Estudios recientes han destacado la importancia del microbioma en la salud de formas inesperadas.
Alrededor de 10 millones de bacterias, hongos y otros microbios viven en y dentro de nosotros, principalmente en el intestino, aunque también están en la boca, la piel y casi todas las demás partes del cuerpo. Exceden con creces en cantidad a las células humanas, lo que cuestiona a quién realmente pertenece el cuerpo. Durante décadas, se ha considerado que esta población, llamada “microbioma”, es sobre todo un fastidio y un posible foco de infección.
Sin embargo, hace poco los científicos descubrieron que el microbioma es indispensable para la vida humana porque, por ejemplo, ayuda con la nutrición al digerir lo que el cuerpo es incapaz de hacer por sí solo y al extraer unos pocos nutrientes y calorías más de la comida. No obstante, lo más misterioso es que el microbioma se entrelaza con el sistema inmunitario y favorece la salud de formas inesperadas. Juntos mantienen el revestimiento mucoso que protege a los órganos del cuerpo contra invasiones microbianas y participan en la supresión o en la eliminación de bacterias nocivas y problemáticas.
El microbioma somete a prueba y a entrenamiento al sistema inmunitario, en tanto que el sistema inmunitario se encarga de cuidar al microbioma.
“Esas bacterias no están allí por azar. Crecemos con ellas desde el momento en que nacemos y durante su desarrollo, realmente ayudan a que nuestro sistema inmunitario madure en todo el cuerpo, pero en especial en el intestino”, comenta el Dr. Joseph Murray, investigador y gastroenterólogo de Mayo Clinic.
El Dr. Murray y otros investigadores de Mayo descubrieron una relación entre el desequilibrio del microbioma, afección conocida como “disbiosis”, con enfermedades autoinmunes, como artritis reumatoide, esclerosis múltiple (EM) y enfermedad celíaca. No se sabe si la disbiosis es el síntoma o la causa de la enfermedad, pero los trabajos han demostrado que un tipo de bacteria originaria del microbioma, conocido como Prevotella histicola, podría ser la clave para volver a encarrilar al microbioma y aliviar algunos efectos de estas enfermedades autoinmunes.
El Dr. Murray bautizó a la Prevotella histicola con el mote de “brug”, por la mezcla de las palabras en inglés para “bicho” (bug) y “fármaco” (drug).
La esclerosis múltiple, la artritis reumatoide y la enfermedad celíaca son enfermedades autoinmunes comunes que ocurren cuando el sistema inmunitario del cuerpo, que debe destruir a los organismos invasores, reacciona de manera excesiva y ataca a los tejidos del propio cuerpo.
En la esclerosis múltiple, el sistema inmunitario degrada la vaina de mielina protectora que recubre las fibras nerviosas y eso provoca síntomas como entumecimiento, debilidad y pérdida de la visión. En la artritis reumatoide, la diana es el colágeno de las articulaciones, lo que provoca una hinchazón que puede derivar en erosión del hueso y deformidad de la articulación. En la enfermedad celíaca, la ingesta de gluten desencadena una respuesta inmunitaria equivocada que daña la mucosa del intestino delgado y provoca diarrea, pérdida de peso, distensión abdominal y anemia.
“La observación fascinante que se ha hecho en los últimos 10 años es que todas estas enfermedades tienen lo que se conoce como disbiosis. Como la bacteria descubierta en el intestino es diferente a la encontrada en los sujetos sanos de control, algo ocurre con las bacterias intestinales, pero… ¿es la consecuencia de la enfermedad autoinmune o es su causa? He ahí el meollo del asunto al que nos dedicamos”, anota el Dr. Eric Marietta, investigador en gastroenterología de Mayo Clinic.
La incidencia de las enfermedades autoinmunes aumenta en los países desarrollados, pero no se sabe por qué. Un planteamiento es la “hipótesis de la higiene”, o sea, que con la limpieza del entorno en el que vivimos y a medida que nos esforzamos aún más por expulsar o eliminar las bacterias, nuestros sistemas inmunitarios tienen menos exposición a los microbios y menos trabajo.
“En esto, algunos aplican la analogía de que ‘la ociosidad es la madre de todos los vicios’, con la idea de que un sistema inmunitario ocioso (porque tiene poco que hacer) puede irse por mal camino y que, en general, necesitamos ciertas cosas, especialmente a los microbios que viven dentro y fuera de nosotros, para ayudarnos a mantener una relación. Los microbios estimulan un poco al sistema inmunitario para que tengamos buenas defensas, pero también ayudan a contener o revisar la respuesta inmunitaria”, dice el Dr. Murray.
La Dra. Veena Taneja inmunóloga de Mayo Clinic, echó un vistazo a esta relación cuando estudiaba la artritis reumatoide como
estudiante de posgrado en la India, su país natal. La científica siguió a 41 familias y descubrió que los pacientes con artritis
reumatoide tenían más probabilidades que el promedio de sufrir otras enfermedades autoinmunes, como diabetes tipo 1,
lupus y tiroiditis de Hashimoto. Asimismo, le impresionó ver que muchos pacientes informaban acerca de un recrudecimiento
de la artritis reumatoide después de comer habichuelas (alubias, fréjol). Es decir, pese a que las habichuelas contienen mucha
proteína y fitonutrientes, la gente puede responder de forma diferente a los distintos alimentos, incluso a los sanos.
“Nunca se apartó de mi mente la duda de cómo pueden las habichuelas llevar a un recrudecimiento. De alguna manera, debe haber una conexión con el intestino”, señala la doctora. Ahora, se sabe que la alimentación repercute mucho sobre los microbios intestinales.
“Vine a Mayo por los ratones. Concretamente, quise tener acceso a los ratones alterados genéticamente para crear un facsímil de la artritis reumatoide humana. ¿Tenían ellos microbiomas intestinales diferentes a los de los ratones que no padecían la enfermedad? Esa era la pregunta para la que quería encontrar respuesta”, señala la Dra. Taneja.
En colaboración con el Dr. Murray, la Dra. Taneja descubrió que la disbiosis de las bacterias intestinales de los ratones con artritis reumatoide planteaban “una función importante de la flora intestinal” en la aparición de la enfermedad.
Los doctores Taneja, Murray y Marietta, junto a otros investigadores de Mayo, identificaron al Prevotella histicola como un microbio con posibles “efectos sobre el sistema inmunitario”. A los ratones del laboratorio de la Dra. Taneja, se les provocó artritis reumatoide mediante genes humanos relacionados con la artritis y se los trató con dosis orales de miles de millones de Prevotella histicola durante varias semanas. La dosis no es tan grande como parece, porque en la boca caben hasta 6 mil millones de bacterias en un determinado momento.
Los ratones tratados con Prevotella histicola mostraron “una incidencia y una severidad bastante menor en la artritis, en comparación con los ratones del grupo de control”.
“Pese a que yo misma lo hice, no lo creía. ¿Cómo era posible que con tan solo administrar las bacterias en los ratones, se detuviese la artritis reumatoide en el 50 por ciento de ellos? Por eso, repetí el ensayo por segunda vez… por tercera, por cuarta y por quinta vez. La cepa [de Prevotella histicola] controla al sistema inmunitario y al intestino”, asegura la científica.
A esta altura, la pregunta obvia era cómo. El microbio reduce la respuesta inmunitaria del cuerpo, no solamente del intestino sino también de todo el cuerpo, y aumenta la actividad de las células T reguladoras que modulan la respuesta inmunitaria e influyen sobre las células dendríticas, las cuales presentan antígeno.