El nuevo rol del racismo en el Siglo XXI, no es más que el viejo temor a lo inconcebible
La teoría del remplazo es una postulación racista y misógina que sostiene que los blancos están frente a un declive existencial, incluso cercanos a la extinción, debido al aumento de la inmigración en países occidentales y la disminución en las tasas de natalidad entre las mujeres blancas (que dicen es provocada por el feminismo, por supuesto).
Ese es esencialmente todo el argumento; en términos de retórica, la teoría tiene casi la misma profundidad que la que afirma que la Tierra es plana, pero con menos rigor científico. Los blancos no van a extinguirse. Como grupo, es posible que quizá solo se estén convirtiendo en un porcentaje menor de la población en Estados Unidos y Europa, pero qué tan “menor” es una pregunta aún incierta para los demógrafos, pues el futuro es incierto y la demografía es una ciencia imprecisa.
La demografía no es el destino. Aun si, dentro de unas décadas, los blancos se vuelven una minoría racial entre los estadounidenses, no van a perder en automático la mayor parte de su enorme poder económico y político, porque esto es Estados Unidos, donde la desigualdad se tolera y una minoría política acaudalada puede retener su dominio de manera indefinida, gracias al Senado y al Colegio Electoral.
Sin embargo, lo que le falta en fundamento fáctico a la idea del “gran remplazo” cualquiera lo compensa con una promoción digital atractiva. A la teoría de la extinción de la raza blanca le va bien en línea. Ha encontrado a su público más devoto entre un cierto tipo de seudoagitadores que viven en sótanos, a quienes esta idea les ofrece tanto una explicación con la cual lamentarse sobre sus circunstancias personales como un conjunto de antagonistas convenientes (a grandes rasgos, la culpa es de mujeres que traicionan la raza y son sexualmente empoderadas, de los inmigrantes y de los judíos que presuntamente controlan todo el sistema).
La teoría también ha encontrado un punto de apoyo en círculos políticos más convencionales. Donald Trump ha cortejado a algunos usuarios de Twitter que abogan por la teoría de la extinción de la raza blanca, el comentarista de Fox News Tucker Carlson recurre a esta de vez en cuando y el representante por Iowa Steve King la acoge sin vacilar.
Para darse a conocer realmente, la teoría necesitaba una etiqueta, algo llamativo. Algunos han intentado usar el término “genocidio blanco” para difundirla, pero no ha ganado tracción, quizá debido a que una denuncia de “genocidio” debe implicar muertes masivas inequívocas y esto se trata de un cambio demográfico gradual y pacífico. Como lo señala crudamente un creador en YouTube que hizo un video fantástico para refutar la teoría: “Eso sí que es privilegio blanco: hasta nos toca la versión linda del genocidio”.
Entonces llegó el término: “El gran remplazo”. Para los supremacistas blancos este tiene varias ventajas de promoción. En primer lugar, suena un poco intelectual. La frase fue acuñada en 2012, como Le grand remplacement, por el escritor francés Renaud Camus, lo cual le da a todo el movimiento una capa de intelectualismo. “Remplazo” también suena más propio que “genocidio”, además de que coincide con un esfuerzo a largo plazo de los supremacistas blancos para construirse una imagen más amena (es por eso que el nuevo término hípster para el partidario de la supremacía blanca es “identitario”, aunque para mí eso suena como una preferencia alimenticia de alguien que vive en Brooklyn).
No obstante, para los influenciadores racistas incipientes la característica de promoción más atractiva del “gran remplazo” es que ofrece increíbles posibilidades en cuanto a resultados de búsqueda. En Google y YouTube no existen muchos sitios y videos relacionados con esa frase clave; es decir, no hay muchas fuentes que refuten sus argumentos.
Esto nos lleva a la razón por la que estoy escribiendo este artículo ahora, para rebatir la teoría: cuando un hombre asesinó a cincuenta personas en Christchurch, Nueva Zelanda, el 15 de marzo, tituló su descabellado manifiesto El gran remplazo.
“El atacante estructuró su texto no solo para apelar al público, sino también a los algoritmos”, dijo Joan Donovan, directora del Technology and Social Change Research Project en la Universidad de Harvard. “Hay una faltante de datos relacionados con ‘el gran remplazo’, por lo que sería muy fácil ocupar ese vacío en la página principal de Google”.
Eso fue exactamente lo que sucedió. Luego de la masacre, las búsquedas en Google de “gran remplazo” se dispararon. Además, pese a que la búsqueda respectiva de Google arroja varios artículos y videos escépticos sobre la frase, también muestra mucho contenido a favor de la conspiración. En un inicio, el manifiesto del atacante de Christchurch salió en la primera página de los resultados de búsqueda.
Por lo tanto, consideren esta columna un intento por llenar ese vacío de datos. Hay investigaciones que demuestran que cuando le presentas a una persona blanca hechos que refutan la teoría de la extinción de la raza blanca, su inquietud y su ansiedad respecto al cambio demográfico disminuyen.
Así que, a todos los que buscaron “gran remplazo” y obtuvieron este artículo como resultado, les comparto algunos hechos:
Las categorías raciales son confusas y hay un gran debate en curso entre los demógrafos acerca de cómo se identificará en el futuro uno de los grupos raciales de más rápido crecimiento: la gente de raza mixta con un padre blanco. Puede ser que no sean considerados “blancos”. También podría suceder que se casen con alguien blanco, y tengan hijos mayormente blancos y que, en general, se vean absorbidos por la corriente predominante de la cultura blanca, algo que ha sucedido con generaciones previas de inmigrantes que no eran considerados blancos (como los europeos del sur o del este). En las definiciones más inclusivas de lo que se considera ser blanco, Estados Unidos seguiría siendo una sociedad de mayoría blanca de manera indefinida.
Es cierto que hay algunos problemas sociales perniciosos que afectan a los estadounidenses de raza blanca, entre ellos un aumento en el índice de muertes por sobredosis y suicidios conocidos como “muertes por desesperanza”.
Sin embargo, estas tendencias negativas no son únicamente una cuestión racial. En una amplia gama de medidas de salud, como la mortalidad infantil y la expectativa de vida, los estadounidenses blancos no son ni los peor ni los mejor parados respecto a la población saludable; están en alguna posición en el medio. Además, los blancos siguen siendo por mucho los estadounidenses más adinerados. El patrimonio neto promedio de una familia estadounidense de raza negra es aproximadamente solo el 15 por ciento del total de una familia estadounidense blanca promedio. Otros grupos vivieron una caída neta en su riqueza durante los seis años posteriores a la recesión de 2007-2008, mientras que el patrimonio neto de las familias blancas “permaneció esencialmente inalterado”, de acuerdo con encuestas gubernamentales. Los blancos estadounidenses también son menos proclives a vivir en la pobreza, en comparación con personas de otras razas, y es más probable que pertenezcan al estrato de los superricos. Casi todos los directores ejecutivos multimillonarios estadounidenses y donantes políticos importantes son de raza blanca.
El congreso actual es, en términos raciales, el más diverso en la historia de Estados Unidos; aun así casi ocho de cada diez miembros son blancos. De los 45 presidentes de la nación todos excepto uno han sido blancos, y ese era mitad blanco. Según mis cálculos, ahora mismo hay diecisiete precandidatos demócratas para la elección de 2020: once de ellos, casi dos terceras partes, son blancos; de esos, dos son los que han recaudado la mayor cantidad de fondos hasta el momento.
Es claro que la sobrerrepresentación política blanca posiblemente disminuya, pero no sucederá rápida ni drásticamente. De acuerdo con una proyección, el 59 por ciento del electorado será blanco en la votación estadounidense de 2036.
El gran remplazo es una mentira. Estados Unidos se está haciendo más diverso, pero los blancos no van a perder ni por asomo su dominio en ese país ni en el mundo.