SAN JUAN, Puerto Rico — Los puertorriqueños, con banderas en mano, salieron a las calles de San Juan el miércoles hasta convertirse en miles y durante horas esperaron el inicio de una multitudinaria protesta. Llenaron una avenida bordeada de palmeras, un mar de gente que cubría cada centímetro desde el imponente Capitolio hasta el malecón con un solo mensaje: el gobernador debe marcharse.
Después, profesores y líderes sindicales, activistas de toda la vida y novatos, estudiantes y sus padres y madres empezaron a avanzar a pie para intentar llegar a la mansión del gobernador donde los esperaban más manifestantes. Por quinto día consecutivo, exigieron la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló. Igual que el lunes, la noche concluyó en medio de caóticos enfrentamientos con la policía.
Esta vez había más manifestantes apretujados en las estrechas calles coloniales del Viejo San Juan, entre ellos un grupo que se enfrentó con las autoridades durante horas. Policías con equipo antimotines emplearon gas lacrimógeno y balas de goma. Los jóvenes manifestantes posaron una bandera de Puerto Rico —pintada de negro, blanco y gris en lugar de los tradicionales rojo, blanco y azul— en el suelo, frente a la mansión del gobernador.
En apariencia, los manifestantes protestaban contra las conversaciones arrogantes y groseras entre el gobernador y su círculo cercano en un chat grupal que se filtró y la serie de arrestos por corrupción de un grupo de políticos de alto nivel. Pero las demostraciones en las calles del Viejo San Juan eran más bien un rechazo a décadas de escándalos y malos manejos que involucran a líderes adinerados y desconectados que una y otra vez se han beneficiado a costa del sufrimiento de los puertorriqueños.
La indignación que desató la filtración de los chats ha llevado al Estado libre asociado de Estados Unidos a una encrucijada de consecuencias más amplias. Por ahora, Rosselló todavía gobierna; pero permanece la duda sobre cómo sería gobernado Puerto Rico entre tantas dificultades.
Algunos de los ambiciosos objetivos de Rosselló, entre ellos su promoción de la estadidad, ahora casi con certeza quedarán archivados, y la disminución de su poder le ha dado combustible político al presidente Donald Trump, quien ha ridiculizado a los líderes de la isla y los ha descrito como incompetentes en cuanto al manejo de los fondos federales para desastres.
Ahora Trump se dice reivindicado, aunque algunas de las dificultades de Puerto Rico no son por completo culpa de la isla. Durante años, los grandes inversionistas de Wall Street se beneficiaron de la disposición del gobierno puertorriqueño a seguir adquiriendo deuda. La reestructuración de la bancarrota de la isla ha tenido un costo en empleos y, en un momento, amenazó las pensiones y tradicionales bonos navideños de los empleados del sector público.
“Están sucediendo muchas cosas malas en Puerto Rico”, dijo Trump en un par de tuits. “Conozco bien al pueblo de Puerto Rico y son geniales. ¡Pero muchos de sus dirigentes son corruptos y están desfalcando al gobierno de Estados Unidos!”.
Silvia Álvarez Curbelo, una historiadora que se retiró el año pasado de la Universidad de Puerto Rico, dijo que las protestas contra el gobernador no tenían precedentes. Nadie salió a las calles después del huracán María en 2017, cuando tanto el gobierno local como el federal fueron culpados debido a su respuesta fallida porque estaban demasiado ocupados en sobrevivir en su cargo, dijo. Pero la acumulación de agravios ha llevado a una explosión espontánea de descontento.
“Este ha sido un proceso traumático”, dijo Álvarez Curbelo. “Entonces ahora todo ese trauma ha salido, todo ese dolor”.
Desde que el Centro de Periodismo Investigativo de Puerto Rico publicó 889 páginas de la conversación filtrada de Telegram el sábado, Rosselló se encuentra cada vez más aislado en su cargo. Este escándalo expansivo ha unido, súbita e inesperadamente, a distintas facciones de la sociedad puertorriqueña y ha revelado una profunda insatisfacción con el modo en que la isla es gobernada.
En el chat había muchas conversaciones sexistas y homofóbicas entre Rosselló y sus colaboradores más cercanos, quienes también se burlaron de un hombre con sobrepeso, llamaron “puta” a una política y bromearon sobre los cadáveres que se acumularon después del María en una morgue que tenía poco personal.
“La autoridad moral del gobierno y su credibilidad para liderar se han esfumado por completo”, dijo el exgobernador Luis Fortuño, quien como Rosselló es miembro del Partido Nuevo Progresista. “Solo espero y rezo para que el gobernador piense primero en el pueblo de Puerto Rico y lo ponga por encima de sus propios intereses políticos”.
Rosselló reiteró el jueves que no renunciaría.
“No pasaron inadvertidas”, dijo sobre las protestas. “Reconozco el desafío que enfrento por las controversias recientes, pero creo firmemente que es posible restaurar la confianza y que, después de este proceso doloroso y penoso proceso, lograremos la reconciliación”.
El mandato de Rosselló ha sido marcado por el huracán que azotó la isla a menos de nueve meses después de que asumió el cargo. Mucha gente se quedó sin electricidad durante meses y se calcula que miles de personas murieron, una realidad terrible que el gobierno de Rosselló demoró en reconocer.
Inmediatamente después del María, el gobierno de Rosselló causó indignación cuando adjudicó un contrato de 300 millones de dólares para restaurar la electricidad a Whitefish Energy, una empresa de Montana sin experiencia en grandes desastres. Después del escándalo público, el gobernador se vio obligado a cancelar el acuerdo. Rosselló y los líderes de la empresa eléctrica fueron criticados por no haber tenido preparados acuerdos estándar de ayuda mutua de modo que hubiera servicios básicos a la mano para ayudar rápidamente. Al final, tomó casi un año restaurar por completo el suministro de energía.
Rosselló ha supervisado miles de despidos, recortes a los servicios públicos, cierre de escuelas y alza de matrículas como resultado de una recesión económica de doce años y la crisis de la deuda de Puerto Rico. No todas esas medidas fueron obra de Rosselló: las finanzas de la isla son manejadas por una junta de supervisión impopular y que no fue electa, sino que fue creada por el congreso.
Rosselló a veces ha intentado imponerse a la junta, pero su mandato ha coincidido con la vigilancia del organismo y los puertorriqueños han fusionado la ira contra Rosselló con la ira hacia la junta. Una de los cantos de protesta más populares es: “¡Ricky, renuncia y llévate a la junta!”.
El Departamento de Justicia de Puerto Rico ha requerido que Rosselló y los otros once colaboradores que aparecen en las conversaciones del chat entreguen sus celulares. El gobierno insiste en que no sucedían actividades ilegales en el chat.
La crisis política ha instado a congresistas republicanos y demócratas en el Capitolio en Washington a considerar la imposición de más restricciones de vigilancia a los 12 000 millones de dólares en fondos federales de Medicaid para la isla. Decenas de millones de dólares más se han apartado para ayudar a Puerto Rico a recuperarse del huracán María.
Para evitar los disturbios, los cruceros han evitado atracar en San Juan, lo que ha causado preocupación entre los pequeños empresarios que dependen del turismo para sobrevivir. El miércoles, el silencio en el Viejo San Juan era perturbador, los negocios tenían las fachadas cubiertas por las protecciones de tormenta en anticipación a la llegada de las turbas indignadas.
Los líderes empresariales están preocupados por el alejamiento, a largo plazo, de los inversionistas, especialmente si los camioneros cumplen su promesa de unirse a las manifestaciones y lentificar así la entrega de gasolina y mercancías.
Pero los puertorriqueños de todos las filiaciones dijeron que ya no tolerarían la burla, la grosería y la corrupción, real o percibida, de los líderes que deberían estar luchando en favor suyo en Washington y San Juan. Seis personas cercanas al gobierno, entre ellas una exsecretaria del gabinete y la directora de una agencia, fueron arrestadas la semana pasada en conexión con una investigación federal de corrupción.
En las protestas de la noche del miércoles, algunos dijeron que fue la devastación del huracán y la pobre respuesta del gobierno las que le abrieron los ojos a la gente.
“Este es el lado bueno del María”, dijo Coralie Córdoba, de 55 años. “Esto no hubiera pasado, no creo, si no hubiéramos tenido al María. Han sido muchos años de soportar y aguantar”.
Vanessa Ruiz, una maestra de 34 años, dijo que era la primera vez que asistía a una protesta. Puerto Rico ha tenido gobiernos turbulentos, dijo: “Desde que tengo uso de razón, desde que era niña”.
“Yo no he visto ni he escuchado de un gobierno transparente. Yo no he vivido bajo un gobierno que podamos decir que no es corrupto. Por eso fue que vinimos”, agregó.
Puerto Rico ha tenido una larga y vergonzosa historia de escándalos. El padre de Rosselló, Pedro Rosselló, fue gobernador de 1993 a 2000 y algunos de sus más cercanos colaboradores —entre ellos un asistente ejecutivo y un exsecretario de educación– fueron condenados por corrupción. La mancha en el legado del dos veces gobernador ayudó a derrotarlo cuando intentó volver a ocupar la gubernatura en 2004.
Perdió contra Aníbal Acevedo Vilá, quien después fue acusado de un elaborado esquema para pagar las deudas de su campaña. Un juez desestimó muchos de los cargos y un jurado lo encontró inocente del resto. En 2015 un caso federal estableció un patrón de nepotismo alrededor del exgobernador Alejandro García Padilla, cuyo hermano fue acusado de aceptar beneficios de uno de los principales recaudadores de fondos del Partido Popular.
Acevedo dijo esta semana que integrantes de su familia se habían unido a las protestas. Su hija quedó bajo el gas lacrimógeno cuando la policía chocó con los manifestantes. “Yo nunca había visto una cosa como esta”, dijo.
Los legisladores han pedido a un pánel de juristas que emitan una recomendación sobre un posible juicio político. Integrantes del Partido Nuevo Progresista del gobernador han pasado la semana en el teléfono, intentando dilucidar qué sigue ahora.
“Hay una profunda insatisfacción y hay una escala de posturas: algunas personas quieren que renuncie a la presidencia del partido; otras quieren que renuncie a sus aspiraciones de reelegirse; otras piden que renuncie al cargo que actualmente ocupa”, dijo Kenneth McClintock, un exsecretario de Estado y senador puertorriqueño.
La alcaldesa de Ponce, Mayita Meléndez, quien pertenece al partido de Rosselló, abandonó una reunión con el gobernador, disgustada por sus intentos para superar el escándalo.
“Yo esperaba ver un hombre sensible, un hombre arrepentido”, dijo. Después de eso ha hecho un llamado pidiendo su renuncia.
Al empezar su campaña, Rosselló —quien tiene un doctorado en ingeniería biomédica de la Universidad de Míchigan, pero no tenía experiencia política— era visto como una extensión de su padre. Esta semana su padre hizo un llamado a los congresistas de la isla a favor de que su hijo se quedara en el cargo.
Carlos Romero Barceló, quien fue gobernador de 1977 a 1985 y es uno de los fundadores del partido gobernante hace cincuenta años, dijo que había apoyado la candidatura de Rosselló, pero que le sorprendió que una vez en el poder, el jefe de gabinete jamás devolvió las llamadas de Romero Barceló.
“Lo que ha sucedido es producto de la arrogancia y la falta de experiencia”, dijo Romero Barceló.
Aun así, Romero Barceló dijo que era “prematuro” pedir la renuncia del gobernador. El liderazgo del partido estaba ocupado intentando encontrar un buen candidato para ocupar el cargo de secretario de Estado, de modo que alguien estuviera disponible para una transición sin sobresaltos si Rosselló renuncia. Técnicamente, el gobernador tiene el derecho de nombrar a alguien para el cargo, pero necesita el apoyo de los líderes del Senado y la Cámara de Representantes de Puerto Rico para que lo aprueben.
Rosselló, cuya vida política pende de un hilo, recurrió esta semana a algunas de las agencias de gobierno más triviales para defender su trabajo: el Departamento de Vehículos Motorizados (DMV), anunció, pronto ofrecería más servicios en línea.
Más o menos al mismo tiempo, del otro lado de San Juan, varias mujeres entraron a una oficina local del DMV y se dirigieron al retrato enmarcado del gobernador, con su imagen de ídolo de película juvenil.
En un antiguo acto de desafío al poder, arrancaron sin más el cuadro con el rostro de Rosselló de la pared.
Patricia Mazzei reportó desde San Juan, Puerto Rico y Frances Robles desde Key West, Florida. Susan C. Beachy colaboró con investigación.