Indignación en Harvard después de que le negaron la titularidad a una profesora latina

Indignación en Harvard después de que le negaron la titularidad a una profesora latina
Un grupo de estudiantes que se hacen llamar la "Coalición de Estudios Étnicos de Harvard" en los escalones de la Biblioteca Widener de la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, el 15 de diciembre de 2019. Algunos estudiantes de color dicen que incluso mientras la universidad defiende su uso de la raza en admisiones, devalúa sus experiencias y no retiene a los profesores que los apoyan. (Cody O'Loughlin / The New York Times)

CAMBRIDGE, Massachusetts — La noticia se difundió a toda velocidad y enfureció a estudiantes latinos y otras personas de Harvard: le negaron la titularidad a una de las pocas profesoras especializadas en estudios latinos y caribeños que le dedica tiempo a orientar a estudiantes de color.

Los estudiantes tomaron medidas de inmediato: el mes pasado ocuparon un edificio administrativo y también irrumpieron en una reunión de profesores. Presentaron una carta a los administradores en la que exigían transparencia en torno al proceso de titularidad, así como la creación de un departamento de estudios étnicos. Además, el día de diciembre que se iban a divulgar las admisiones tempranas, estudiantes negros, latinos y asiáticos protestaron en la oficina de admisiones y acusaron a la universidad de usarlos como símbolos en su supuesto compromiso con la diversidad, pero que tampoco invertían en áreas académicas cruciales para sus vidas.

Es un momento de agitación en Harvard. La universidad sigue defendiéndose de una demanda que cuestionaba su uso de la acción afirmativa basada en la raza durante el proceso de admisiones. En octubre, el juez de un tribunal de distrito falló a favor de Harvard, pero los demandantes están apelando.

Sin embargo, en el preciso momento en que Harvard está defendiendo cómo considera la raza del solicitante para su ingreso en la universidad, al citar la diversidad como un componente clave de la educación que ofrece, estudiantes de color están afirmando que, una vez que están en el campus, Harvard menosprecia su historia y sus experiencias, y no mantiene a los profesores que los apoyan.

Varios estudiantes que testificaron durante la impugnación a las políticas de admisión de Harvard, con el argumento de que era importante que la escuela considerara la raza en el proceso de admisión, ahora son algunos de los que critican la decisión de negar la titularidad a la profesora, Lorgia García Peña.

Una de ellas, Catherine Ho, una estudiante de 20 años de edad que cursa el tercer año de la carrera, formó parte de la manifestación de diciembre en la oficina de admisiones, donde los estudiantes llevaban letreros con mensajes como “Después de que nos admitan, ¡no nos olviden!” y “¿Quieren diversidad? ¡Enseñen nuestra historia!”.

Otra estudiante, Laura Veira-Ramírez, de 21 años, quien cursa el último año, fue una de varias que trabajaron medio tiempo en la oficina de admisiones, haciendo promoción con los candidatos de minorías, con los que eran de origen pobre o los primeros de su familia en ir a la universidad.

A últimas fechas, según Veira-Ramírez, ella y otros estudiantes se habían sentido incómodos de garantizarles a los posibles estudiantes que se sentirían bienvenidos en Harvard.

“Necesitamos más que solo la venia para entrar”, comentó Veira-Ramírez, quien llegó a Estados Unidos de Colombia, sin un permiso legal, cuando tenía 3 años de edad. Veira-Ramírez está protegida en contra de la deportación conforme a la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, un programa de la era de Obama que protegía a los jóvenes inmigrantes sin autorización de estar en el país.

“Necesitamos recursos una vez que entramos al campus y parte de esos recursos son un programa de estudios étnicos”, mencionó Veira-Ramírez.

Los estudiantes no han estado solos al momento de alzar la voz para expresar su inquietud en torno a la decisión del rechazo a la titularidad de García Peña. Académicos de todo el país le han escrito al presidente de Harvard para expresar su consternación por la decisión, y el personal docente de Harvard ha exigido una revisión del proceso de titularidad, con especial atención para determinar si está socavando el esfuerzo de la universidad por diversificar su cuerpo docente.

García Peña se rehusó a ofrecer comentarios, al igual que una vocera de Harvard.

Lawrence S. Bacow, el presidente de Harvard, no ha querido discutir las razones para negarle la titularidad a García Peña, citando la confidencialidad del proceso. La decana de la Facultad de Artes y Ciencias, Claudine Gay, mencionó que quiere aumentar las ofertas de estudios étnicos, pero cree que antes de crear una nueva carrera primero hay que contratar a más profesores. En junio pasado, Gay anunció que Harvard iba a reclutar tres o cuatro nuevos miembros del personal docente para que trabajaran en estudios étnicos; la búsqueda continúa. En respuesta a las preocupaciones del cuerpo docente, Gay también señaló que iba a llevar a cabo una revisión del proceso de titularidad.

Los esfuerzos por crear un programa de estudios étnicos en Harvard se remontan a varias décadas atrás. En la actualidad, los estudiantes de licenciatura pueden especializarse en estudios étnicos de dos maneras: los estudiantes de historia y literatura pueden enfocarse en el tema o cualquier estudiante puede hacer una subespecialización en etnicidad, migración y derechos. En 2017, se crearon los estudios étnicos para historia y literatura; la subespecialización, en 2009. Los alumnos que están protestando en este momento quieren un departamento en toda regla y la oportunidad de titularse en estudios étnicos.

García Peña ha estado involucrada en los dos programas existentes, así como en el programa de estudios latinx del Departamento de Lenguas Romances y Literaturas (“latinx” es un término de género neutro para la gente de herencia latinoamericana de uso común en la academia).

En un artículo en línea publicado el año pasado, García Peña escribió que los programas de estudios étnicos hacen que las universidades sean “un poco menos racistas, un poco menos blancas”.

“Les ofrecen a los estudiantes espacios para la reflexión y la escritura sobre cuestiones importantes”, escribió. “También brindan apoyo a los estudiantes de color que, en todos los demás cursos, los hacen sentir como ciudadanos de segunda categoría y les recuerdan que no pertenecen ahí”.

En diciembre, un grupo de administrativos y profesores de Harvard que enseñan en el área de estudios asiáticos-estadounidenses, latinos y nativos-estadounidenses o dirigen los programas existentes que respaldan los estudios étnicos divulgaron una carta sobre el rechazo a la titularidad de García Peña, misiva plagada de un sentimiento de frustración en torno a la que consideraban la continua resistencia institucional a la que se enfrentan sus campos.

Señalaron que el rechazo a la titularidad de García Peña tenía “repercusiones graves” en sus esfuerzos por reclutar y mantener a los mejores académicos en sus disciplinas.

Los simpatizantes de García Peña también han citado dos incidentes problemáticos del año pasado. En septiembre, García Peña encontró una nota llena de odio pegada en la puerta de su oficina que atacaba su raza y género. Y en octubre, oficiales de la policía de la Universidad de Harvard interrogaron a varios estudiantes de color de una de sus clases cuando estaban desplegando un proyecto de arte en Harvard Yard, una actividad para la cual García Peña tenía permiso.

Cornel R. West, quien tiene un nombramiento conjunto de la Escuela de Teología de Harvard y el Departamento de Estudios Africanos y Afroamericanos, mencionó que muchos estudiantes creían que la decisión de rechazar la titularidad de García Peña había sido motivada por el racismo y el sexismo. West señaló que no creía que fuera el caso, al menos sin una evidencia clara, pero que la decisión había sido equivocada.

“Ella pertenece a Harvard, punto final”, comentó.

Un grupo de estudiantes que se hace llamar la “Coalición de Estudios Étnicos de Harvard” en las escaleras de la Biblioteca Widener de la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, 15 de diciembre de 2019. (Cody O’Loughlin/The New York Times).

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