RÍO DE JANEIRO— Los incendios que queman la selva amazónica lo hacen a una de las mayores velocidades en años, dijo el centro de investigación espacial de Brasil esta semana.
El Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil dijo el martes que había detectado 74.155 incendios desde inicios de este año, un incremento del 84 por ciento respecto al mismo periodo en 2018.
Los incendios, casi todos iniciados por granjeros que intentan limpiar sus tierras, ahora afectan zonas deshabitadas de la selva tropical y se imponen en los estados del noroeste del país, entre ellos Acre y Rondônia. Se han quemado 1,8 millones de hectáreas.
Los incendios han sido tan espesos y extendidos que el humo ha flotado a cientos de kilómetros hasta llegar a la costa Atlántica y a São Paulo, la ciudad más pobladas de Brasil, según la Organización Meteorológica Mundial.
En redes sociales circularon ampliamente imágenes del cielo de São Paulo, que lucía oscuro durante el día, pero los investigadores dijeron que trabajaban para comprender si el fenómeno tenía relación con los incendios.
El presidente Jair Bolsonaro acusó el miércoles a organizaciones de la sociedad civil de iniciar los fuegos en la selva tropical después de que el gobierno les recortara su financiamiento, aunque no presentó pruebas.
“Podría ser —no estoy diciendo que lo sea— una acción criminal por parte de estas personas de las oenegés para llamar la atención en contra mía, contra el gobierno brasileño”, dijo. “Esta es la guerra que enfrentamos”.
Agregó que su gobierno trabajaba para controlar el fuego.
Investigadores, ambientalistas y exfuncionarios han expresado alarma ante la destrucción de la selva amazónica, que es uno de los recursos naturales más importantes del planeta y desempeña un papel fundamental en la absorción del dióxido de carbono a medida que avanza el calentamiento global.
La deforestación en la Amazonía haaumentado rápidamente desde que Bolsonaro llegó al poder en enero de 2019 y su gobierno recortó los esfuerzos contra las actividades ilegalesen la selva tropical.
Los críticos de Bolsonaro dicen que su política de retroceder en los esfuerzos contra la deforestación ha envalentonado a los taladores, granjeros y mineros que quieren allanar el terreno de manera ilegal.
Este mes, un diario local en el estado amazónico de Pará, Folha do Progresso, anunció que los granjeros locales planeaban un “día de fuego” en el mes de agosto. Días después hubo un aumento en la cantidad de incendios.
Los periódicos locales también informaron sobre cómo los estados amazónicos también estaban intentando responder a la crisis. En el estado de Amazonas se creó un gabinete de crisis y en Acre el gobernador declaró estado de alerta ambiental para detener los incendios, pues la contaminación del aire podía representar una seria amenaza para la salud.
Henrique Barbosa, profesor en la Universidad de São Paulo y miembro de su Laboratorio de Física Atmosférica, dijo que el número de incendios en la Amazonía se ha estado incrementando en los últimos dos gobiernos, pero que había empeorado este año.
Barbosa agregó que los incendios eran señal de una etapa final de deforestación, en la que se talan árboles para aprovechar su valor en el mercado; después los taladores y campesinos queman el resto de la vegetación.
Ane Alencar, directora científica del Instituto de Investigación Ambiental Amazónico dijo que estaba sorprendida por las cifras, especialmente porque la Amazonía no atraviesa una sequía extrema, como sí sucedió entre 2014 y 2016 a causa de El Niño.
Durante la época de seca, que en algunos estados va de fines de agosto a noviembre, es cuando los campesinos suelen quemar los bosques para limpiar el terreno.
“Estoy preocupada”, dijo la doctora Alencar. “Estamos al inicio de la temporada de incendios. Esto podría empeorar”.
“Lo que puedo decir con absoluta certeza es que existe una relación muy fuerte entre la deforestación y los incendios”, dijo. “Esto no es un incendio forestal”.
Barbosa y otros investigadores ahora intentan determinar si el humo que se eleva desde los incencios amazónicos —o en otros lugares del a región— había flotando sobre São Paulo, la urbe más poblada del país, donde los residentes están preocupados a causa de una inusual oscuridad que ha cubierto la ciudad esta semana.
“Estamos intentando comprender cuánto de este hollín quedó suspendido sobre São Paulo”, dijo.
Y agregó: “En realidad, todas las señales apuntan a que empeorará. No hay nada en el horizonte que nos dé el más ligero atisbo de esperanza de que se hará algo en los próximos cuatro años para proteger al medioambiente”.
Christine Hauser es una reportera que cubre asuntos nacionales e internacionales. Antes trabajó un tiempo en Negocios, donde cubrió mercados financieros, y otro en Metro. Puedes seguirla en @ChristineNYT.