Cuando el 14 de marzo Candida Rifkind recibió la llamada de que su tía Cecilia había fallecido, se dio cuenta de que no podía asistir al funeral.
La rápida propagación del coronavirus estaba ocasionando que los viajes internacionales fueran más inciertos que nunca. Apenas un día antes, Estados Unidos había bloqueado el acceso desde sus fronteras a la mayoría de los visitantes europeos. Rifkind, profesora de Inglés que reside en Winnipeg, Manitoba, no quería correr riesgos (Canadá y Estados Unidos cerraron su frontera común una semana después).
Así que la familia ideó una solución: realizar un pequeño funeral en Los Ángeles, la ciudad donde vivía su tía, y publicar una transmisión en vivo para todos los demás. Ya avanzada la mañana del 18 de marzo, Rifkind recibió un vínculo protegido y una contraseña. Conectó su computadora a la televisión; se sentó junto a su marido en el sillón de su sala y vio el funeral de su tía a casi 3218 kilómetros de distancia.
Mientras los gobiernos de todo el mundo apoyan el autoaislamiento para contener la propagación del coronavirus, las funerarias enfrentan una intensa presión. En España, los funcionarios locales vincularon más de 60 casos de Covid-19 con un funeral multitudinario que se llevó a cabo a finales de febrero. El 20 de marzo, el estado de Washington afirmó que los funerales y los servicios conmemorativos quedabanprohibidos de manera indefinida. EnKentucky, al igual que en buena parte de Estados Unidos, los funerales se limitan a “los familiares más cercanos”, y las directrices de la Casa Blanca para “evitar las reuniones sociales de grupos de más de diez personas” han establecido límites firmes a la cantidad de familiares que pueden asistir.
Las funerarias se apresuraron a buscar nuevas maneras de ayudar a la gente a pasar su duelo desde la distancia y han adoptado una tecnología muy vilipendiada: las transmisiones directas por internet. Sin embargo, en la era del distanciamiento social, los deudos están encontrando en los funerales en línea una manera sorpresivamente íntima de honrar a sus seres queridos. Incluso en el confinamiento, el duelo colectivo sigue siendo importante.
“Pensé que sería distante y frío, pero fue exactamente lo opuesto”, comentó Rifkind. En el funeral de su tía, la asistencia estuvo limitada: el exmarido de su tía, su hermana y sus tres hijos, además del rabino y un cantor de su sinagoga. Varias veces durante la ceremonia el rabino volteó para agradecer a la audiencia que seguía el funeral en vivo, entre quienes se encontraban el hermano y la madre de Rifkind. “Al final habló sobre lo difícil que eran estos momentos para las familias que pierden a un ser querido, pero nos tranquilizó cuando nos dijo que ‘todo lo que podemos hacer es todo lo que podemos hacer’”, comentó Rifkind.
Por lo general, cuando Rifkind acude a un funeral, no llora. Es demasiada presión: trata de ser valiente por temor a que su dolor se vuelva una carga. Pero en su casa, mientras miraba a sus sobrinos decir adiós a la tía Cecilia, “no tuve que contenerme por nadie”, dijo.
Ya existían algunas transmisiones directas en línea desde que FuneralOne comenzó a ofrecer este servicio en 2003, pero la idea nunca llegó establecerse en la industria. El año pasado, la Asociación Nacional de Directores de Funerarias calculó que solo cerca de un veinte por ciento de todas las funerarias ofrecían la opción de transmisión en vivo. Eso se debe a las suposiciones enraizadas de que las transmisiones en vivo de este tipo de eventos son impersonales. Para la gente que sufre una pérdida, la catarsis comunitaria de un funeral parece exigir la presencia física.
“Cuando asocias la transmisión en vivo y por internet con los funerales, ahuyentas a la gran mayoría de la gente muy rápido”, comentó Bruce Likly, quien ha dirigido el servicio de transmisión en vivo TribuCast durante más de un año. Parte del problema es que el concepto de la transmisión en línea de un funeral para la mayoría de la gente —una grabación de dos horas más bien macabra de un ataúd— es errónea. “Si todo lo que haces es poner a grabar una cámara frente a un féretro, eso deja al asistente remoto sintiéndose angustiado, incómodo y a veces como un voyerista”, comentó.
Lo que TribuCast y otros servicios como este prometen es una transmisión humanizada. Además del video hay una colección de recuerdos —fotos, un árbol genealógico, un vínculo al obituario, un video conmemorativo— diseñada para que el funeral sea un poco más íntimo.
Para los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sigla en inglés), esa es prueba suficiente de que las transmisiones de funerales son lugar de encuentro legítimo para los deudos. A mediados de marzo, un epidemiólogo de los CDC dijo que la agencia “invitaría” a la gente a cambiar sus rituales funerarios para transmitirlos en vivo de tal modo que el proceso de duelo pudiera continuar en condiciones seguras. Dicho esto, las restricciones de salud pública están llevando a la industria funeraria a una nueva realidad.
Aunque algunos directores de funerarias están recurriendo a Twitch, YouTube Live y Facebook Live para transmitir los funerales, otros dependen del puñado de especialistas en transmisiones en vivo esparcidos por el mundo, entre ellos OneRoom, FuneralOne y TribuCast. “Esto bien podría representar un punto de inflexión”, dijo Likly. En las últimas semanas, TribuCast ha incluido a cerca de 30 nuevas funerarias al día. Ese es un aumento importante en comparación con el promedio anterior de la empresa de tres a cuatro al día. Durante la segunda mitad de marzo, OneRoom vio más que cuadruplicarse la asistencia en línea a funerales, según la empresa.
Aunque algunos velatorios siempre habían ofrecido la transmisión en vivo del servicio, en tiempos normales muchos agregan un cobro de 200 o 300 dólares por ese servicio. Sin embargo, el mes pasado, muchas funerarias —como Mount Sinai Memorial Parks and Mortuaries en Los Ángeles, donde se efectuó el funeral de la tía de Rifkind— eliminaron el cargo por la transmisión en vivo.
Además de una pandemia, la gente opta por transmitir en vivo los funerales por varios motivos. Tal vez vives lejos y no te alcanza para viajar o tus horarios laborales son muy estrictos y te preocupa faltar al trabajo un día, o tal vez tienes una discapacidad o problema de salud que te dificulta hacer viajes largos. Los migrantes indocumentados no pueden ir a casa para un funeral debido a las restricciones fronterizas, los miembros activos del Ejército no tienen la oportunidad de hacer un viaje de último minuto al extranjero y cuando muere un residente querido, los asilos de ancianos no siempre tienen capacidad para transportar a decenas de habitantes a un funeral.
En TribuCast, Likly ha sido testigo de una miríada de motivos por los cuales las familias eligen las transmisiones del servicio funerario. Me contó sobre un hombre hospitalizado que usó TribuCast para ver el funeral de su esposa de 62 años. El hombre estaba confinado a una cama de hospital, pero no quería perderse la ceremonia.
Otro ejemplo que Likly señala: una mujer no podía llegar al estado de Washington para el funeral de su padre. Estaba embarazada y no podía viajar, entonces escribió su panegírico y le pidió a su hermano, quien sí estuvo presente en el servicio, que lo leyera. En la transmisión en vivo, vio a sus amigos y familiares reaccionar a su mensaje final para su padre.
“La gente siente un dolor profundo cuando pierde a un ser querido. Ese dolor a menudo se amplifica cuando no pueden asistir al funeral”, comentó Likly. “Poder estar en el servicio es increíblemente poderoso”.