Una operación militar de Estados Unidos acaba con el califa del temido grupo ISIS
El presidente de EE UU, Donald Trump, ha anunciado este domingo a primeras horas del día, la muerte de Abubaker Al Bagdadi, el líder máximo del Estado Islámico, durante una operación en Siria.
Al Bagdadi, uno de los terroristas más buscados del mundo, proclamó en 2014 el califato del ISIS que durante los siguientes tres años de apogeo se extendería por Irak y Siria, sembrando el terror con ejecuciones masivas e imponiendo su versión radical del islam.
El presidente Donald Trump confirmó la información a través de un mensaje televisado a la nación: “Era un hombre enfermo y depravado, y ya se fue. Murió como un perro, murió como un cobarde. El mundo es hoy un lugar mucho más seguro”, alardeó el presidente estadounidense en su mensaje.
La operación de seguimiento duró varias semanas de acuerdo con fuentes militares y terminó este domingo, cuando Al Bagdadi se suicidó al verse acorralado. El terrorista activó un cinturón de explosivos que traía matando también a decenas de sus seguidores que le acompañaban en la huida.
La aniquilación del ISIS ha sido el único objetivo compartido por todos los protagonistas enfrentados en el complejo ajedrez de la guerra en Siria. Rusia e Irán, aliados de El Asad el presidente sirio; Turquía, asociada a la rebelión islamista, o EE UU, que ha bombardeado las bases del califato durante más de cuatro años.
No obstante ante la muerte de Al Bagdadi es importante establecer que su impacto militar es mucho menor al aspecto político o religioso. Si bien supone una distensión en el conflicto del MedioOriente y Siria como su epicentro, aún estamos lejos de asegurar que implica el fin de ISIS, que como AlQaeda es una red de fanáticos al rededor del mundo planeando el terror.