Acusada de ser un instrumento utilizado por algunos países para localizar a sus oponentes, Interpol ha revisado los procedimientos de publicación de sus famosas “notificaciones rojas”, pero esto ha sido insuficiente para protegerlos plenamente.
Estas notificaciones permiten informar a los 194 Estados miembros de esta organización internacional de policía criminal de que los tribunales de un país han dictado una orden de detención contra una persona.
Así, en base a una de estas circulares emitidas tras un pedido de El Cairo, Sayed Abdellatif -que tras sufrir torturas en Egipto huyó de su país y pidió asilo a Australia en 2012- estuvo detenido cinco días en un campo de refugiados australiano, antes de que la notificación fuera levantada.
El líder uigur naturalizado alemán, Dolun Isa, fue también atormentado durante mucho tiempo por una circular emitida a petición de Pekín; así como el autor turco Dogan Akhanli, que estuvo bloqueado durante varios meses en España en 2017 tras un pedido de extradición de Ankara transmitido a Interpol.
Estos casos son algunos de los muchos denunciados por la ONG londinense Fair Trials, que alerta sobre los casos de periodistas, defensores de los derechos humanos u oponentes detenidos tras la emisión poco minuciosa de estas notificaciones internacionales.
Entre las 13.000 circulares emitidas cada año, Fair Trials no puede decir cuántas están “motivadas políticamente” o son “abusivas”.
Pero uno de sus directores, Alex Mik, explica a la AFP que “se han observado casos por parte de Egipto, Azerbaiyán, Emiratos Árabes Unidos, Venezuela, Irán, Indonesia, Bahrein, Rusia, China y Turquía”.
– Un cambio en el sistema –
La acción de los defensores del abogado boliviano Mauricio Ochoa Urioste, refugiado en Uruguay y condenado en su país a 9 años de cárcel, abrió la vía para un cambio en el sistema de circulares rojas de Interpol.
A finales de 2014, el secretario general de la organización, el alemán Jürgen Stock, lanzó una reforma bautizada “política de refugiados” que instauraba nuevos controles.
Después, Interpol revisó el funcionamiento de la Comisión de Control de Expedientes (CCF) que filtra las “notificaciones rojas” y, desde 2017, quienes las impugnan tienen acceso a un sistema más transparente.
Pero ésto no ha sido suficiente para detener los abusos, como lo demostró el caso del futbolista de Barein refugiado en Australia, Hakeem Ali Al-Araibi, que fue detenido durante 70 días en Tailandia en base a una circular roja.
“Aún queda mucho por hacer para asegurar que Interpol armonice su sistema con los derechos humanos”, dijo Mik, quien pidió “una mejor recopilación de datos” y mayores recursos para supervisar “la eficacia de las reformas”.
En respuesta a una pregunta de las AFP, el Secretario General de Interpol explicó que “los controles de las circulares dependen de la información disponible en el momento de la solicitud. Si surge nueva información relevante, se revisa el caso”.
Para Alain Bauer, profesor de criminología en Francia, “hay que acelerar los plazos en caso de que se quiera apelar las decisiones de la CCF, con una especie de procedimiento rápido para las situaciones particularmente descabelladas”. Sugiere también “un mejor control para los países complicados”.
La selección se ha vuelto mucho más complicada desde que se simplificó el proceso de emisión de las circulares rojas después del 11 de septiembre 2011.
Además, el CCF admitió en su último informe anual que algunos países cuyas solicitudes de circulares han sido rechazadas pasan por alto los controles inscribiendo los pasaportes de sus objetivos en las listas de documentos “perdidos o robados” de Interpol.
“No estamos ciegos frente a los cambios geopolíticos”, afirma Stock, para quien Interpol sigue siendo “un actor vital” en la seguridad mundial precisamente porque incluye a países que están aislados diplomáticamente o en guerra.
Para Bauer, la cuestión es casi insoluble. “Interpol es sólo un medio de transmisión de información (….) Y también hay verdaderos criminales en las dictaduras”.