El negocio de Elastic, una empresa emergente con sede en Ámsterdam, estaba creciendo con rapidez y había alcanzado los cien empleados. Entonces, llegó Amazon.
En octubre de 2015, la división de computación en la nube de Amazon anunció que estaba copiando la herramienta de software libre de Elastic, la cual se utiliza para buscar y analizar datos, y que la iba a vender como un servicio de paga. Amazon siguió adelante aunque el producto de Elastic, llamado Elasticsearch, ya estuviera disponible en Amazon.
Un año después, Amazon estaba ganando más dinero que Elastic con el producto que había creado la empresa emergente, al facilitar el uso de la herramienta con sus otras ofertas. Por lo tanto, el año pasado, Elastic agregó nuevas funciones y limitó las capacidades de uso para empresas como Amazon, la cual de todas maneras duplicó muchas de las funciones especiales y las ofreció gratis.
En septiembre, Elastic contratacó. Demandó a Amazon en un tribunal federal de California por haber violado su marca registrada pues Amazon le había puesto el mismo nombre a su producto: Elasticsearch. Amazon “engaña a los clientes”, mencionó la empresa emergente en su queja. Amazon negó haber hecho algo malo. El caso está pendiente.
Desde mediados de la década de 1990, cuando Microsoft dominaba la industria de las computadoras personales con Windows, ninguna plataforma tecnológica había infundido tanto temor en su competencia como lo está haciendo Amazon con su división de computación en la nube.
Aunque la computación en la nube quizá parezca algo inusual, ha crecido hasta convertirse en uno de los negocios más grandes y lucrativos de la industria tecnológica, pues les ofrece poder computacional y software a las empresas. Y Amazon es el proveedor más grande de esta tecnología.
Amazon ha usado su división de computación en la nube —llamada Amazon Web Services, o AWS, por su sigla en inglés— para copiar e integrar software del que fueron pioneras otras empresas tecnológicas. Les ha dado una ventaja a sus propios servicios, al hacer que su uso sea más conveniente, sepultar las ofertas rivales y dar descuentos que abaratan sus productos. Los clientes se sienten atraídos a Amazon debido a estas maniobras, mientras que los responsables de crear el software tal vez no reciben ni un centavo.
A pesar de todo, algunos rivales más pequeños han mencionado que no tienen muchas opciones más que trabajar con Amazon. Por el gran alcance de la empresa con los clientes, las empresas emergentes a menudo aceptan sus restricciones para promover sus propios productos y de manera voluntaria comparten información de sus clientes y productos con el titán. Por el privilegio de vender por medio de AWS, las empresas emergentes le pagan una tajada de sus ventas a Amazon.
Algunas de las empresas tienen una frase para describir lo que hace Amazon: software de excavación. Al robar las innovaciones de otras personas, hacer el intento por llevarse a sus ingenieros y ganar dinero con las creaciones ajenas, Amazon obstruye el crecimiento de su posible competencia y la obliga a reorientar la manera en que hace negocios, comentaron las empresas.
Todo esto ha detonado un escrutinio hacia Amazon para determinar si está abusando del dominio de mercado que tiene y si está incurriendo en un comportamiento anticompetitivo. Las tácticas de la empresa han provocado que varios rivales discutan la probabilidad de entablar demandas antimonopólicas en su contra. Además, los reguladores y los legisladores están examinando su influencia en la industria.
AWS solo es la punta de la estrategia de Amazon para dominar buena parte de la industria estadounidense. La empresa ha transformado la industria de las ventas minoristas, la logística, la publicación de libros y Hollywood.
Sin embargo, se podría decir que lo que Amazon hace con AWS es más significativo. La empresa es la indiscutible lideresa del mercado —tiene el triple de tamaño que su más cercano competidor, Microsoft— en el giro sísmico hacia la computación en la nube. Millones de personas interactúan todos los días con AWS sin saberlo, cuando ven películas en Netflix o almacenan fotos en iCloud de Apple, servicios que funcionan con máquinas de Amazon.
Jeff Bezos, el director ejecutivo de Amazon, alguna vez llamó a AWS una idea que “nadie pidió”. El servicio comenzó a inicios de la primera década del siglo XXI, cuando el minorista tenía problemas para configurar sistemas de cómputo con los cuales pudiera empezar nuevos proyectos y funciones. En cuanto creó una infraestructura computacional común, Amazon se percató de que otras empresas necesitaban capacidades similares.
Ahora, empresas como Airbnb y General Electric en esencia rentan el sistema de computación de Amazon —que a su vez se conoce como usar la “nube”— en lugar de comprar y funcionar con sus propios sistemas. Los negocios pueden almacenar su información en las máquinas de Amazon, sacar datos de ellas y analizarlos.
Para la misma Amazon, AWS se ha vuelto crucial. El año pasado, la división generó 25.000 millones de dólares en ventas y es el negocio más rentable de Amazon.
No obstante, en entrevistas con más de 40 empleados y exempleados de Amazon y de sus rivales, muchos dijeron que los costos de lo que hacía la empresa con AWS estaban ocultos. Aseguraron que era difícil medir qué tanto de sus negocios se había quedado en Amazon o qué tanto había alejado la amenaza de Amazon a posibles inversionistas. Muchos hablaron con la condición de permanecer en el anonimato por temor a enfurecer a la empresa.
En este momento, los reguladores se están poniendo en contacto con algunos de los rivales de Amazon en el sector del software. En una carta de septiembre, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes, el cual está a cargo de la investigación en contra de las grandes empresas tecnológicas, le preguntó a Amazon sobre las prácticas de AWS. La Comisión Federal de Comercio, la cual también está investigando a Amazon, ha interrogado a la competencia de AWS, de acuerdo con algunos funcionarios.
Cuando Amazon Web Services dio inicio la década pasada, Amazon estaba luchando por lograr ganancias constantes.
Las empresas emergentes acogieron los servicios de AWS. Ahorraban dinero porque no tenían que comprar su propio equipo de computación, y solo gastaban en lo que usaban. Pronto, más empresas se acercaron en manada a Amazon en busca de infraestructura computacional y, a la postre, del software que correría en sus máquinas.
En 2009, Amazon estableció una plantilla para acelerar el crecimiento de AWS. Ese año, presentó un servicio para administrar una base de datos, un software crucial para que las empresas puedan organizar la información.
El servicio para bases de datos de AWS, un éxito instantáneo entre los clientes, no funcionaba con un software que Amazon hubiera creado. En cambio, la empresa lo tomó de una opción compartida y gratuita conocida como código abierto.
En un inicio, los tecnólogos prestaron poca atención a lo que había hecho Amazon con el software para base de datos. Luego, en 2015, Amazon copió Elasticsearch y ofreció su servicio competitivo.
En esta ocasión, llamó la atención.
“Vemos a una empresa que creó un negocio en torno a un producto de código abierto que a la gente le gusta usar, y de pronto tiene un rival que usa su propio producto en su contra”, comentó Todd Persen, quien este año lanzó una empresa de software que no está basado en el código abierto para que Amazon no tuviera “ninguna oportunidad” de robar sus creaciones.
Una y otra vez, la industria del software de código abierto se convirtió en el pozo al que Amazon recurría. Cuando copiaba e integraba ese software en AWS, no necesitaba permiso ni tenía que pagarles a las empresas emergentes por su trabajo.
Esto les dejaba pocos recursos a muchas de estas empresas, las cuales no podían empezar a cobrar dinero de la nada por un software que era gratuito. Algunas más bien cambiaron las reglas para la utilización de sus productos, y restringieron el acceso a Amazon y a otros que quisieran convertir su creación en un servicio pagado.
El año pasado, MongoDB, una tecnología popular para organizar datos en documentos, anunció que le iba a exigir a cualquier empresa que manejara su software como un servicio web que compartiera de forma gratuita la tecnología en la que se basa. La opinión generalizada sobre esta maniobra fue que había sido una protección contra AWS, que no comparte gratuitamente su tecnología para la creación de nuevos servicios.
Poco tiempo después, AWS lanzó su propia tecnología con la apariencia y el estilo del antiguo software de MongoDB, el cual no exigía los nuevos requisitos.
En 2012, cuando AWS llevó a cabo su primer congreso para desarrolladores, Amazon ya no solo era el único gran protagonista de la computación en la nube. Microsoft y Google habían lanzado plataformas para competir. Así que Amazon reveló más servicios de software para que AWS fuera indispensable.
Desde entonces, Amazon ha agregado servicios de AWS a un paso feroz, de 30 en 2014 a unos 175 hasta diciembre de este año. También incorporó una ventaja para sus servicios: simplicidad y conveniencia.
Los clientes pueden agregar nuevos servicios de AWS con un clic y usar el mismo sistema para administrarlos. El nuevo servicio se suma a la misma factura, mientras que usar un servicio ajeno a Amazon en AWS es más complicado.
Saket Saurabh, director ejecutivo de la empresa emergente Nexla, mencionó que en septiembre firmó un contrato para trabajar con Amazon. ¿La razón? Los gigantescos equipos de ventas de Amazon pueden hacer que su servicio de procesamiento de datos y monitoreo llegue a una audiencia enorme.
“¿Qué otra opción nos queda?”, cuestionó
ARCHIVO — Matthew Prince, director ejecutivo de Cloudflare, competencia de Amazon en la oferta de servicio para proteger a los sitios web de ataques cibernéticos, en sus oficinas en San Francisco, en 2015. La división de computación en la nube de Amazon —llamada Amazon Web Services o AWS, por su sigla en inglés— solo es la punta de la estrategia del gigante tecnológico para dominar buena parte de la industria estadounidense.