BOGOTÁ, Colombia — El año pasado un grupo desencantado de políticos y desertores militares venezolanos se reunieron en secreto para planear el derrocamiento del líder autoritario de Venezuela, Nicolás Maduro. Allí determinaron que necesitarían cuatro herramientas para lograrlo: hombres, dinero, un plan y agallas.
Jordan G. Goudreau, un ciudadano estadounidense y ex boina verde, pondría las agallas. O al menos esa es una versión de la historia.
Durante el fin de semana pasado, un grupo de autoproclamados luchadores por la libertad zarparon desde Colombia hacia Venezuela en una misión que aparentemente fue tramada por Goudreau con el fin de derrocar al gobierno venezolano. La operación fracasó miserablemente, y los hombres fueron capturados por las autoridades. Ocho de los rebeldes fueron asesinados. Dos estadounidenses, exmiembros de las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos, han sido arrestados.
Sin embargo, la figura que ha emergido como el personaje principal de lo que un funcionario describió como algo sacado de un guion de Hollywood, es Goudreau, de 43 años, quien no estuvo en la misión.
Maduro ha responsabilizado al gobierno estadounidense del ataque, el cual ha negado tener alguna conexión con Goudreau o SilverCorp, su compañía de seguridad ubicada en Florida. La compañía afirma que llegó a un acuerdo de 220 millones de dólares con la oposición venezolana para ayudar a derrocar a Maduro.
Goudreau, quien presumió sobre su participación en el ataque en Twitter y YouTube, se ha convertido en una curiosidad internacional. Observadores de todas partes del mundo se preguntan qué hacía un soldado condecorado con varias misiones en Irak y Afganistán liderando una insurrección extranjera.
“Siempre tuvimos entendido que era un tipo fuerte que había recibido muchos premios”, afirmó Hernán Alemán, un legislador venezolano que dijo haber ayudado a recaudar dinero para el complot. “Necesitábamos a alguien que tuviera ese tipo de valentía”.
Durante el último año, Goudreau, quien nació en Canadá pero tiene la ciudadanía estadounidense, ayudó a diseñar un plan audaz para derrocar a Maduro, un líder ampliamente conocido por supervisar la caída económica de su país, y por encarcelar y torturar a quienes se meten en su camino.
El plan fue bautizado como “Operación Gedeón”. Al final, solo hubo dos botes con 60 hombres, los cuales debían asaltar la capital y capturar a Maduro. Goudreau luego dijo que sus hombres vomitaron durante todo el camino y que casi se quedaron sin gasolina mientras se dirigían a Venezuela.
Un total de 13 hombres fueron puestos bajo custodia, incluyendo los dos ciudadanos estadounidenses, ambos ex boinas verdes que al parecer fueron reclutados por Goudreau.
La televisión estatal venezolana mostró fotografías de los supuestos prisioneros, tumbados boca abajo sobre el pavimento. “Estaban jugando a Rambo”, dijo Maduro, quien ha utilizado el ataque fallido para proyectar su fuerza nacional.
En el video de un interrogatorio emitido por el gobierno venezolano, Luke Denman, uno de los estadounidenses capturados, dijo que “estaba ayudando a los venezolanos a retomar el control de su país”, y que había esperado cobrar entre 50.000 y 100.000 dólares por su labor.
Alemán, el legislador venezolano, dijo que Goudreau no participó en la incursión porque no se le permitió viajar desde Colombia para unirse a sus hombres debido a los cierres fronterizos relacionados con el coronavirus. En cambio, Goudreau, quien vive en Florida, permaneció en Estados Unidos.
En Venezuela, Goudreau es visto como un charlatán que le vendió una misión suicida a los venezolanos desesperados, así como un héroe comprometido con la liberación de la nación.
Goudreau ha afirmado que el ataque surgió de un trato multimillonario que realizó con la oposición venezolana, un grupo respaldado políticamente por los Estados Unidos. Hace pocas semanas, el departamento de Estado ofreció 15 millones de dólares por información que llevara a la detención de Maduro.
En una rueda de prensa realizada en Washington esta semana, el secretario de Estado Mike Pompeo se negó a discutir quién pudo haber financiado el complot, y afirmó que el gobierno de Estados Unidos no estuvo “directamente involucrado”.
El líder opositor Juan Guaidó también ha negado tener alguna relación con Goudreau. Sin embargo, uno de sus asesores, J. J. Rendón, le dijo a The New York Times que Guaidó sí había llegado a un acuerdo con Goudreau en octubre del año pasado. El acuerdo duró poco, dijo Rendón, y la oposición lo rompió días después de que fue firmado. Rendón afirmó que no sabía por qué Goudreau había decidido seguir adelante con su propia operación.
El interés de Goudreau por Venezuela comenzó en 2019, mientras trabajaba en la seguridad de un concierto en la frontera colombo-venezolana en apoyo a Guaidó. Poco después, Goudreau comenzó a trabajar con Cliver Alcalá, un general retirado venezolano que se había pronunciado en contra de Maduro públicamente, para entrenar a un pequeño grupo de desertores militares ubicados en campamentos en Colombia, de acuerdo con otro entrenador militar que estuvo allí.
En un momento, ese grupo llegó a tener alrededor de 150 hombres y mujeres, afirmó Alemán. Pero tenían muy pocos recursos.
Ephraim Mattos, un exmiembro de los comandos SEAL de la Marina que dirige una empresa sin fines de lucro que le da empleo a expolicías y exmilitares venezolanos, dijo que había visitado el campamento por unos 10 días en el otoño del 2019, pensando que iba a proporcionar entrenamiento médico a los soldados refugiados venezolanos. Se sorprendió al escuchar a los combatientes hablar de “un plan específico para eliminar a Maduro” coordinado por Goudreau, afirmó.
El grupo estaba convencido de que el gobierno estadounidense estaba apoyando la operación, dijo Mattos. Pero, de inmediato, los detalles no le cuadraron. Le echó un vistazo a la cuenta de Instagram de Goudreau y pensó, “este tipo es una farsa, esto no está autorizado por el gobierno de Estados Unidos”.
“Tuve muchas sospechas de que eso realmente estuviera respaldado por el gobierno de Estados Unidos”, dijo Mattos. “Los hombres con los que estaba no tenían suficiente comida”.
Pero el grupo estaba convencido, así que Mattos les dio torniquetes y vendas y se fue, dijo. Para el momento en el que los combatientes se estaban preparando para lanzar su ataque, la situación se había deteriorado mucho más.
A mediados de marzo, las autoridades colombianas confiscaron un depósito de armas destinadas para la operación. Luego, el grupo perdió a uno de sus líderes cuando Alcalá, el general retirado, fue acusado por el gobierno estadounidense de conspirar con otros “para inundar los Estados Unidos con cocaína”.
También hubo señales importantes de que el grupo había sido infiltrado por aliados de Maduro, afirmó Rocío San Miguel, presidenta de la ONG Control Ciudadano, la cual monitorea a las Fuerzas Armadas de Venezuela.
El 3 de mayo, las autoridades venezolanas anunciaron que capturaron una primera embarcación, seguido de una segunda. Alemán dijo que entendía que el ataque lucía como una misión suicida, pero les pidió a las personas que entendieran el nivel de desesperación compartido por muchos venezolanos.
Alemán dijo que visitó con frecuencia los campos de entrenamiento y que algunas veces conversó con Goudreau acerca de sus razones para trabajar con el grupo.
“Le dolía ver cómo estaban sufriendo los venezolanos”, dijo.