Los justicieros que patrullan Nueva York se adaptan durante la cuarentena

Los justicieros que patrullan Nueva York se adaptan durante la cuarentena
Miembros de los Ángeles Guardianes reparten folletos sobre seguridad pública, el 7 de mayo de 2020 en Nueva York. Foto/AFP.

Comenzaron con 13 voluntarios que hacían patrullas de seguridad pública en el mugriento y peligroso sistema de metro de la ciudad, donde las rapiñas y los apuñalamientos eran comunes.

De boina roja estilo militar y chaqueta aviadora de satén, el voluntario en la lucha contra el crimen Arnaldo Salinas patrulla un barrio de Nueva York donde han aumentado los robos durante el confinamiento debido al coronavirus.

Salinas es miembro de los Ángeles Guardianes, un grupo no armado que protege a los residentes de la Gran Manzana -y realiza incluso arrestos-, blanco de polémica desde hace cuatro décadas.

“Si vemos una beligerancia, un crimen, intervenimos”, explica este robusto hispano de 58 años.

Curtis Sliwa, un popular conductor de un programa radial conservador, era gerente nocturno de un McDonald’s en 1979 cuando la elevada tasa de criminalidad en Nueva York le motivó a fundar los Ángeles Guardianes.

Comenzaron con 13 voluntarios que hacían patrullas de seguridad pública en el mugriento y peligroso sistema de metro de la ciudad, donde las rapiñas y los apuñalamientos eran comunes.

– 5.000 ángeles –

Hoy, la asociación sin fines de lucro, que recibe donaciones, opera en 130 ciudades de 13 países.

Hay más de 5.000 “ángeles guardianes” hombres y mujeres en todo el mundo, incluidos 150 en Nueva York, según Sliwa, de 66 años.

La insignia del grupo está bordada en sus uniformes rojos: un ojo que puede verlo todo entre un par de alas de ángeles.

Vigilan los entornos de las sinagogas a raíz del alza de los ataques antisemitas y avergüenzan a hombres acusados de toquetear a mujeres en el metro en carteles de “Se busca”, a través de su iniciativa “cazadores de pervertidos”.

Aunque la crisis generada por la enfermedad COVID-19, que ha matado a casi 20.000 personas en Nueva York, ha resultado en un menor índice general de crímenes, han aumentado en particular los asesinatos, robos a comercios y de automóviles.

En abril, durante el ápice de la pandemia, los robos a comercios aumentaron 169%, según cifras de la policía.

Los Ángeles Guardianes tienen seis equipos móviles que patrullan las áreas afectadas por el incremento de la criminalidad, lo que incluye partes de Washington Heights, en Manhattan, así como zonas en el Bronx, Queens y Brooklyn.

Sliwa dice que los equipos desempeñan un papel esencial porque no hay suficientes policías. Un 20% de la fuerza se enfermó de coronavirus o debió hacer cuarentena hace un mes, en el pico de la pandemia.

Los voluntarios hablan con los comerciantes y les entregan un folleto con el número telefónico de los Ángeles Guardianes.

“Les decimos que pueden llamarnos si están teniendo problemas”, dijo Sliwa a la AFP.

Sanjay Hodarkar, un farmacéutico de 66 años de Washington Heights, aprecia su presencia en las calles.

“Es una tranquilidad saber que están aquí”, dice.

Los Ángeles Guardianes también están ayudando a las personas sin techo que han inundado el metro vacío de Nueva York.

Mary Gethins, de 48 años, es una de las voluntarias que recorre la línea E entregando paquetes con toallitas húmedas, un barbijo, un sándwich y refrigerios para los más necesitados.

El recuerdo indeleble de cuando tenía cinco años y vio cómo asaltaban a su madre la llevó a unirse a los Ángeles Guardianes hace dos décadas.

“Me molesta que tengamos que hacer esto pero les levanta un poco el ánimo, por un par de segundos”, dice tras entregar un paquete.

Damon, un sin techo de 67 años, recibió uno de los paquetes. “No hay mucha humanidad en este país pero ellos muestran que algo queda”, dijo a la AFP.

Los Ángeles Guardianes son un grupo multiétnico y cada recluta nuevo recibe tres meses de clases de defensa personal y una formación de primeros auxilios antes de salir a la calle.

Pero los vigilantes tienen una historia controvertida.

Al inicio, las autoridades los consideraron una pandilla y en 1992 Sliwa admitió al diario The New York Times que el grupo había inventado éxitos en su lucha contra el crimen para atraer publicidad.

Ese mismo año Sliwa recibió cinco disparos de parte de dos pistoleros cuando estaba en la parte trasera de un taxi.

Fiscales federales acusaron de intento de homicidio a John A. Gotti, el hijo del jefe de la familia mafiosa Gambino.

Aseguraron que el acusado estaba furioso con comentarios que Sliwa hizo sobre su padre en la radio, pero el jurado no le declaró culpable y los cargos fueron abandonados.

Los críticos de los Ángeles Guardianes afirman que los policías son quienes deben ocuparse de luchar contra el crimen.

– “Mano dura” –

Sus detractores se preguntan también por qué los Ángeles Guardianes permanecen aún activos cuando las tasas de crímenes en Nueva York están en un mínimo récord.

Sliwa hace caso omiso de esos argumentos.

“En este momento no hay suficientes policías”, afirma. “Necesitamos que los ciudadanos salgan y protejan a aquellos que no pueden ayudarse a sí mismos: los sin techo, los enfermos mentales, los ancianos, las mujeres, los niños, porque esas son las presas”.

Durante una patrulla, Salinas admite que las tácticas del grupo eran más “de mano dura” en sus inicios en la entonces capital de los homicidios de Estados Unidos. Pero hoy los voluntarios prefieren “usar el cerebro y no la fuerza”, explica.

Cree que el trabajo de la asociación durante la pandemia subraya su continua relevancia.

“La única razón por la cual seguimos aquí desde hace más de 41 años es porque tenemos la habilidad de cambiar”, concluye.

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