El borrador de un proyecto de resolución, el grupo de países africanos condena “las prácticas raciales discriminatorias y violentas de las fuerzas del orden contra los africanos y las personas de origen africano”.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra debate este miércoles sobre el racismo y la violencia policial a pedido de los países africanos que desean una investigación sobre el “racismo sistémico”, sobre todo en Estados Unidos donde la muerte de George Floyd ha generado un movimiento de protesta mundial.
El martes, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció una reforma limitada de la policía para prohibir las polémicas prácticas de estrangulamiento, salvo en el caso de peligro por la vida del policía, pese a que los manifestantes reclaman su supresión total.
El debate en Ginebra, cuyo inicio está previsto a las 15H00 (13H00 GMT), fue promovido por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en el contexto del movimiento histórico que sacude a Estados Unidos después de la muerte, el 25 de mayo en Minneapolis (Minnesota), de George Floyd, un negro asfixiado por un policía blanco.
El hermano de George Floyd iba a dirigirse a través de vídeo a esta instancia de la que Estados Unidos se retiró hace dos años.
Según el borrador de un proyecto de resolución, el grupo de países africanos condena “las prácticas raciales discriminatorias y violentas de las fuerzas del orden contra los africanos y las personas de origen africano y el racismo endémico estructural del sistema penal en Estados Unidos y otros países del mundo”.
También pide la creación de una comisión de investigación internacional independiente, una estructura de alto nivel generalmente reservada a las grandes crisis como el conflicto sirio, para “sentar ante la justicia a los autores” de la violencia. Sus conclusiones deberían estar listas en un año.
“Una idea ridícula”, dijo a la AFP un alto responsable del departamento de Estado estadounidense, que subraya que los cuatro policías implicados en la muerte de George Floyd fueron acusados de “muerte” o complicidad y que Minnesota autoriza la retransmisión televisada del proceso. “No se puede tener más transparencia”, sostuvo.
Dado el gran número de oradores, el debate de la ONU podría prolongarse al jueves.
– “Sin vuelta atrás” –
“Cuando los procesos nacionales fracasan sistemáticamente, los procesos internacionales son necesarios”, considera John Fisher, de la ONG Human Rights Watch, al estimar que “el racismo sistémico y la violencia policial en Estados Unidos han alcanzado un punto sin vuelta atrás”.
Hay que “acercar la policía y las comunidades, no distanciarlas”, dijo el martes Trump, reiterando su voluntad de restaurar la “ley y el orden” al tiempo que rindió homenaje a las familias de las víctimas que acababa de encontrar en privado.
Solo un “muy pequeño” número de agentes comete faltas, dijo.
Aunque ha lamentado la muerte de George Floyd y de otras víctimas negras, el republicano, candidato a la reelección en noviembre, ha esquivado desde el inicio de las manifestaciones el debate sobre el racismo.
– Polémicas prácticas policiales –
Como el presidente estadounidense tiene un poder limitado sobre los servicios policiales, que dependen de los Estados y las ciudades, el decreto presidencial utilizará el incentivo de las subvenciones para “fomentar” el respeto de las “más altas normas profesionales”.
Sin esperar a la administración de Trump o al Congreso, varias ciudades han prohibido las prácticas policiales polémicas desde la muerte de George Floyd que ha suscitado en todo el país la mayor movilización desde el movimiento para los derechos cívicos de los años 1960.
La ira fue azuzada por la muerte de otro afroamericano, Rayshard Brooks, el viernes por la noche en Atlanta (sur), por los disparos de un policía blanco.
La policía del condado de Los Ángeles (oeste) se comprometió el lunes a realizar una investigación sobre la muerte de un joven negro, Robert Fuller, encontrado colgado de un árbol la semana pasada.
En Nuevo México (sur) un hombre fue herido gravemente el lunes por tiros durante un manifestación contra una estatua colonial, cuando una milicia de extrema derecha, “fuertemente armada” según las autoridades, había venido a participar en una contramanfiestación.