VARSOVIA — Cuando era niño en una pequeña ciudad al sur de Polonia, parte de una familia religiosa y una comunidad conservadora, a Maciej Gosniowski le dijeron una y otra vez que algo estaba mal en él.
“Sería mejor que cambiaras”, recordó que los profesores le decían. “Sería mejor que me comportara más como un niño. Eso me haría la vida más fácil”, pensaba.
Gosniowski era golpeado por otros estudiantes que le proferían insultos homofóbicos que aún no entendía. Ahora no quiere que otros jóvenes sufran como él, así que celebró la decisión que tomó el alcalde de Varsovia de ofrecer una declaración el mes pasado con el propósito de promover la tolerancia.
Sin embargo, las represalias a la declaración lo han consternado.
El partido gobernante de Polonia, Ley y Justicia, ha aprovechado la declaración y el tema de los derechos de las personas homosexuales en su campaña para las elecciones de la Unión Europea en mayo y para las elecciones nacionales a finales de este año.
Aunque el partido alguna vez atacó a los migrantes al describirlos como una amenaza al alma del país, las personas homosexuales se han convertido en el enemigo público número uno en las semanas recientes.
Es parte de una tendencia creciente en toda Europa del Este y central, donde los partidos nacionalistas y populistas están recurriendo cada vez más a los asuntos culturales, y a los ataques contra las personas homosexuales, para movilizar a sus simpatizantes.
Desde Rumania, donde el gobierno intentó y no pudo cambiar la constitución para prohibir el matrimonio igualitario, hasta Hungría, donde las personas homosexuales son denigradas como una amenaza a las familias tradicionales, la sigla LGBT está siendo desdeñada como parte de una lucha más amplia en contra de lo que los nacionalistas y populistas llaman “valores europeos”.
Jaroslaw Kaczyński, líder de Ley y Justicia y el político más poderoso en Polonia, aprovechó la convención del partido en marzo para declarar que esta era una guerra que Polonia debe ganar para sobrevivir.
“Como lo sabemos actualmente, todo se reduce a la sexualización de los niños desde la infancia más temprana”, comentó. “Debemos combatir esta situación. Debemos defender a la familia polaca. Debemos defenderla con furia porque nos enfrentamos a una amenaza a la civilización, no solo para Polonia, sino para toda Europa, para toda la civilización que se basa en el cristianismo”.
Las bases del partido se han movilizado para atender este llamado.
“Creo que Polonia será una región libre de la comunidad LGBT”, dijo Elzbieta Kruk, quien es parte de la lista de políticos del partido que buscan una curul en el Parlamento Europeo. “Espero que así sea”.
También se han unido al movimiento los principales personajes polacos de la iglesia católica romana, una institución que se ha visto afectada por escándalos relacionados con el abuso sexual por parte de los sacerdotes.
El reverendo Marek Dziewiecki, reconocido sacerdote y educador católico, le dijo a una estación local de radio durante una entrevista reciente que el signo de más en la sigla “LGBTQ+” significaba “pedófilos, zoófilos, necrófilos”, y que el objetivo supremo era “convertir a las personas en erotómanas infértiles”.
“Creo que Polonia será una región libre de la comunidad LGBT”.
Cuando cerca de 1500 simpatizantes de grupos de extrema derecha llegaron este mes a Czestochowa, el sitio más sagrado de Polonia, el reverendo Henryk Grzadko les advirtió a los asistentes que Polonia estaba viviendo una “invasión a la civilización”.
“Todo se trata de que ondean una bandera de arcoíris e intentan robar nuestros valores internos, como la verdad, el amor, la vida humana, la familia basada en el matrimonio y la moralidad basada en el Evangelio y el Decálogo”, dijo durante su homilía en una misa para los asistentes.
Rafal Trzaskowski, alcalde de Varsovia, quien emitió la declaración de tolerancia, dijo que, aunque esperaba una respuesta cínica por parte del gobierno, le preocupaba el tipo de propaganda que los medios estatales habían producido.
Era el mismo tipo de odio que llevó a que un hombre apuñalara mortalmente al alcalde de Gdansk, Pawel Adamowicz, durante una transmisión televisiva en vivo este año, dijo.
“Están basando su política en el miedo”, dijo en una entrevista en su oficina en el ayuntamiento. “Comenzaron hace unos años con los refugiados cuando describieron un panorama abismal de que nos están invadiendo cientos de miles de migrantes que violarán a nuestras mujeres y traerán enfermedades a Polonia. Ahora están haciendo exactamente lo mismo”.
Sin embargo, él no cree que funcione. En 2015, cuando Ley y Justicia llegó al poder, una mayoría abrumadora de polacos estuvo de acuerdo con la idea de que debían tomarse más medidas para asegurar las fronteras de Europa y protegerlas de los migrantes.
Esa amenaza es cosa del pasado en su mayor parte, y el asunto no resuena como alguna vez lo hizo, de acuerdo con una encuesta que publicó el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores esta semana.
“Aunque la migración es importante para algunos electores, no es el único campo de batalla para obtener votos antes de las elecciones del Parlamento Europeo”, declaró el grupo mediante un comunicado.
Trzaskowski, el alcalde de Varsovia, dijo que no creía que atacar a las personas homosexuales fuera tan efectivo como la campaña en contra de los migrantes.
“La mayoría de los polacos no se tragarán la idea de que las personas homosexuales ponen en peligro nuestra cultura o nuestros valores”, comentó.
La declaración de Varsovia hace un llamado a favor de la educación sexual en las escuelas, de que se sigan los lineamientos establecidos por la Organización Mundial de la Salud y de que haya un refugio en la ciudad para las personas rechazadas por sus familias y su comunidad.
Chrzanowski añadió que espera que algún día no muy lejano todas las escuelas tengan un “guardián del faro”, alguien a quien los estudiantes puedan recurrir para obtener consejos sin temor a que los juzguen.
Gosniowski, quien decidió salir del clóset poco después de que lo golpearon en el bachillerato y trabaja junto con un grupo de artistas drag en el país, dijo que ahora se sentía seguro respecto a su sexualidad.
Hace poco, durante el almuerzo en una cafetería de Varsovia, usó una sudadera rosa y enormes arracadas de oro que sobresalían bajo su larga cabellera rubia, una declaración definitiva de estilo en un país donde la no conformidad aún puede tener un alto precio.
Joanna Berendt colaboró con este reportaje.