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El duelo entre EE. UU. y China vuelve a amenazar la economía global

El duelo entre EE. UU. y China vuelve a amenazar la economía global
Puerto de Tacoma, en Washington, Estados Unidos. El conflicto cada vez más intenso entre las dos economías más grandes del mundo se ha convertido en la mayor amenaza para la suerte mundial. Mientras los líderes de Estados Unidos y China contemplan abiertamente cómo infligirse dolor mutuamente, el resto del mundo se preocupa por convertirse en un daño colateral en una guerra comercial en alza. (Matthew Ryan Williams / The New York Times)

En tiempos normales, las preocupaciones por el estado de la economía global suelen unir a los líderes de los países más grandes con el fin de garantizar una mayor seguridad. Pero no vivimos tiempos normales.

LONDRES — El conflicto cada vez más intenso entre las mayores economías del mundo, Estados Unidos y China, se ha convertido en una gran amenaza para las finanzas del planeta. Mientras sus líderes contemplan abiertamente cómo afectar o entorpecer sus planes, el resto del mundo se preocupa por no convertirse en el daño colateral de esa guerra comercial.

Hace solo una semana, China y Estados Unidos parecían avanzar hacia el enfriamiento de sus hostilidades, mientras que las perspectivas económicas mundiales estaban mejorando. Las preocupaciones sobre la desaceleración mundial estaban dando paso a la esperanza de una expansión.

Los temores sobre el debilitamiento de la economía china ya estaban pasando y el presidente Donald Trump anunció un acuerdo comercial que iba a firmarse pronto. Eso mejoró las perspectivas de las economías asiáticas que dependen del comercio mundial como Japón, Corea del Sur y Taiwán. Europa, una fuente de preocupación perpetua, también mostraba signos de renovación. Y, desafiando a los escépticos, la economía de Estados Unidos se mantuvo.

Pero a fines de la semana pasada, mientras Trump aumentaba considerablemente los aranceles para productos chinos por un valor de 200.000 millones de dólares, el mundo lidiaba con la posibilidad de que la guerra comercial costara un tesoro. La preocupación aumentó el lunes cuando Pekín tomó represalias y el gobierno de Trump detalló los planes para imponer aranceles del 25 por ciento a prácticamente todos los bienes que China envía a Estados Unidos.

Tanto para las empresas como para los consumidores, eso plantea la posibilidad de tener que pagar pronto precios más altos por los bienes, una realidad que desalienta el comercio.

“Un escenario de escalada sería terrible para todos”, dijo Gabriel Sterne, director de investigación global de Oxford Economics en Londres. “Un impacto negativo en el flujo comercial va a ser malo para el crecimiento mundial durante varios años. Son malas noticias para casi todo el mundo”.

Si ambas partes siguen con sus amenazas arancelarias, la producción económica anual de China se reducirá en un 0,8 por ciento, mientras que Estados Unidos experimentará una reducción de 0,3 por ciento en su crecimiento anual, según Oxford Economics.

Esos números son pequeños en el gran esquema de las cosas, pero el daño podría sentirse de manera grave en industrias que están especialmente expuestas a la guerra comercial, como la agricultura estadounidense y los fabricantes de productos electrónicos chinos. Esa debilidad quedó de manifiesto el miércoles por los recientes indicios de que la economía de China se está desacelerando y por cifras más bajas para las ventas minoristas y los pedidos de fábricas en Estados Unidos.

Esta situación podría ser especialmente grave para los países que más dependen del comercio como Singapur, Malasia, México y Japón.

En el centro de todos estos problemas se encuentra China, el país más poblado del mundo. Su desarrollo vertiginoso en las últimas décadas ha sumado a cientos de millones de consumidores al mercado global, al tiempo que suministra una gran cantidad de productos de bajo costo.

Y como China es la fuente de aproximadamente un tercio del crecimiento económico mundial, cualquier interrupción de su comercio equivale a un evento mundial.

Trump ha diseñado sus aranceles para perjudicar a China y así presionar a sus líderes políticos con el fin de que acepten eliminar los subsidios a las empresas estatales, dejar de exigir la propiedad intelectual de las empresas estadounidenses y abrir sus mercados a competidores extranjeros. Hasta la semana pasada, el presidente estadounidense insistía en que un acuerdo comercial con China era inminente. Luego acusó abruptamente al gobierno de ese país de incumplir sus compromisos y optó por aumentar los aranceles.

La fuerte escalada se produce en un momento especialmente difícil para la economía mundial, poniendo en peligro lo que parecía ser una estabilización de la economía china, aunque de manera gradual.

Los volúmenes de carga importados por China aumentaron en abril, según un análisis de datos de UBS, la institución bancaria de inversión global. En todo el mundo, la carga aérea aumentó en marzo en comparación con el año anterior, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo.

Pero estas tendencias son frágiles. La carga aérea ha disminuido casi un 4 por ciento desde su punto máximo en 2017. Fuera de China, la fabricación en Asia se ha desacelerado durante gran parte de los últimos dos años. Resulta casi seguro que una guerra comercial entre Estados Unidos y China, dos países que en conjunto representan aproximadamente el 40 por ciento de la producción económica mundial, agravará la situación.

Según el análisis de Oxford Economics, en el último año las exportaciones a China desde Japón, Taiwán, Corea del Sur, Tailandia y Vietnam se han desplomado en un 14 por ciento, o alrededor de 6,3 mil millones de dólares.

Esos mismos países han elevado sus exportaciones a Estados Unidos en un porcentaje similar. Pero ese país es un socio comercial menos importante, y el aumento asciende a menos de 2 mil millones de dólares.

En Europa, la guerra comercial se ha convertido en otra fuente de preocupación en un momento de poco crecimiento.

La expectativa por el hecho de que la problemática salida del Reino Unido de la Unión Europea perjudicaría el comercio en todo el continente había disminuido, al menos en el plazo inmediato, porque Londres y Bruselas acordaron extender sus procedimientos de separación hasta fines de octubre.

Alemania, la mayor economía del continente, había moderado los temores de debilidad, con datos que muestran un aumento en los pedidos de fábrica y las exportaciones. Las exportaciones de Alemania a China aumentaron más de un 5 por ciento en marzo, en comparación con el año anterior.

Pero gran parte de lo que Alemania envía al gigante asiático equivale a las piezas de los aparatos industriales de China: piezas de automóviles, motores, maquinaria eléctrica y otros equipos usados en las operaciones de fabricación. Si las operaciones de las fábricas chinas se desaceleran frente a los aranceles estadounidenses, la demanda por los productos alemanes probablemente disminuirá.

En Italia y Francia, la actividad industrial se ha debilitado en los últimos meses.

“Para Europa, esto sucede en un momento muy delicado”, dijo Kjersti Haugland, economista jefe de DNB Markets, un banco de inversiones en Noruega. “El crecimiento vuelve a ser muy débil”.

La guerra comercial ya ha asustado a los mercados mundiales de valores, lo que provocó caídas en los precios de las acciones en los últimos días.

Si el temor de los inversores se profundiza, es casi seguro que el dinero fluirá hacia el último refugio seguro: el dólar estadounidense. Lo más probable es que esto esté acompañado por el dinero que sale de los mercados emergentes, lo que agravará las crisis en Argentina y Turquía, al tiempo que reducirá el valor de las monedas en general, desde Brasil hasta Sudáfrica y la India.

La caída de las monedas hará que los productos importados sean más caros en esos países, obligando a las personas pobres a pagar más por alimentos, combustible y transporte.

Después de subir a principios de este año, las divisas y los precios de las acciones en los mercados emergentes han caído precipitadamente en las últimas semanas.

La pregunta clave es cuánto tiempo durarán las hostilidades comerciales.

La estrategia de Trump parece estar avivando la ira nacionalista en China, donde el gobierno del Partido Comunista se apoya en esos sentimientos con fines de propaganda. Eso podría endurecer la voluntad de los líderes chinos por mantener su posición, ya que temen las consecuencias políticas de ceder ante los ataques del líder estadounidense.

Esa situación no parece favorecer la expansión del comercio global, que creció aproximadamente un 4 por ciento en 2017, luego se desaceleró a 2 por ciento el año pasado y puede contraerse este año.

“Cuando el crecimiento en los volúmenes de comercio se torna negativo, es el momento para empezar a analizar más detenidamente algún tipo de escenario de recesión”, dijo Marie Owens Thomsen, economista jefe global de Indosuez Wealth Management en Ginebra. “Las cosas se ven más desconcertantes y aumentan los riesgos”.

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