Dos meses después del 11 de septiembre de 2001, un vuelo de American Airlines con destino a República Dominicana se estrelló en Queens, Nueva York.
En gran medida se vio opacado por las repercusiones del atentado de las Torres Gemelas, pero sacudió a la unida comunidad dominicana de la ciudad de Nueva York. Los 260 pasajeros del avión perdieron la vida, la mayoría eran dominicanos y todos parecían conocer a alguien que estaba de luto.
Empezaron a surgir historias sobre los que murieron aquel día y la escritora Elizabeth Acevedo se sintió intrigada por los secretos que salieron a la luz. “Jamás pensamos cómo la indignidad de estas muertes luego suscita cuestiones más grandes sobre la familia”, dijo en una entrevista desde Washington, donde vive.
Su nueva novela, “Clap When You Land”, está inspirada en esa tragedia. Cuenta la historia de dos hermanas de 16 años, Yahaira en Nueva York y Camino en República Dominicana, que no saben de la existencia de la otra hasta que su padre muere en un accidente aéreo.
Como el libro se basa en el trauma que experimentó su comunidad, Acevedo se sentía muy mal de que la pandemia del coronavirus le impidiera reunirse con los lectores en persona. “Es la clase de libro sobre el que ansiaba platicar y realmente ver entre el público a la comunidad para la que estaba escribiendo”, comentó. “Sabemos lo que significaba abrazarnos. Sabemos lo que significa venir de familias que tienen estos secretos de los que no hablamos”.
La cultura y la conexión son cruciales para Acevedo, ganadora del Premio Nacional del Libro y la primera escritora de color en ganar la Medalla Carnegie, y aprovecha su educación y su experiencia con el rap y la poesía en su obra. Su novela debut éxito en ventas de 2018, “Poet X”, está escrita en verso y sigue a Xiomara, una chica de 15 años, mientras explora su sexualidad y encuentra su voz a través de la poesía de palabra hablada. Luego, en 2019, lanzó su novela “With the Fire on High”, sobre una madre adolescente que sueña con convertirse en chef.
En “Clap When You Land”, Acevedo regresa a sus raíces poéticas, pues alterna entre las voces de ambas hermanas. Camino lleva una vida humilde con su tía en Puerto Plata, y teme que la muerte de su padre acabe con sus esperanzas de convertirse en médico y escapar de sus circunstancias. Mientras tanto, Yahaira debe enfrentar antiguos resentimientos hacia su difunto padre y una dinámica familiar alterada en la ciudad de Nueva York. Una compensación monetaria de parte de la aerolínea enfatiza las desigualdades entre las vidas de las hermanas y sus dos voces invocan un sentimiento común entre los inmigrantes: el de no pertenecer a un lugar, sino a dos.
Reflexionan sobre esto en un pasaje mientras tratan de reconciliar la vida fragmentada de su padre. “It’s like he bridged himself/ across the Atlantic” (Es como si él fuera un puente que cruza el Atlántico), dice una. “Never fully here nor there./ One toe in each country” (Nunca aquí ni allá del todo. Con un pie en cada país), responde la otra. “Ni aquí ni allá”.
El título del libro es un guiño a una tradición que Acevedo, hija de padres dominicanos que nació en la ciudad de Nueva York y visitaba la isla casi cada verano, observaba en sus viajes de regreso. En cuanto el avión tocaba el suelo de Santo Domingo, los pasajeros empezaban a aplaudir.
“Este momento de celebración tenía algo de belleza”, explicó, pero siempre se preguntaba qué significaba. “¿Es porque sentimos esperanza? ¿Es porque nos sentimos agradecidos? ¿Es por el piloto? ¿Es por Dios?”.
Como creció escuchando las historias que contaban sus padres sobre su país de origen, sus viajes le ayudaron a ver cómo la migración los había cambiado.
“Sí tienen que ser personas diferentes aquí. Sí tienen que caminar con una cautela distinta”, comentó. “Creo que eso provoca algo en nosotros, ese ir y venir”.
En Santo Domingo, corría por doquier descalza, jugaba en la lluvia con sus primos y veía telenovelas mexicanas como “Marimar”. “Fue un descubrimiento enorme de familia, de cercanía y de tradiciones arraigadas”, relató, uno que le abrió los ojos a las conexiones entre las costumbres de su familia en Nueva York y las que veía en República Dominicana.
Se dio cuenta de que: “Esta es la razón por la que mi mamá hace las cosas que hace. No solo es mi mamá. Es toda esta comunidad, solo no me había dado cuenta de que yo también soy parte y estoy conectada a ella”.
Cuando era niña en la ciudad de Nueva York, Acevedo, quien ahora tiene 32 años, se sentaba a escribir en la escalera de su casa y lanzaba rimas de rap a quien se detuviera a escucharla. Empezó a participar de adolescente en el circuito de competencias de poesía de la ciudad de Nueva York y encontró menos restricciones en la poesía que en el hip hop. “Cuando llegué al bachillerato, lo que más quería era liberarme”, comentó. “Me pregunto si esa fue la razón por la que el verso libre me pareció un panorama más amplio”.
Creó su propia especialización en artes escénicas en la Universidad George Washington, pues incorporó su amor por los escenarios, la lectura y la escritura. Tras su graduación en 2010, decidió quedarse en Washington, en parte para poder continuar su desarrollo de manera independiente a su familia.
Luego de impartir clases durante dos años a través de Teach for America, Acevedo decidió estudiar la maestría de Bellas Artes en poesía de la Universidad de Maryland. Aunque no estaba segura —solo conocía a unos cuantos escritores dominicanos en ese entonces, y ninguno provenía del hip hop y la palabra hablada— se dijo a sí misma: “Siempre has sido escritora. Ahora te das cuenta de lo que significa tener literatura significativa para los jóvenes”.
Agregó: “El discurso siempre regresaba a la misma idea: ‘¿Por qué no lo haces tú?’”.
En 2014, empezó a concursar de nuevo en competencias de poesía. Varios de sus poemas atrajeron miles de vistas en línea, entre ellos “Hair”, sobre las complejidades de tener cabello étnico, y “Spear”, sobre la cultura de la violación. Poco después, escribió y vendió su primer libro, que combinó todas sus influencias aparentemente dispares.
El escritor de novelas para jóvenes adultos Jason Reynolds, quien también radica en Washington, entró en contacto con la obra de Acevedo desde sus inicios. Recordó las conversaciones que tuvo con ella acera del oficio y el proceso de convertir poemas en relatos, y la describió como alguien meticulosa y competitiva.
“De verdad creo que existen buenos escritores y buenos narradores, y rara vez son la misma persona”, explicó. Después afirmó que Acevedo “adopta un enfoque de escritura holístico y se esmera en cada elemento”.
Acevedo se ha sentido aliviada de ver que su obra conecta con tantas personas, pero eso le preocupa a veces.
“No subestimo el recibimiento tan positivo que ha tenido mi trabajo”, dijo, “pero es una presión difícil de sostener. ¿Cómo puedes seguir experimentando, jugando y fracasando, por ejemplo, al escribir un mal libro, y sentir que está bien cuando tanta gente te mira como si fueras la mejor en esta forma de escritura?”.