Hace unos años, me encontré con la página de la comunidad en línea ABraThatFits, donde las personas comparten sus problemas para encontrar un sostén y comparten consejos sobre lo que han aprendido. Mientras me desplazaba hacia abajo en el foro, con frecuencia me encontraba con un consejo específico: cambia a los polacos.
Los editores del sitio de Reddit mencionaron algunas marcas en particular, Ewa Michalak y Comexim, pero hay 47 empresas enlistadas en su “Guía polaca”. Resulta que los expertos y entusiastas de la lencería tienen cierto respeto por los sostenes hechos en Polonia y cada vez más tiendas en Estados Unidos los importan.
A diferencia de Estados Unidos, donde abunda la confusión y la información contradictoria acerca de las bandas y las copas, allá son muy cuidadosos con la medición. Muchos diseñadores polacos siguen los principios del “brafitting”, la prueba de ajuste del sostén (que en polaco es una sola palabra), que parte de la idea de que, sin importar si tienes un busto pequeño o abundante, medir únicamente sobre el busto y debajo de este no hará que el sostén se ajuste adecuadamente.
Tallas aumentadas
Para comprender los sostenes polacos, primero debes entender el brafitting. La práctica nació en el Reino Unido, y es publicitada y discutida acaloradamente por una comunidad en línea de compradoras de sostenes frustradas, ajustadores y fabricantes esparcidos por todo el mundo.
El principio fundamental de la prueba de ajuste consiste en que la banda de un sostén (el número que aparece en la talla) proporciona la mayor parte del soporte y, en muchos casos, debe ser menor de lo que el método de fijación de tallas estándar establece.
Hay bastante terminología técnica (mi busto no está “caído”, sino que tiene “forma de péndulo”) y, por supuesto, la discusión en la comunidad salta de inmediato (como el “Strapgate”, o escándalo de los tirantes).
¿Un consenso básico entre los adeptos del brafitting? La mayoría de los sostenes estadounidenses no se ajustan adecuadamente.
Fabricar un rango amplio de tallas es complicado y costoso, así que las empresas que manufacturan sostenes para las grandes cadenas evitan hacerlo. Muchas marcas estadounidenses (con notables excepciones, como la línea Savage x Fenty, de Rihanna), solo tienen hasta las copas D, DD o DDD).
No obstante, quienes se dedican a las pruebas de ajuste afirman que las copas D, cuando se ajustan adecuadamente, son para bustos que por lo general son considerados pequeños y que muchas mujeres que los usan preferirían el ajuste de las copas E, F, G o H (y las que siguen). También afirman que, si alguien en la tienda de una cadena te toma medidas y dice que eres copa DD, eso no significa necesariamente que tienes un busto grande; tal vez DD es la talla más grande que tiene la tienda y quieren vendértela.
La comunidad del brafitting se muestra recelosa respecto a Big Bra. La noción cultural de que las copas D son grandes es solo una peculiaridad de la producción industrial y de las decisiones de cada empresa para incrementar los márgenes de ganancia siempre que sea posible.
En 2008, Julia Krysztofiak-Szopa inició un foro de debate en línea polaco para la “comunidad del sostén” llamado Balkonetka. Miles de mujeres publicaron reseñas detalladas y fotografías de sus sostenes.
Unos años más tarde, se mudó de Varsovia a Palo Alto, California. Cuando buscó sostenes de su talla, 34HH, en Macy’s y Nordstrom, descubrió que casi todos ellos llegaban hasta la D.
Entonces, Krysztofiak-Szopa comenzó a ordenar sus sostenes de Polonia. Durante muchos años, ella y su hermana vendieron sostenes fabricados por Comexim a mujeres estadounidenses a través de una compañía que abrieron llamada Wellfitting.
“Pensé: ‘Esto es muy extraño… se supone que es la economía más grande del mundo, con un mercado de consumidores gigantesco, centros comerciales enormes y no tienen un maldito sostén más grande que la copa D’”, comentó Krysztofiak-Szopa. “Además, a final de cuentas, las estadounidenses no son de complexión angosta, por eso me sorprendió mucho ver que hay algo erróneo respecto a cómo tratan las marcas estadounidenses a sus consumidores, al intentar hacer que quepan en cuatro tallas únicamente y decirles que, si no caben en ellas, entonces algo anda mal con su cuerpo”.
La postura colgante
En un viaje reciente a Polonia, decidí probar si lograba encontrar el sostén perfecto y descubrir sola por qué se decía que los fabricados en ese país eran tan especiales.
Comencé mi búsqueda en Kazimierz, el barrio judío de Cracovia que ahora está de moda, en una pequeña tienda llamada Brafitteria. Noté un par de certificaciones en pruebas de ajuste de sostenes en el muro, incluyendo algunos cursos de la empresa de lencería inglesa Panache.
Después de probarme aproximadamente diez sostenes con la amable guía de una experta llamada Ludmila, compré uno color azul de Prusia transparente con detalles en un bordado floral color rosa en las copas, de la marca Samanta (209 zlotys, aproximadamente 55 dólares). Parecía estar tatuado sobre mi piel. (Una característica distintiva de los sostenes polacos son sus varillas delgadas y copas profundas que se ciñen a tu cuerpo).
“La varilla polaca se ajusta a la perfección”, comentó Agnieszka Socha, quien en 2011 abrió la Academia de Brafitting Profesional, que enseña y ofrece certificaciones en la práctica. Ella me enseñó los aspectos básicos de los sostenes polacos antes de mi viaje. “Si solo lo colocas sobre el pecho, se ajusta como si alguien lo hubiese confeccionado solo para ti. No es demasiado ancho, es simplemente perfecto”.
A la mañana siguiente, tomé un tren hacia Lodz, la tercera ciudad más grande de Polonia, tres horas al norte de Cracovia. Ewa Michalak y Comexim tienen su sede en ese lugar y había una feria de lencería ese fin de semana. Yo quería ver si lograba encontrar un sostén perfecto en el lugar de origen.
Podría decirse que la ciudad de Lodz y sus áreas circundantes son la capital de la lencería polaca. Durante los años de la República Popular de Polonia, en la zona había una empresa de lencería administrada por el Estado que era una fuente de empleos importante. A principios de la década de 1990, la fábrica se dividió en cientos de empresas de lencería independientes.
En la fábrica de Ewa Michalak no hay sofás mullidos. Una vez que te encuentras en el probador, te pedirán que te desvistas de la parte superior y que te inclines en un ángulo de 90 grados. Tomarán tus medidas con tu busto desnudo colgando hacia el piso.
Aproximadamente 100 mujeres visitan la fábrica cada mes para tener esta experiencia, provenientes de lugares tan alejados como Canadá y Australia. Esta diseñadora tiene fama de confeccionar algunos de los sostenes que tienen el mejor ajuste a nivel mundial, en especial para los bustos grandes.
La prima de Michalak, Gosia, quien trabaja en la empresa, se colocó unos guantes de látex y pasó una cinta métrica por mi espalda, midiendo la circunferencia alrededor de mis pezones colgantes. Yo coloqué las manos sobre la pared para sostenerme. La precisión y rareza de este método me hicieron confiar absolutamente en él.
Michalak, de cabello largo y rubio con las puntas teñidas de rosa, tacones altos color rosa y gafas de ojo de gato, observaba desde la esquina, dando instrucciones a su personal en polaco. No estoy segura de lo que decía, pero sonaba como experta.
Nunca había comprado un sostén acojinado porque jamás se ajustan bien, pero salí de ahí con dos que se me veían geniales: uno color beige con una perla en el centro (aproximadamente 54 dólares) y uno de encaje negro con tirantes decorativos (aproximadamente 61 dólares).
Por supuesto, hay muchas otras cosas más importantes que las prendas de ropa interior, pero muchas mujeres usan sostenes a diario y, al igual que otros aspectos banales de la vida cotidiana, si se reflexiona al respecto, pueden revelar injusticias sutiles del mercado. El mercado determina cuáles son los cuerpos normales y, por consiguiente, quién merece prendas que le ajusten bien.
No encontré un sostén perfecto en Polonia, pero regresé con cinco sostenes nuevos que me ayudan a pararme erguida y verme más alta.
Unas modelos muestran prendas en la feria de lencería en Lodz, Polonia, el 5 de octubre de 2019. (Anna Liminowicz/The New York Times)