Recientemente, el video de un hombre que sobrevolaba París en una pequeña plataforma le proporcionó al internet un poco de regocijo unificador.
Mientras el presidente francés, Emmanuel Macron, aplaudía junto con otros asistentes en el desfile del Día de la Bastilla —el 14 de julio—, el hombre se elevaba y descendía con gracia, mientras sostenía un rifle en la mano.
Miles en las redes sociales preguntaron: ¿quién es? ¿Un soldado? ¿Qué es esa plataforma voladora? ¿Me pueden regalar una en Navidad?
Respuestas rápidas: no era un soldado. Era Franky Zapata, inventor y piloto profesional de moto acuática; estaba a bordo de una creación suya, llamada Flyboard Air, y no, no está a la venta.
¿Pero algún día podrás llegar volando al trabajo o la escuela? No te hagas ilusiones. Sin embargo, la tecnología no es el principal problema, según los expertos. A continuación, te decimos por qué seguirás viviendo una vida de poca altitud:
Ese pequeño y adorable motor de reacción despide una descarga casi tan caliente como la lava y podría matarte.
No, la tecnología no es el único problema, pero no podemos ignorarla totalmente. Durante más de cien años, los inventores han estado prometiendo: “Solo tendrás que esperar hasta el día después de mañana, y estarás volando en tu auto”, dijo Andrew Glass, autor de Flying Cars: The True Story. Y durante casi el mismo tiempo, los aventureros del aire han encantado a las multitudes con sus trajes aéreos y sus cohetes portátiles.
Los desafíos de convertir estos dispositivos en algo que un grupo extenso de personas pueda usar con seguridad incluyen el peso, el costo y la facilidad de uso.
Hay una tensión inherente en el diseño de un auto que también pueda volar. Aunque una mayor ligereza es mejor para levantar el vuelo, un auto demasiado ligero no es seguro en las carreteras, explicó Glass.
Las plataformas voladoras generalmente usan motores de reacción. Cuanto más pequeño sea el diámetro de una corriente aérea, más caliente y más veloz debe ser, dijo Stergios Papadakis, físico especialista en materia condensada del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins.
“Los pequeños motores de reacción suelen despedir una descarga que tiene una temperatura cercana a los 593 grados Celsius y una velocidad de descarga de hasta 2000 kilómetros por hora”, dijo Papadakis. “Es demasiado peligroso tenerlo cerca”.
En parte, por eso es que el Zapata Flyboard Air que se vio en París ha impresionado a muchos. Es pequeño; puede alcanzar una velocidad de 190 kilómetros por hora; volar a alturas de 3000 metros, y quedarse en el aire durante diez minutos, de acuerdo con France 24.
Lo más importante, es que su operador en París logró despegar, mantener el control y aterrizar sin incinerarse.
Sin embargo, solo pudo hacer todo eso gracias a su entrenamiento como competidor profesional de moto acuática.
Los obstáculos de ingeniería se reducen cuando se trabaja con agua en vez de aire. Además, el predecesor del Flyboard, una suerte de moto acuática voladora, ahora se le puede rentar a casi cualquiera que tenga suficiente dinero que gastar.
Yaddiel Rodríguez, gerente de Luquillo Flyboard en Puerto Rico, dijo que la mayoría de los clientes logran volar a 4 metros la primera vez. Al final, llegan a los 15 metros. No, la mayoría de la gente no llegará en uno de estos al trabajo, pero el punto más importante es que sientes “como si estuvieras en una película”, comentó.
A los reguladores les preocupa que hagas algo estúpido como quedarte sin gasolina mientras sobrevuelas Los Ángeles.
Sin embargo, ¿qué pasa si el objetivo es llegar al trabajo? A veces lo ha sido. Uno de los modelos de autos voladores que llegaron más lejos durante la primera mitad del siglo XX fue un vehículo que tenía como propósito auxiliar a los vendedores itinerantes, dijo Glass. El ConvAirCar operaba como un auto normal. Pero cuando el vendedor estaba listo para un viaje, rentaba alas y controles que podían acoplarse. Por desgracia, durante una prueba de vuelo en 1947, el piloto leyó el indicador de gasolina equivocado y el vehículo se desplomó. Él sobrevivió, pero el proyecto no.
Ese tipo de errores no han hecho una buena impresión. E incluso ahora que existen varios modelos de autos voladores totalmente funcionales y mucho más avanzados, es complicado convencer a los reguladores federales de que son merecedores del espacio aéreo, dijo Raja Sengupta, profesor de Ingeniería de Transportes en la Universidad de California, campus Berkeley.
Dices que quieres volar; pero, en realidad, solo quieres sentir como si estuvieras volando mientras conduces en el asfalto.
Después de años de analizar por qué han fracasado los autos voladores, Glass se dio cuenta de que el problema eran los clientes.
“Al inicio del siglo, creíamos que todos estaban esperando un auto volador”, comentó. “Resulta que la gente solo quería sentir como si estuviera volando en su auto”. Eso podría lograrse diseñando autos que se parezcan a los aviones.
Los militares, desde luego, tienen otras razones para experimentar con los vuelos personales y los dispositivos de mochila propulsora. En la era de Vietnam, el gobierno de Estados Unidos consideró usarlos, pero eran demasiado ruidosos, de acuerdo con un portavoz de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa.
Desde hace poco, el ministro de las fuerzas armadas de Francia parece mostrarse optimista al respecto, pues le dijo a Inter Radio que el Flyboard más reciente podría usarse “como una plataforma logística de vuelo o, en efecto, como una plataforma de ataque”. (Eso podría explicar por qué Zapata eligió volar con lo que parecía ser un rifle falso o uno real sin cartucho).
Pero, de nuevo, nada de esto nos ayudará a elevarnos para evitar el tráfico.
En años recientes, más de una decena de empresas emergentes han puesto su atención en vehículos que despegan. (Llamarlos “autos voladores” ofende a algunas personas, pero no ha surgido ningún nombre mejor). Muchos se están enfocando en servicios de taxi aéreo y Uber planea comenzar algún tipo de servicio de viajes compartidos en el aire en 2023.
No obstante, con el fin de avanzar, estos nuevos sistemas tendrán que ahorrarles a las personas suficiente tiempo y esfuerzo como para convencerlas de probarlos, dijo Sengupta.
Hace poco calculó cuánto tiempo podrían reducirse los traslados para los profesionistas del área de la bahía de San Francisco si se estableciera un sistema de taxis voladores. Eliminó veinte minutos de una ruta popular, lo cual no cree que sea suficiente para convencer a los viajeros.
Sin embargo, si suficientes ingenieros “pasaran sus días sentados tratando de idear un modelo de negocios”, está convencido de que “algún día, a alguien se le ocurrirá”.