La inevitable agonía de los glaciares de los Pirineos

La inevitable agonía de los glaciares de los Pirineos
Los glaciares de los Pirineos y su singular ecosistema han entrado en una inevitable agonía. Foto: Internet.

Desde hace 18 años, la asociación Moraine se ocupa del seguimiento anual de nueve de los 15 glaciares.

 

Los glaciares de los Pirineos y su singular ecosistema han entrado en una inevitable agonía por el efecto del calentamiento global y deberían desaparecer en los próximos treinta años, según los glaciólogos que documentan su retroceso.

“No podemos dar fecha precisa pero los glaciares de los Pirineos están condenados”, afirma Pierre René, glaciólogo de la Asociación pirenaica de Glaciología Moraine, que estima esa desaparición para el año 2050.

Una fecha que la asociación ya había mencionado tres años atrás y que sus observaciones no han hecho más que confirmar.

Desde hace 18 años, la asociación Moraine se ocupa del seguimiento anual de nueve de los 15 glaciares del Pirineo francés, representativo del conjunto de la cadena montañosa que marca la frontera con España.

Moraine mide la longitud, superficie y espesor de los glaciares con sondas, extracciones de material, datos de GPS, perforaciones y colocación de balizas.

Todos estos elementos brindan “indicadores climáticos ya que las variaciones reflejan la evolución de los parámetros atmosféricos -temperaturas y precipitaciones”, según la asociación.

La conclusión es alarmante: hoy en día, la superficie acumulada de los nueve glaciares solo representa 79 hectáreas, contra 140 hace solo 17 años.

A mitad del siglo XIX, época en la cual comenzó el espectacular retroceso de los glaciares pirenaicos, cubrían unas 450 hectáreas.

– Pérdida anual de 3,6 hectáreas –

Desde 2002, los nueve glaciares juntos pierden 3,6 hectáreas anuales de hielo, alerta Moraine en su informe 2019.

El ciclo glaciar 2018-2019 no escapó a la regla. “Los glaciares pirenaicos franceses continuaron perdiendo volumen” durante el verano de 2019 y su frente (la extremidad inferior, estudiada en cinco glaciares) “mostró un retroceso muy levemente superior a la media, de 8,10 metros contra 7,90m/anual”, analiza la asociación.

El seguimiento realizado por Moraine demuestra el calentamiento climático regional y su preocupante tendencia: las temperaturas máximas medias en los Pirineos podrían aumentar de 1,4 a 3,3 grados hasta 2050, indicaba en un informe que data de 2018 del Observatorio pirenaico del Cambio Climático (OPCC).

Según el OPCC, la variación de la temperatura media registrada en 50 años en el masivo pirenaico se ha elevado en +1,2º C.

En el Pic du Midi de Bigorre, cuya cumbre se eleva hasta los 2.870 metros en los Altos Pirineos, se ha registrado un aumento de la temperatura media de 1,7° desde 1880, contra +0,85° C a nivel mundial, subraya la asociación Moraine.

– Ecosistema en peligro –

“Con la desaparición de los glaciares, asistiremos a la desaparición del símbolo de los paisajes pirenaicos de alta montaña”, lamenta Pierre René.

Esto tendrá una serie de consecuencias, en primer lugar en el ecosistema y la biodiversidad de la zona.

Los glaciares y sus ríos alimentados por el agua de deshielo albergan “organismo adaptados a condiciones particulares, hostiles, vinculadas a la influencia glaciar, el frío o las aguas turbias, donde la luz no se filtra bien”, explica Sophie Cauvy-Fraunié, investigadora del Instituto nacional francés de Investigación Agronómica y del Medio Ambiente (INRAE).

“Pueden ser invertebrados, bacterias u hongos”, detalla la investigadora.

Hay aún algas microscópicas, primer eslabón de una cadena alimentaria, así como insectos minúsculos como la pulga de los glaciares, agrega Pierre René.

“Si especies endémicas de los Pirineos dependen de la influencia glaciar, uno puede imaginar que serán borrados del mapa”, afirma Sophie Cauvy-Fraunié.

El riesgo es entonces ver hábitats colonizados por otras plantas que migren de río abajo hacia terrenos más altos, subraya.

En cuanto a los amantes de las altas cumbres, perderán su punto de apoyo, lo que volverá “más difícil los itinerarios de acceso a las cimas”, a raíz de la inestabilidad de las rocas, analiza la glacióloga.

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