Para los inmigrantes africanos, esperanza y hogar en una escuela francesa vacante

Para los inmigrantes africanos, esperanza y hogar en una escuela francesa vacante
Francia superó a Alemania como país de refugio de migrantes. Foto/The New York Times

Miles de inmigrantes de África, Medio Oriente, Asia y Europa del Este ahora están en refugios improvisados en todas partes de Europa, en escuelas abandonadas, conventos, tiendas de campaña y, en el caso de cientos de tibetanos, en un bosque no lejos de París.

Desde sus pueblos y ciudades en África occidental, los ocupantes ilegales habían cruzado desiertos, mares y montañas para llegar a Lyon, la mayoría de ellos sin ninguna razón en específico.

El siguiente autobús se dirigía a Lyon, explicó uno. Puesto que es la tercera ciudad más grande de Francia, Lyon no parecía tan intimidante como París, dijo otra persona. Un compañero inmigrante, conocido en un campamento en Italia, envió un mensaje de WhatsApp sobre un lugar dónde quedarse, contó otra persona más.

Pero para Sidi Koné, la razón era el equipo de fútbol de Lyon. Siempre había sido un aficionado en su pueblo de Mali, ahora asediado por extremistas islámicos y bandidos. Francia, el antiguo gobernante colonial, siempre le había parecido conocido, casi como “familia” y un país “no injusto”.

Dos años después, Koné, de 27 años, junto con otros 450 hombres de África, está ocupando de manera ilegal un edificio escolar abandonado que se ha convertido en un crisol de las esperanzas del continente, de sus problemas y sentimientos complejos hacia Francia. Otro invierno está por llegar y los inmigrantes están en una ciudad limbo que los quiere expulsar, en un país que está perdiendo su paciencia y en un continente que ya la ha perdido.

“Pero mi madre está feliz de que yo esté aquí”, dijo Koné. “Allá, te juegas la vida”.

Francia acaba de superar a Alemania como el principal destino para los que buscan refugio y está por recibir un número histórico de solicitudes este año, como parte de un fenómeno que, según los expertos, es una consecuencia de la crisis migratoria. El récord previo, 124.000 solicitudes, fue establecido el año pasado y llegó a un incremento del 23 por ciento con respecto al año anterior.

Las solicitudes en Francia se han incrementado a pesar de que el flujo de inmigrantes a Europa ha disminuido después de que en 2005 llegaron a un apogeo debido a las guerras en Siria, Irak y Afganistán. Aunque Europa ha intentado detener la inmigración del África subsahariana estableciendo apoyos al desarrollo y otros programas, muchos migrantes del continente, que huyen de conflictos locales o buscan oportunidades económicas, siguen llegando a través de rutas usadas desde hace décadas.

Francia también se ha convertido en lo que los expertos describen como un destino de “rebote”, es decir, los solicitantes a los que se les había rechazado el asilo en otro país europeo lo intentan nuevamente en Francia.

Gérard Sadik, un experto en asilo en La Cimade, un grupo de derechos de los inmigrantes, dijo que la falta de un “proceso supranacional para el asilo” en Europa fomentaba que los solicitantes dejaran pasar años antes de que encontraran un país que los aceptara, o de que finalmente sean enviados de regreso a casa.

En los últimos años, Francia ha aumentado el número de viviendas disponibles para los solicitantes de asilo. Pero a principios de noviembre anunció medidas duras, como restringir el acceso de los solicitantes de asilo a la atención médica no urgente y al uso de un estipendio diario de aproximadamente 8,20 dólares para aquellos que no reciben alojamiento.

El presidente Emmanuel Macron, un centrista que ha dado un giro hacia la derecha a fin de arrebatar el volátil tema de la inmigración de su principal rival político, Agrupación Nacional (de extrema derecha), dijo recientemente a una revista de derecha que su “objetivo es expulsar a todos los que no tienen ninguna razón de estar aquí”.

En Lyon, el gobierno metropolitano, que ha intentado expulsar a los ocupantes ilegales del edificio de la escuela, está apelando un fallo judicial reciente que les permite quedarse hasta septiembre del próximo año.

Hoy, unos 450 jóvenes solteros duermen hacinados dentro de las aulas de la escuela y administran las instalaciones (se aseguran de que haya seguridad, limpian y preparan la cena con los suministros proporcionados por la ciudad). La mayoría son de las antiguas colonias de Francia en África occidental, aunque hay una minoría creciente de las colonias británicas de esa región.

Si los ocupantes ilegales redescubrieron la solidaridad natural que a menudo se encuentra en África, también se enfrentaron a la corrupción, las sospechas, las tensiones y la falta de unidad entre diferentes grupos étnicos, así como entre angloparlantes y francófonos, algunos de los cuales recurrieron a comunicarse en el poco italiano que habían aprendido en su larga travesía hacia Lyon.

Todo comenzó en septiembre de 2018 cuando Ghassen Zaghdoud, un activista de la vivienda que desde hace tiempo opera en Lyon, fijó su mirada en una escuela secundaria que había cerrado en 2013, Maurice-Scève.

Zaghdoud, que había pasado años tomando el control de edificios públicos vacíos para albergar a las personas sin hogar, dijo que las instalaciones parecían perfectas para los jóvenes inmigrantes africanos que había visto dormir en un parque cercano.

Cuando comenzó a ocupar la escuela con unos 50 africanos, Zaghdoud dijo que se sintió “gratamente sorprendido” por la reacción de los vecinos. En cuestión de días, los ocupantes ilegales tenían más que suficiente comida, colchones y otras donaciones.

“Nunca he tenido tanto apoyo de los vecinos en los 20 años que he estado ocupando inmuebles”, afirmó Zaghdoud.

Los africanos se encontraron en Croix-Rousse, un barrio en una colina alejada del centro de Lyon. Anteriormente, allí se ubicaba la industria de seda de la ciudad, pero ahora Croix-Rousse es un barrio gentrificado y popular con restaurantes que atienden a una clientela “bobo” o burguesa bohemia.

Sébastien Gervais, profesor de matemáticas de secundaria que se mudó a Croix-Rousse hace dos décadas, entró en contacto con un grupo que apoya a los ocupantes ilegales y ha luchado contra los esfuerzos de la ciudad para expulsarlos.

Para Gervais, Francia tiene la responsabilidad de cuidar a los ocupantes ilegales, especialmente porque provienen de antiguas colonias donde los franceses aún ejercen una gran influencia económica, política y militar.

“Algunos de ellos dicen que están aquí porque Francia explota a sus países”, dijo Gervais, “y creo que tienen razón”.

El gobierno metropolitano de Lyon, propietario del inmueble escolar, quiere expulsar a los ocupantes ilegales y usar la tierra para un proyecto de condominio que incluiría una parte de viviendas de bajo costo, dijo Pascal Isoard-Thomas, quien supervisa los asuntos sociales de Lyon.

La ciudad, que es legalmente responsable de alojar a los inmigrantes menores de edad, reubicó a los ocupantes ilegales reconocidos como no adultos a la vivienda pública. Pero debido a que los solicitantes de asilo adultos son responsabilidad del gobierno francés, la ciudad está tratando de expulsar de la escuela a los ocupantes ilegales restantes, dijo Isoard-Thomas, y agregó que el papel de la localidad ahora se limita a ser “el dueño del inmueble”.

Ninguna antigua potencia colonial ha mantenido una huella tan grande en África como Francia. Hoy, siete décadas después de la independencia de sus colonias africanas, las compañías francesas dominan en la región, donde la mayoría de los puntos de referencia siguen siendo franceses. Francia respalda una moneda común utilizada allí, y 4500 de sus soldados luchan contra el extremismo islámico en cinco antiguas colonias del Sahel.

Para muchos de los migrantes, Francia se cierne sobre ellos desde sus primeros días en el jardín de niños, una presencia inefable que les generaba sentimientos encontrados.

“Fue el país que nos colonizó, pero tienen este lema: ‘Libertad, igualdad y fraternidad’, y eso significa mucho”, dijo Mamadou Sow, un guineano que creció en Costa de Marfil. “Pensé que en África no nos lo habían dado, pero que lo encontraría aquí, y por eso vine”.

“Pero estoy aquí y no lo veo”, agregó Sow. “Soy un solicitante de asilo, pero no me quieren dar alojamiento. Comienza con eso”.

Ibrahim Koné, un joven de 18 años, maliense y líder de inmigrantes que preside las reuniones semanales con algunos defensores franceses, habla con sus amigas Caroline Pasin y su hija pequeña, en Lyon, Francia, el 17 de noviembre de 2019. Algunos 450 inmigrantes de África están ocupando un edificio escolar en una ciudad que los quiere expulsar, en un país que está perdiendo su paciencia y en un continente que ya la ha perdido.

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