Pese al barro, la escasez de alimentos o el uso de sustancias, el festival se convirtió en un símbolo de esperanza que cerró una década marcada por asesinatos y disturbios, en el contexto de la guerra de Vietnam.
Hace exactamente 50 años, Les Poinelli se dirigía en autostop al festival de Woodstock, del que había escuchado hablar en la radio y donde conocería a la mujer de su vida.
Este fin de semana decidió regresar a Bethel, el pequeño pueblo rural al noroeste de Nueva York que marcó tanto su existencia, como cientos de hippies viejos que visten camisetas desteñidas, coronas de flores y chaquetas con flecos de cuero, emblemáticas de la era del “Peace and Love”.
“No podías no sentirte embargado por la multitud, por la generosidad de las personas”, recuerda Poinelli, que tenía entonces 19 años, desde el mítico escenario donde actuaron leyendas del rock como Jimi Hendrix, Janis Joplin y Santana frente a casi medio millón de personas.
Este hombre recuerda que después de pasar todo el festival con su nueva novia, Gail, se fueron detrás del escenario, donde Joe Cocker acababa de empezar a tocar, para despedirse.
“Le di un beso en la mejilla, y esa fue nuestra única aventura sexual del fin de semana”, cuenta sonriendo, mientras muestra, enmarcados, los tickets del festival.
Dos años después de haber bailado juntos al ritmo de bandas como Creedence Clearwater Revival y Canned Heat, Gail y Les contrajeron matrimonio. Tuvieron cinco hijos y 12 nietos.
– Besar a Janis Joplin –
Un evento de culto para toda una generación, Woodstock vio llegar entre el 15 y el 18 de agosto de 1969 a cerca de 500.000 personas a los campos de alfalfa de la pintoresca región de Catskills.
Las torrenciales lluvias no impidieron que celebraran, consumieran drogas e hicieran el amor en medio de una inusual atmósfera de libertad y anarquía.
Pese al barro, la escasez de alimentos o el uso de sustancias, el festival se convirtió en un símbolo de esperanza que cerró una década marcada por asesinatos y disturbios, en el contexto de la guerra de Vietnam.
El lugar es ahora gestionado por la asociación Bethel Woods Center for the Arts, que organiza con frecuencia conciertos y maneja un museo en memoria del festival.
Las celebraciones por el 50 aniversario comenzaron el jueves por la noche con la actuación del músico folk Arlo Guthrie, hijo de Woody Guthrie, quien había actuado en 1969 con solo 22 años. Este viernes y el fin de semana se espera ver sobre el escenario a Ringo Starr, Santana y John Fogerty de los Creedence Clearwater Revival.
RJ Pinto peregrina en su moto casi todos los años a Bethel para volver a percibir la atmósfera de hace 50 años.
“La paz, la música y el amor realmente están ahí”, afirma emocionado. “Fue un fenómeno mundial”.
Pinto afirma haber visto de todo en el caos generalizado que dominó el masivo encuentro. Pero lo que más recuerda es el beso que le dio a Janis Joplin.
“Ella me tocó en lo más profundo”, dice, sentado en su moto. “Janis era una chica increíble… nos quedamos cerca de ella hasta que pude agarrarle la mano y besarla en la mejilla”.
– “De Woodstock para la eternidad” –
Algunos vinieron de muy lejos para encontrar el legendario espíritu de Woodstock, como Patrick Depauw, quien viajó desde Bélgica especialmente para la ocasión.
En 1969 tenía solo 10 años, pero vio la película ganadora del Óscar de 1970 que mostraría el festival como el momento culminante de la era hippie.
“Toda mi vida ha estado impregnada de este evento”, dice este hombre de 60 años. “Solo tenía una idea en mente: hacer realidad mi sueño y venir al 50 aniversario de Woodstock en el lugar original del festival”.
El espíritu de Woodstock vuelve hoy, según él, porque “los eventos, tanto en el continente americano como en Europa, son preocupantes (…) Al mundo le falta cada vez más solidaridad y este tipo de movimiento (promueve) la solidaridad”.
Antes de volver a Woodstock el jueves, Les Poinelli visitó, como lo hace casi a diario, la tumba de su esposa, fallecida en 2016.
“De Woodstock a la eternidad”, cuenta que hizo grabar en su lápida.
Mirando hacia las montañas que rodean Bethel, agrega: “Aquí es donde comenzó la vida”.