Dos relatos cuentan de manera simple, cómo los argumentos de ambos protagonistas de la Operación Causa Justa, mostraron serias grietas al momento de volverse realidad la Invasión a Panamá.
En Diciembre de 1989, se vivió en Panamá la penúltima operación militar de Estados Unidos en un país latinoamericano. Ese día 26 mil hombres del ejército más poderoso del mundo irrumpieron en un pequeño país de Centroamérica.
La operación se llamó Causa Justa, pues entre los objetivos estaba derrocar a un dictador que tiranizaba a Panamá, y que cuatro días antes había declarado la guerra a los Estados Unidos. Pero un exinfante de marina del ejército de los Estados Unidos, que nos pidió reservar su identidad, compartió su opinión con este portal, y asegura que si bien terminó siendo una acción “inevitable” no fue tan justa. “Hubo muchos errores, se desplegaron tropas sin experiencia, incluso los jefes reflejaban nerviosismo.
Además confirma que en Panamá se probaron equipos militares, algunos ya reconocidos por el Pentágono (comandancia del Ejército de EEUU); pero hay otros de los que nunca se ha dicho algo oficialmente. “Usaron el Spectator 130, que era uno de los primeros aviones equipados con tecnología de precisión. “El cuartel que estaba en Balboa, donde hoy está el monumento de Arnulfo Arias, sirvió para probar esa tecnología, que tenía ya para entonces un sistema de calculo previo mediante láser y se usaba para reducir los daños colaterales”.
Es por eso que ese de ese cuartel solo fue destruido el techo, como se muestra en las imágenes inéditas de este artículo. “No era justo ni necesario, la decisión se impulsó para probar armamentos, equipos y proveer de experiencia a las tropas, había muchas formas de capturar a Noriega, pero los EEUU justificaron su operación”.
Pero si la causa no fue tan justa como se quiso hacer ver, el proclamado nacionalismo de las Fuerzas de Defensa de Panamá tampoco resulto verdadero. “Los oficiaies no pelearon”, dicen nuestra fuente y coincide sin saberlo con lo que relata Abdiel Arauz, que para entonces residía en La Chorrera, “¿Usted no ve que los muertos son mayoría civiles?'” dice para introducir su reato.
“Yo conocí un muchacho que si creía esas cosas y se metió en los Batallones de la Dignidad, era un hombre de 20 a 25 años, vecino de nosotros, que tras los primeros bombazos acudió al punto que le habían indicado para reunirse. Sus instrucciones eran escalar el Cerro Cabra y desde ahí atacar los convoy gringos que vieran pasar”.
Arauz cuenta que su vecino escaló hasta la mitad de Cerro Cabra cuando notó que los oficiales militares que habían partido con ellos ya no estaban. “Los abandonaron y ellos decidieron ahí también abandonar, todo ese nacionalismo fue mentira una excusa para manipular al pueblo y ponerlo de carne de cañón”.