidos precisamente por el hecho de que no somos ninguna de esas cosas”, dijo. “Porque representamos la diversidad, la amabilidad, la compasión, un hogar para aquellos que comparten nuestros valores, un refugio para aquellos que lo necesitan. Esos valores no serán y no pueden ser sacudidos por este ataque”.
Charlotte Graham-McLay reportó desde Wellington y Damien Cave desde Sídney.