El turismo italiano se pregunta cómo convivir con el coronavirus

El turismo italiano se pregunta cómo convivir con el coronavirus
Las personas en los lugares públicos de Italia van con sus mascarillas para evitar el contagio. Foto: AFP.

 

 

Camareros, hoteleros, conductores de autobuses, comerciantes o artesanos, todos se hacen la misma y angustiosa pregunta: ¿cómo saldrá adelante el sector turístico en Italia, que emplea a 4,2 millones de personas y genera el 13% del PIB, cuando tenga que “convivir” con el coronavirus?

Un año perdido, o casi

La Semana Santa suele marcar el inicio de la temporada turística, con la afluencia de los visitantes extranjeros, turistas locales y peregrinos.

La primavera, también marcada por las vacaciones de los italianos, ofrece la oportunidad de explorar Roma, Florencia, Venecia o Nápoles y de disfrutar de los primeros rayos de sol en la costa amalfitana o en las Cinque Terre (Cinco Tierras) de la costa ligur.

Pero tras el comienzo de la epidemia de coronavirus a finales de febrero en Italia -el país más golpeado de Europa en número de muertos- el turismo extranjero se derrumbó, incluso antes de que se decretara el confinamiento el 10 de marzo.

La organización profesional del sector, Confturismo, calculó inicialmente “una caída de 45 millones de asistencias (noches) en el primer trimestre, o sea una pérdida de 22.000 millones de euros”.

Pero “como se ha prolongado el confinamiento, podemos prever el doble, 90 millones menos de asistencias, y eso sólo desde el comienzo del año hasta finales de mayo”, dijo a la AFP Alberto Corti, director a cargo del turismo en Confcommercio/Confturismo.

Para el verano de 2020, la organización no quiere aventurarse en predicciones.

Corti afirma que “el volumen de negocio generado por el turismo es de 200.000 millones de euros al año”, si se incluyen las agencias de viajes, todo tipo de alojamiento, pero también por ejemplo el transporte de pasajeros o los seguros.

“Cien euros gastados en el turismo, generan 86 euros en otros sectores” como la agroalimentación, la energía o el mueble, explica.

La secretaria de Turismo, Lorenza Bonaccorsi, sostiene que se puede considerar “que 2020 está arruinado, teniendo en cuenta que la mayoría de las reservas se realiza en los tres primeros meses del año”.

Harán falta “uno o dos años, quizás, para volver a los niveles anteriores”, declaró a la AFP.

La única nota optimista es que la península no pierde el atractivo. La península, con el mayor número de sitios clasificados por la Unesco en el mundo junto con China (55), sigue “a la cabeza” de las preferencias de los turistas de todo el mundo.

Por el momento “es imposible decir” cuándo Italia y otros países saldrán de la emergencia sanitaria, dice Corti.

El único segmento por el que puede apostar el sector es el turismo interno, que normalmente representa un poco menos de la mitad del flujo de viajeros en la península.

Según una encuesta reciente del instituto SWG para Confcommercio/Confturismo, siete de cada 10 italianos creen que la crisis sanitaria durará otros dos o tres meses, por lo tanto hasta el comienzo del verano, y al 47% de los italianos le gustaría irse de vacaciones después, en su mayoría en su país. Pero el 16% teme no tener medios para pagarlas.

¿Cómo evitar el hundimiento del sector?

Para motivar a los italianos (alrededor del 30%) que consideran irse de vacaciones, Confturismo ha pedido al gobierno que deduzca de sus impuestos “al menos una parte” de los gastos en cualquier estructura inscrita en una lista oficial.

La organización también pide una inyección de liquidez, a través de “una compensación por la pérdida de volumen de negocios sufrida en comparación con el año anterior, hasta un porcentaje aún por discutir”, explica Corti.

El gobierno ha previsto medidas para todos los sectores económicos: ayudas al desempleo para los empleados, pago diferido de los impuestos, garantías estatales a créditos temporales y pago de 600 euros a los autónomos, incluidas las pymes especializadas en alquileres estacionales a través de la plataforma Airbnb.

Antonio Borgia, un carpintero de 54 años que prepara apartamentos para turistas en Roma, detalló sus dificultades a la AFP.

“Tengo que pagar 800 euros al mes por mi taller más 250 por electricidad, 600 euros al mes no es suficiente, además pierdo 500 euros por semana por estar completamente cerrado”, explicó.

Antonio, que trabaja desde los 15 años, está muy descontento con el gobierno de Giuseppe Conte.

“Están aplazando los pagos, los impuestos y otorgando créditos, pero si estoy completamente parado ¿cómo los voy a pagar en dos meses?”

Según él, “la mitad de los pequeños artesanos que fueron tirando en los últimos años y ahora se quedan sin nada, nunca podrán reabrir”.

¿Riesgo de infiltración de la mafia o de control extranjero?

Según el fiscal de Palermo, Francesco Lo Voi, “las organizaciones mafiosas más fuertes siempre saben cómo aprovechar las oportunidades para ganar dinero”. Tienen enormes cantidades de efectivo que pueden invertir en la compra de hoteles, restaurantes o empresas de transporte en dificultades. Algunos estudios predicen un 10% de quiebra si la crisis no termina antes de finales de año.

Otro peligro es que los grandes grupos extranjeros aprovechen para comprar a precios bajos hoteles, cadenas de restaurantes u otros establecimientos. “Esto significará que el PIB del turismo ya no se generará en beneficio de Italia, sino de inversores alemanes, japoneses o estadounidenses”, subraya Corti.

El turismo “contribuye hasta en 17.000 millones de euros en el superávit comercial italiano”, porque se considera que un visitante extranjero compra un servicio local y lo exporta, explica.

Impacto sobre el sector inmobiliario

Los alquileres de temporada se ven muy afectados.

Para Chiara Ippoliti, agente inmobiliaria de Link en Roma, la temporada turística está en peligro: “Ha habido una caída del 80-90% del volumen de negocio desde el principio del año y, por el momento, todas las reservas de verano están canceladas”.

La mayoría de los apartamentos ofrecidos en Airbnb en las zonas de Monti, Trastevere o el Vaticano están gestionados por pequeños empresarios que los han alquilado.

“Sin ningún ingreso, no podrán pagar el alquiler a los propietarios y devolverán la propiedad o buscarán alquileres no turísticos a largo plazo”, explica la especialista. Los propietarios sin otros medios de subsistencia tendrán que venderlos en un mercado deprimido que estaba empezando a remontar.

Según los profesionales del sector, 20.000 ventas ya han sido canceladas debido al virus. “A veces las personas han cambiado de opinión y prefieren quedarse cerca de sus padres ancianos desde el virus, o han perdido sus empleos y el banco ya no les da crédito”, explica a la AFP Chiara Ippoliti.

Advierte del riesgo de que entren “chacales” y menciona la respuesta viral de un agente inmobiliario italiano a un inversor australiano que se ofreció para comprar una villa en Toscana al 55% de su valor. “El perro que ladra al cadáver de un león no tiene coraje”, le respondió el agente.

¿Cómo “convivir” con el virus? ¿El turismo cambiará?

El primer ministro italiano ha advertido que habrá que “convivir” con el virus durante tiempo.

Por lo tanto habrá que mantener las distancias de seguridad, evitar los grupos y la muchedumbre. Será muy complicado para los pequeños cafés y restaurantes de las callejuelas de los centros históricos italianos. ¿Cómo garantizarán los hoteles una distancia de un metro en el comedor, la sala deportiva o el spa?

Para la secretaria de Turismo, Bonaccorsi, “podría ser una oportunidad para encaminarse hacia un turismo menos de masas, más respetuoso con el medio ambiente, ya no veremos las largas colas frente al Coliseo. Todo estará más regulado. De todos modos teníamos que enfrentarnos al problema del “sobreturismo” en ciudades como Roma o Venecia”.

Alberto Corti también piensa en los establecimientos balnearios de Rímini y el Adriático o en los campings del lago de Garda, muy apreciados por los europeos del norte.

“Incluso si el estándar es alto ahora, será difícil reabrir estructuras con una piscina o duchas en común donde los costos de gestión y saneamiento aumentarán”, sostiene.

El mundo del transporte también sale malparado.

“¿Tendría usted el valor de subirse a un vagón de Freccia Rossa (tren de alta velocidad) con 80 pasajeros o a un avión de bajo coste con 270 pasajeros?”, pregunta Corti.

La próxima “tendencia” podría ser una casa aislada en el campo con piscina privada.

Pero la agente inmobiliaria Chiara Ippoliti advierte contra un posible regreso al turismo de élite al estilo de los años 1950.

“El bajo costo no ha causado la masificación pero ha democratizado el turismo: todo el mundo puede descubrir la belleza de un país extranjero”, dice.

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